La Federación de Industrias Alemanas ya lo está advirtiendo: se acerca una escasez de materias primas ante una demanda que crece más rápido que la capacidad de producción. Sin cobalto, cobre, grafito, litio o manganeso, no habrá tecnología eléctrica hecha en Alemania, ni en ningún lugar.
La firma de Wolfsburgo está teniendo problemas para acceder a este metal, y según informa Reuters, la semana pasada se reunió con grandes productores de cobalto, incluido el gigante minero Glencore, para negociar acuerdos de suministro. Parece que no fue demasiado bien: "Están buscando precios por debajo del mercado, tienen mucho que aprender sobre el cobalto", dijo una fuente.
El precio, por las nubes
Aunque se desconoce si las negociaciones iban encaminadas a comprar el cobalto de forma directa o indirecta para los fabricantes de baterías, Volkswagen se reunió con Glencore (domina el mercado: produjo 28.000 toneladas en 2016), Huayou Cobalt de China, Traxys, la minera estadounidense Freeport-McMoran y Eurasian Resources Group para segurarse suministros del metal a largo plazo.
Desde el fabricante alemán afirman que las conversaciones han sido constructivas y que continuarán buscando opciones para hacerse con las materias primas que necesitan para convertirse en líder mundial de automóviles eléctricos.
Pero parece que los de Wolfsburgo no tienen claro cómo está el panorama, y un par de fuentes anónimas citadas por Reuters describieron los resultados de las negociaciones: "Están buscando precios por debajo del mercado, tienen mucho que aprender sobre el cobalto". "No entramos en detalles sobre cuánto tonelaje necesitarían". "Quieren un precio fijo, eso no es posible".
El precio del cobalto ahora mismo se sitúa en 24,65 euros por libra (el triple que en diciembre de 2015), y se espera que siga aumentando a medida que se incremente la demanda. Según S & P Global Market Intelligence, la producción de cobalto aumentará a 219.000 toneladas en 2022 de 122.000 toneladas el año pasado, y la mayor parte de la producción proviene de la República Democrática del Congo.
Se espera que los productores, junto a Volkswagen, reanuden las conversaciones el próximo año, aunque no se habían hecho planes firmes y algunas de las reuniones se habían centrado en la sostenibilidad. El fabricante ya adelantó una penuria de baterías de iones de litio hace unos meses.
Ante un escenario así, cada vez resuena con más fuerza la alternativa de las baterías en estado sólido: autonomía, carga rápida, seguridad y bajo coste.
Especulación, trabajo infantil... la parte más oscura del cobalto
Hasta hace tres años, se producía en el mundo más cantidad de cobalto de la que se consumía, pero con el auge del coche eléctrico y de la cada vez más competitiva industria de los teléfonos móviles y otros dipositivos, ha llegado ha disparar su precio y su interés por los inversores.
El cobalto tiene la cualidad de potenciar las propiedades de otros metales como el litio, el componente más usado en las baterías, y según datos de la BBC, los fabricantes de baterías acaparan cada año el 45 % de la producción global de cobalto.
Según operadores financieros de Londres, media docena de fondos de inversión han comprado en los últimos meses 6.000 toneladas de cobalto valoradas en 280 millones de dólares (sí, para especular). Además, el gobierno chino ha comprado en los últimos dos años 5.000 toneladas de este metal; el 43 % del cobalto refinado de produce en China.
¿Problema? Se trata de un mercado muy especializado y encontrar nuevos clientes es complicado, pero sin duda lo más preocupante es la realidad de la esclavitud infantil que esconde la obtención de esta materia prima. El principal productor de cobalto en el mundo es la República Democrática del Congo, un país cuyo presidente se niega a abandonar el poder aún bajo las peticiones del Consejo de Seguridad de la ONU, que le pide que celebre elecciones.
Los mayores depósitos mundiales conocidos se encuentran en el llamado cinturón cuprífero centroafricano: República del Congo, Zambia, Zimbabue y Uganda, países mal llamados del 'Tercer Mundo', pues sus territorios son ricos en materias primas. Es el 'Primer Mundo' el que los ha empobrecido y mira desde la comodidad cómo se sumen en guerras civiles eternas para hacerse con el control de las minas y recursos que Occidente expoliará, a veces ajeno a la ausencia de derechos humanos y a la desigualdad.
Las grandes empresas alegan que rastrear el origen de los minerales que usan es poco menos que misión imposible por la complejidad de la cadena de suministro. Quizá la responsabilidad de elegir lo que compramos sea nuestra y solo nuestra.
