Desde el próximo 2 de abril, fecha en la que empezará a aplicarse una de las medidas proteccionistas estrella del presidente Donald Trump, los coches (y sus componentes) fabricados fuera de EEUU tendrán un arancel del 25 %. Una polémica medida que paradójicamente acabará repercutiendo directamente en el bolsillo de los compradores estadounidenses.
Según analistas como los de iSeeCars, algunos de los vehículos más populares de EEUU podrían ver incrementados sus precios entre 6.000 y 16.000 dólares (Entre 5.570 euros y casi 15.000 euros al cambio). Y como ya ha advertido Trump, los próximos en sufrir las consecuencias seremos los europeos.
El coste de "proteger" la industria nacional en EEUU lo pagan los consumidores
La política arancelaria de Donald Trump, que grava con un 25 % los coches fabricados en el extranjero y con un 10 % los hidrocarburos canadienses, se presenta como un intento de reforzar la industria automotriz nacional y penalizar a las marcas extranjeras. Sin embargo, los expertos advierten que el resultado será un alza significativa en los precios para los consumidores de EEUU.
“La realidad es que los aranceles no los pagan las empresas extranjeras, sino los consumidores finales”, explica Mark Berstein, analista económico del sector automotriz estadounidense. “Cuando se grava la importación de un vehículo, el fabricante transfiere ese coste al comprador”. Y el impacto de estos aranceles no se limita solo a los coches que cruzan la frontera.
En la industria automotriz, muchos modelos fabricados en EEUU dependen de componentes extranjeros que también están sujetos a gravámenes. “Antes de que un coche ensamblado en México llegue a suelo estadounidense, sus componentes ya han sido gravados varias veces”, apunta Sarah Johnson, economista en el Instituto de Política Comercial.
Los coches de lujo y las pick-ups, casos especiales
Para entender cómo estos aranceles afectarán a los compradores, basta con mirar el precio de modelos importados. Un Ferrari, por ejemplo, ya tiene un coste elevado, pero con el nuevo arancel, dependiendo del modelo “podría encarecerse en más de 80.000 dólares” según las estimaciones de Berstein.
Más allá de los coches exclusivos y premium, según un estudio de iSeeCars, modelos muy populares en los rankings de ventas como el Toyota RAV4, el Honda CR-V y el Volkswagen Jetta, todos fabricados fuera de EEUU, podrían ver sus precios incrementados en varios miles de dólares.
“El RAV4 es uno de los SUV más vendidos en EEUU, pero con estos aranceles, podría costar entre 5.000 y 7.000 dólares más”, explica Karl Brauer, analista jefe de iSeeCars.
Aunque las pick-ups fabricadas en EEUU no deberían verse afectadas directamente, las que dependen de componentes extranjeros sí que podrían encarecerse. “La Ford F-150 se ensambla en EEUU, pero muchas de sus piezas vienen de Canadá y México. Si sus proveedores suben los precios por los aranceles, Ford tendrá que hacer lo mismo”, advierte Johnson.
Por otro lado, las pick-ups extranjeras sufrirán el golpe más fuerte. Modelos como el Toyota Tacoma, que se fabrica en México, podrían encarecerse hasta un 25 %, reduciendo drásticamente su competitividad frente a los fabricantes estadounidenses.
Un movimiento de Trump que también apunta a Europa
Trump ya ha dejado claro que los próximos en la lista son los fabricantes europeos. “No nos vamos a quedar quietos mientras Europa abusa de nuestro comercio”, declaró en un mitin reciente. Esto podría significar aumentos adicionales en los precios de marcas como BMW, Mercedes-Benz o Volkswagen, que ya han trasladado parte de su producción a EEUU para evitar los aranceles.
Lejos de beneficiar a los compradores estadounidenses, estos aranceles podrían convertir la compra de un coche en un lujo inalcanzable para muchos. “En lugar de proteger la industria, podrían hacer que el mercado se vuelva menos competitivo y más costoso”, concluye Berstein.
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