La respuesta de China a la posible imposición de aranceles a los coches eléctricos fabricados en el país asiático puede suponer un gran problema para la economía española. Y no para los coches que aquí se fabrican, sino para las importaciones de carne de cerdo que llegan allí desde Europa: China ha anunciado una investigación antidumping sobre este bien de consumo.
La solución podía ser gravarlas con mayores aranceles, o incluso prohibir directamente las exportaciones. Esto sería un claro castigo a España, principal exportador y que votó a favor de la imposición de aranceles a los coches chinos. También para Dinamarca, Países Bajos o Francia, pero no tanto para Alemania, que se ha mostrado contraria, y más conciliadora, ante los aranceles propuestos desde la UE.
"Un escenario potencial de pesadilla para la cadena de suministro de carne de cerdo"
Las empresas chinas han solicitado esta investigación sobre las importaciones de carne de cerdo de la UE y el Ministerio de Comercio de China ha movido rápidamente ficha anunciando que se hará efectiva desde ayer 17 de junio.
Se centrará en la carne porcina destinada al consumo humano: cortes enteros frescos, fríos y congelados, así como productos de casquería tales como intestinos, vejigas y estómagos de cerdo. Pretenden dilucidar si estos productos se venden a menor coste del de producción, lo que se conoce como dumping y que se señala como competencia desleal.
Desde la UE aseguran que no están preocupados por la investigación, defendiendo que los países europeos cumplen con las normas del comercio internacional. Pero la industria cárnica europea señala una enorme debacle si China decide prohibir o restringir las exportaciones. No en vano, China importó carne de cerdo europea por valor de 6.000 millones de dólares: poner fin a estas compras sería una enorme pérdida.
"La suspensión total de las exportaciones de carne de cerdo de la UE a China sería un potencial escenario de pesadilla para la cadena de suministro de carne de cerdo, con implicaciones en toda la UE", alerta Justin Sherrard, estratega global de proteínas animales de Rabobank según recoge Reuters.
Clave además es que China, el mayor consumidor de carne de cerdo del mundo, compra orejas, narices y patas, además de casquería. Estos productos tienen poca demanda en Europa pero mucha en la República Popular. Encontrar un mercado alternativo sería complicado.
Agujero en la economía española. Entre todos los países europeos, el varapalo lo notaría especialmente España porque es el mayor exportador de carne de cerdo a China: aglutina casi el 21 % de las importaciones totales, superando el vendido a otros mercados como EE.UU o Canadá. Según datos de Interporc, la patronal del sector en nuestros país, España exportó en 2023 un total 560.488 toneladas de porcino a la República Popular, por valor de más de 1.223 millones de euros.
Ante el posible veto, Interporc ha respondido rápidamente abogando por el entendimiento con el gobierno chino y mostrando "su total colaboración y se ponen a disposición de las autoridades chinas para aportar toda la documentación que precisen". "Las guerras comerciales no son buenas para nadie", ha señalado el ministro de Agricultura, Luis Planas.
Jordi Hereu, ministro de Industria, opina que esta medida no interesa a ninguna de las dos partes y que tanto China como España saldrían perdiendo. "El otro día estuve con el ministro chino de Comercio e Industria y todos estábamos de acuerdo en que no deberíamos caer en la dinámica de las guerras comerciales", afirmó.
Sea como fuere la medida no será inmediata: actualmente estos productos cárnicos están libres de aranceles en las importaciones a China y así se mantendrán hasta que culmine la investigación y, se entiende, las negociaciones. China se ha marcado un año para que se haga efectiva y puede extenderse otros seis meses más. Así podríamos llegar hasta 2026 para que esta medida vea la luz, si es que la ve.
Una medida que salva a Alemania y la escalada de la guerra comercial entre China y Europa
El contraataque de China se puede ver como una medida que afecta directamente a los países más a favor de imponer aranceles a los cero emisiones que se exportan desde la República Popular y menos para Alemania.
Y es que si bien la mirad de la carne de cerdo que importa China proviene de Europa, Alemania tiene restringidas las exportaciones de este tipo de carne desde 2020 tras la peste porcina. Sería por tanto uno de los países europeos menos afectados a diferencia de España, primer exportador, seguido de Dinamarca, Países Bajos o Francia.
De hecho, en enero China comenzó una investigación contra las importaciones de coñac y otras bebidas cuyo exportador principal es Francia. Precisamente Francia fue uno de los más beligerantes contra los coches chinos, posicionándose categóricamente a favor de los aranceles, además de otras medidas proteccionistas.
Mientras, Alemania está presionando para llegar a una solución más amistosa entre Europa y China. De hecho los fabricantes alemanes se han opuesto de plano a los aranceles, por el tiro en el pie que puede ocasionar especialmente para sus marcas. El ministro de Economía alemán, Robert Habeck, viajará a China la próxima semana para presionar en las negociaciones y conseguir condiciones comerciales justas.
Vino y paneles solares: el error que no quiere repetir Europa con el coche eléctrico. Se temía que China moviera ficha imponiendo aranceles a las baterías que fabrica, y que muchos coches europeos montan. También controla la mayor parte del suministro de materias primas para la producción de estos dispositivos o la de microchips, también vitales para los automóviles.
Pero lo ha hecho atacando a otra una industria, buscando dar respuesta a dónde más duele a Europa y menos afecta a China. No es la primera vez: en 2013, la UE quiso imponer aranceles de casi el 12 % a los paneles solares importados desde el país asiático y la República Popular respondió amenazando con gravar más el vino europeo.
Europa reculó rápidamente y, años después, y el resultado ha sido una industria tremendamente diezmada aquí, pues la mayoría de los paneles solares que se instalan provienen de China. De hecho están tirando los precios haciendo precisamente dumping y las firmas europeas han pedido que se investigue esta posible práctica desleal.
Si esto lo extrapolamos al coche eléctrico, China necesita a Europa, el segundo mayor mercado del mundo, por su sobrecapacidad de producción al igual que ocurre con los paneles solares: por ejemplo en Países Bajos hay tantos almacenados como para cubrir la demanda de los dos próximos años. Por el bien de las marcas europeas, y la economía del Viejo Continente, es vital que la historia no se repita con los coches eléctricos.
Recordemos que actualmente los coches que llegan al Viejo Continente desde China tienen aplicado un 10 %, pero la UE ha propuesto incrementarlo a varias marcas chinas entre un 17,4 % y un 38,1 %. El detonante de esta medida es compensar la distorsión de precios de los coches chinos, más baratos gracias a los subsidios gubernamentales para su fabricación.