Un accionista de Tesla acaba de presentar una demanda contra el CEO de la marca, Elon Musk, en la que le acusa de aprovecharse de “información privilegiada” para vender acciones de la compañía por valor de más de 7.500 millones de dólares en 2022 para hacer caja… Y de paso, para poder comprar la red social Twitter, ahora en su poder rebautizada como ‘X’.
En su demanda contra Elon Musk, Perry hace hincapié en que el multimillonario empresario vendió las acciones justo antes de que el 2 de enero de 2023 se hicieran públicas unas cifras de producción y ventas nefastas para inversores y clientes. Cifras que, tras salir a la luz, provocaron un batacazo histórico de Tesla en Bolsa.
Elon Musk, cada vez con más frentes abiertos
En la demanda presentada ante el Tribunal de Delaware (EEUU), Perry sostiene que Musk, quien en 2022 había declarado que “la demanda de vehículos de Tesla era excelente”, se enteró de que las cifras eran muy inferiores a las previstas a mediados de noviembre (gracias a su acceso a datos en tiempo real) y vendió sus acciones antes de que se publicasen.
Perry también acusa a los directivos de Tesla de incumplir su deber al permitir que Musk vendiera las acciones. “Musk explotó su posición como CEO e incumplió sus deberes fiduciarios con Tesla”, reza la demanda, que solicita a la justicia que Musk devuelva a sus accionistas los beneficios obtenidos con las mencionadas operaciones.
Conocedor de que este tipo de movimientos ya le habían funcionado en el pasado, Musk no sólo no perdió dinero, sino que sólo con esas operaciones a finales de 2022 ganó 3 billones de dólares (3 mil millones de dólares, que al cambio son unos 2,79 mil millones de euros).
En este sentido, el demandante calcula que “si Musk hubiera esperado hasta después de la publicación de las noticias adversas... sus ventas le habrían reportado menos del 55 % de las cantidades obtenidas de sus ventas de noviembre y diciembre de 2022”. Y Perry no es el único accionista de la compañía que no comulga con los métodos de Musk para seguir engordando su fortuna.
El CEO de Tesla también deberá enfrentarse el próximo 13 de junio a la votación en la que los accionistas deciden si la sede de Tesla se traslada finalmente a Texas, y si ratificar o no el sueldo de Musk, estimado en 56 mil millones de dólares (aproximadamente 52,08 mil millones de euros).
Muchos de ellos ya se han mostrado en contra por considerarlo "una compensación excesiva". Continúa por tanto el proceso que inició el pasado mes de enero una jueza de Delaware porque consideró que Musk “controló el proceso de manera indebida”.
Pero Musk tiene otros frentes legales abiertos, ya que también se encuentra en medio de una investigación para determinar si infringió o no las leyes fiduciarias cuando compró acciones de Twitter en 2022, que más tarde rebautizó como X. Entonces, Elon dijo que la Comisión de Bolsa y Valores de EEUU le estaba “acosando” con investigaciones injustificadas.
Las malas decisiones del CEO parecen estar alineadas con las cifras de Tesla, que no está viviendo precisamente su mejor momento. Tras años de bonanza, la marca en 2023 estuvo por debajo del objetivo: aunque entregó un 38 % más de coches que el año anterior, el plan fijado era doblarlas. Y eso que el Model Y se convirtió en el coche más vendido del planeta el año pasado. La primera vez que un eléctrico lo consigue.
Además, Musk ya dejó caer en la presentación de resultados que este año bajarían las ventas. Y así ha sido: el primer trimestre de este 2024 ha sido el primero tras cuatro años en el que sus entregas han caído, con 387.000 unidades frente a las 423.000 entre enero y marzo de 2023. Un 8,5 % menos. Y eso ha golpeado sus beneficios, que se han reducido un 55 %.