Cuando hablamos de “custom” o “customización” en el mundo del motor, se nos viene irremediablemente a la cabeza la cultura tuning. Es cierto que “customizing” se usa a menudo para hablar de la instalación de potentes equipos de sonido. Y que dentro del propio tuning podemos referirnos al custom como un estilo muy concreto centrado en la preparación de elementos exteriores.
Sin embargo, el concepto de “custom” es mucho más amplio que la corriente urbana que nos llevó a principios de los 90 a pintar nuestros coches como payasos, usar atronadores altavoces o instalar alerones imposibles. Puede estar relacionado con el tuning o no, pero el objetivo principal del custom es el mismo: personalizar nuestro coche a nuestra imagen y semejanza.
Nuestros gustos, nuestras necesidades
Aunque actualmente los vehículos vienen equipados de fábrica de forma muy completa, son varios los motivos por los que querríamos personalizar nuestro automóvil. Cuando somos jóvenes, lo que nos interesa es hacer nuestro el diseño, que refleje nuestra personalidad a través de elementos, formas y colores.
Así, podemos pintar el coche de uno o varios colores llamativos (a veces demasiado) o colocarle enormes kits de vinilos. También encontraremos elementos como sutiles embellecedores o completos kits de modificación, que incluyen faldones, alerones, etc. Eso por no hablar de las socorridas llantas de aleación, que sirven para darle un vuelco completo a nuestro vehículo. O yendo más hacia el racing, podemos aumentar hasta lo imposible las prestaciones de fábrica, elevando la potencia del motor o mejorando su comportamiento en carretera.
Sin embargo, cuando nos hacemos adultos, el aspecto estético pasa a un segundo plano y son otras nuestras prioridades. Desde instalar sillitas o accesorios para nuestros niños hasta colocar un cofre o portabicicletas para nuestras escapadas. Por nuestra profesión, también podríamos querer personalizar nuestro vehículo para hacerlo más práctico y eficiente, con rejillas para transportar mercancías o protecciones para protegerlo del barro de las obras.
El extenuante trámite de homologar nuestras modificaciones
Cuando se nos empezó a ir de las manos eso de modificar los coches, llegaron las normativas para regularlo. Primero teníamos un Real Decreto de 1986 sobre homologación de vehículos y piezas que nos equiparaba a nuestros vecinos europeos. En 2010, se aprobaba otro que bebía directamente de las Directivas de la UE y que cambiaba el concepto de “reforma de importancia” por el más amplio de “reforma de vehículo”.
En la práctica, se cerraba el cerco sobre todo tipo de modificaciones y añadidos, incluso aquellos que hasta ahora se consideraban sin demasiada relevancia. No hablamos solamente de los aparatosos kits de carrocería típicos en el tuning, sino también de pequeños cambios que podíamos considerar de utilidad, como unas lunas traseras tintadas o unos faros de xenón. Con la reforma de la ITV de 2017, se intensificaba más aún el escrutinio con la introducción de de herramientas de diagnóstico más eficaces.
Aunque pueda parecer que todos son desventajas, lo cierto es que estos cambios, a la larga, nos han beneficiado. En primer lugar, porque se eliminaban multitud de vacíos legales que no hacían más que crear incertidumbre. En segundo, porque la ITV nos homologa ahora para todo el territorio comunitario, permitiéndonos viajar con tranquilidad por Europa o vender sin problema nuestro coche en cualquier país miembro.
Pero también se definía un marco conciso sobre lo que se podía y no se podía hacer, recogido en el Manual de Reformas de Vehículos. Y se fijaba un proceso claro sobre cómo homologar los cambios y añadidos introducidos. Este proceso, eso sí, se podía volver extenuante: pasar la ITV, informar a la aseguradora y tramitar una pila considerable de documentación al respecto, que incluye un informe del proyecto técnico, certificados de homologación del fabricante, informe de conformidad, aprobación del taller…
La trampa de los accesorios de segundas marcas
El boom de internet en general y del ecommerce en particular nos ha dado acceso a un mercado de recambios y accesorios totalmente globalizado. Ello nos ha sido muy útil, como vimos a la hora de restaurar un vehículo o ponerlo a punto para una exposición, pues nos permite encontrar piezas de segunda mano que se encuentran descatalogados por su fabricante original. Y, como ya sabemos, también ayudó a la explosión del tuning gracias a las nuevas piezas que salían por todo el mundo.
La otra cara de esta globalización es la tentación cada vez más fuerte de recurrir a productos de segundas marcas sin ningún tipo de garantía. O peor aún, a falsificaciones de bajísima calidad de los accesorios originales, procedentes generalmente de los mercados asiáticos. Los riesgos de resultar estafados se han multiplicado desde entonces.
Cuando decidimos recurrir a estos accesorios y recambios no oficiales, nos exponemos a una serie de inconvenientes derivados, principalmente, de la falta de rigor a la hora de manufacturarlos. Estos fabricantes carecen de los estudios previos y la documentación técnica necesaria con la que sí cuentan los fabricantes autorizados. E incluso a menudo prescinden de testear los prototipos sobre el propio coche.
Como resultado, podemos encontrar desde piezas que no encajan bien a otras que no tienen el acabado estético correcto, o que se deterioran al poco tiempo por el uso de materiales de baja calidad. O, más peligroso, que se quiebren o deformen en marcha y nos pongan en una situación verdadera de riesgo. En el mejor de los casos, tan solo tendremos que volver a pasar por caja y sustituir el componente no original.
Accesorios originales siempre que podamos
Como vemos, lo barato puede salirnos caro. Y es cierto que los recambios originales tienen un precio de partida superior, entre otras cosas porque han pasado más controles y mejores procesos que las copias. Pero nos ofrecen una fiabilidad y durabilidad que agradeceremos a la larga, además de una serie de prestaciones y servicios que no nos puede ofrecer un ente virtual en la otra punta del globo.
Tenemos la suerte de que, desde hace ya un tiempo, los fabricantes de vehículos apuestan cada vez más por la personalización de sus unidades. No solo hablamos de complementos que nos ayuden a mejorar el confort y la eficacia en nuestro día a día al volante, como asientos calefactados, soportes para el móvil o rejillas para llevar nuestra mascota. También de todo tipo de elementos para la personalización estética y física de nuestro coche, como embellecedores, protecciones, kits de carrocería…
Los beneficios de los programas oficiales de los fabricantes
Las ventajas que nos aportan los accesorios originales ya las podemos imaginar: acabados perfectos y de calidad, durabilidad y fiabilidad, etc. Pero también la garantía y los servicios del fabricante o el concesionario del vehículo. Nosotros aquí podemos hablar del caso de Toyota, que, como hemos comentado en otras ocasiones, es una marca muy abierta al mundo de la personalización.
Además de contar con un amplio catálogo de accesorios específicos para cada modelo, dispone del programa Toyota Custom, que simplifica todo el proceso de adquisición e instalación. En este sentido, nos permite realizar la gestión ya en el momento de la compra del vehículo (si es el caso) e incluir los costes en el precio cerrado.
Asimismo, las modificaciones se llevan a cabo en fábrica o taller oficial de Toyota y respetan los plazos de entrega final. Por si fuera poco, nos evitamos todo el proceso de homologación y emisión del certificado de la ITV.
¿Cuáles son los modelos disponibles en Toyota Custom?
Podemos disfrutar del programa Toyota Custom sea cual sea nuestro modelo, y personalizar nuestro automóvil con los accesorios originales del fabricante nipón. Pero es que, además, algunos modelos concretos han recibido paquetes de customización diseñados específicamente para ellos.
Es el caso del RAV4 Electric Hybrid, con 20 referencias y 2 packs de personalización; del C-HR Electric Hybrid, con más de 70 opciones y 8 packs; o de la familia Corolla (incluyendo las versiones Touring Sports y Sedan).
En todos los casos, contaremos con las categorías de productos de protección exterior, diseño exterior, protección interior y transporte. Por su parte los packs, como el Adventure para el RAV4 Electric Hybrid o el Urban para el C-HR Electric Hybrid, contienen elementos de diferentes categorías para darle el enfoque concreto que queremos a nuestro vehículo.
Imágenes | AECA, iStock/Supersmario