Ni eléctrico, ni de hidrógeno: el transporte del futuro iba a ser este monorraíl a pedales, según Google. Fue una de las peores inversiones de su historia

Ni eléctrico, ni de hidrógeno: el transporte del futuro iba a ser este monorraíl a pedales, según Google. Fue una de las peores inversiones de su historia
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Los seguidores de 'Los Simpsons' se acordarán del mítico capítulo de esta serie dedicado al monorraíl, un medio de transporte que iba a revolucionar la movilidad en Springfield y que fracasó estrepitosamente.

En la vida real, una start up también tuvo un proyecto de monorraíl que fue concebido para cambiar la forma de movernos en las ciudades, el Shweeb, incluso Google hizo una inversión millonaria para desarrollarlo, pero también fue un fracaso.

Si viajas a Nueva Zelanda puedes montarte en este monorraíl

“Una respuesta directa a las necesidades de transporte actuales del futuro”. Así describían los creadores del Shweeb su peculiar concepto de movilidad hace 15 años. Básicamente, se trataba de una cápsula que se desplazaba por raíles sobre el resto del tráfico, tenía capacidad para una persona y se propulsaba por pedaleo.

Según Shweeb Monorail Technology, con este invento pretendían "crear una solución que proporcionara al usuario la misma flexibilidad y comodidad ofrecidas por el coche, pero sin los consiguientes costes financieros, tanto directos como indirectos y costes medioambientales".

En ese momento, a Google le pareció tan interesante esta propuesta que decidió invertir un millón de dólares en su desarrollo, considerándolo como una de las formas más innovadoras de transporte público ecológico. El objetivo de Google era explorar la viabilidad de instalar este medio de transporte en su sede de Mountain View, en California, Estados Unidos.

Según sus creadores, el Shweeb podría cambiar la forma de moverse por las ciudades porque se suponía que tenía un montón de ventajas: las cápsulas eran aerodinámicas y resistentes a las inclemencias climáticas; el sistema de raíles se instalaría a suficiente altura como para moverse por encima de los vehículos convencionales, de manera que se evitarían los atascos; pedalear sería mucho más sencillo que una bici porque la posición reclinada permitiría hacerlo con menos esfuerzo.

Para demostrar todas las ventajas de este invento, sus creadores diseñaron un sistema completo de Swheeb para un parque de atracciones de Rotorua, en Nueva Zelanda. Lo instalaron allí, en parte, gracias a la inversión de Google, y comenzó a funcionar como una atracción de ocio. Con el tiempo, la start up decidió mejorar su inventó incorporando asistencia eléctrica al pedaleo. Gracias a ello, costaría todavía menos dar pedales y, en teoría, las cápsulas podrían moverse a velocidades de hasta 50 km/h.

Sin embargo, el Shweeb nunca salió de ese parque de atracciones de Nueva Zelanda. El problema es que este medio de transporte tenía demasiados inconvenientes como para ser una alternativa que realmente pudiera llegar a las ciudades y triunfar. Para empezar, el coste de instalar un sistema completo de Shweeb en cualquier localidad medianamente grande sería altísimo y, desde luego, mucho más elevado que construir un carril bici.

Otro de los inconvenientes tenía que ver con el tráfico del propio Shweed. Como el desplazamiento de cada cápsula depende de la capacidad de dar pedales de la persona que va dentro, habría cápsulas que de desplazasen más rápido que otras, por lo que se podrían producir atascos: si la cápsula que va delante circula a baja velocidad, no te queda otra que adaptarte a esa velocidad y tener paciencia. Además, habría que esperar cuando la persona que va en la cápsula de delante decida parar porque utiliza el mismo raíl, no habría forma de adelantarla.

También hay que pensar que una cápsula suspendida de un raíl y hecha principalmente de plástico y chapa no es la mejor opción para evitar el frío y, sobre todo, el calor, en muchas ciudades del mundo. Sí, no hay problema con la lluvia ni con el viento, pero la temperatura del interior puede resultar demasiado desagradable. Como solo tiene capacidad para una persona, tampoco sirve para hacer viajes en compañía, ni siquiera para llevar a un niño pequeño.

Son demasiadas lagunas como para convertirse en el transporte del futuro, pero el primer (y único) Shweed sigue funcionando. Es uno de los principales reclamos del parque de atracciones donde se instaló e incluso se organizan carreras. Al fin y al cabo, como atracción tiene un pase, pero está claro que Google no hizo su mejor inversión cuando apostó por este medio de transporte.

Imagen | Velocity Valley YouTube

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