Nuestra economía diaria está tocada, en muchos casos, por la crisis económica, y eso hace que en ocasiones descuidemos algunos aspectos del mantenimiento del coche. Ejemplos, el cambio de los neumáticos o la sustitución de lámparas fundidas por ahorrar unos euros que nos podrían ir mejor para pagar alguna factura. Eso, además de ser un error es un peligro para nuestra seguridad. Sin embargo, podemos plantearnos conseguir que nuestros neumáticos duren más kilómetros siguiendo unas determinadas pautas y algún truco. ¿Es cierto que podemos hacer que duren un 15% más de lo habitual? Lo es, aunque hay unos cuántos matices importantes a tener en cuenta.
Si llevamos al día, o empezamos a hacerlo, el recuento de kilómetros por juego de nuemáticos (o por cada par de ellos, siempre del mismo tren), es posible que detectemos que esos neumáticos duran menos de lo que el fabricante asegura que pueden llegar a durar. Es decir, si la teoría y la experiencia del fabricante nos dice que podemos sacarles sin problema 35.000 o 40.000 kilómetros, pero nosotros apenas pasamos de los 30.000, algo podemos hacer para alargar esa vida sin que conduzcamos "en las lonas", con el consiguiente peligro.
Si las matemáticas no son tu fuerte, pasar de 30.000 a 35.000 km es aumentar en un 11% 16% la vida del neumático. Pasar a 40.000 es hacerlo en un 33% adicional. Se puede aumentar más o menos la vida del neumático, pero se puede. El porqué de elegir ese valor y no el más vistoso (el 33% de aumento) es sencillo: solo lo harán unos pocos porque es necesario corregir muchas cosas a la vez: costumbres, algún mito,... No queremos vender humo, sino dar indicaciones sobre cómo conseguir un extra de kilómetros que está ahí, pero al que no podemos acceder normalmente por diversas causas.
La presión del neumático es la mejor garantía para recorrer kilómetros
Si ya te ha decepcionado la explicación (que no es la única), deja que me eplique mejor. La presión, o mejor dicho la falta de presión, es la que hace que el neumático trabaje fuera de lo que serían las condiciones ideales. Las más ideales posible, puesto que la variabilidad de condiciones en las que nos movemos cada uno de nosotros es lo suficientemente amplia como para que sea imposible de garantizar, primero, un extra de kilómetros; segundo, otros factores diversos y con influencias casi despreciables se alían para tener un efecto conjunto algo más apreciable, y afectar a esas supuestas condiciones ideales.
Por decirlo claramente: tener la presión nominal en cada situación es lo mejor para que el neumático dure el máximo posible en cada caso. La gran cantidad de casos diferentes es la que provoca que no a todo el mundo le salgan las mismas cuentas, aunque todos hiciésemos lo mismo. Y ya puestos, lo que acabo de decir sobre "presión nominal en cada situación" ya nos indica otra clave: debemos saber leer las condiciones y adaptar la presión para tener los mejores resultados. Si cargamos mucho el coche, toca variar las presiones, por ejemplo. Y hay que hacerlo, si no queremos mayor gasto, más inseguridad y falta de estabilidad, por ejemplo.
Los efectos beneficiosos de llevar la presión correcta son varios y los hemos comentado ya alguna vez: los neumáticos duran más, aumentamos nuestra eficiencia de combustible, maximizamos la superficie de contacto con la calzada y por tanto, viajamos más seguros (sobre todo, la diferencia se ve mejor en mojado). Si todavía no te convence, un dato demoledor: llevar un 20% menos de presión implica una reducción de la vida del neumático de un 20%, ¿qué te parece?
Hay otras precauciones a tener en cuenta para que tus neumáticos duren más. No son tan importantes como la cuestión de la presión, pero sí que influyen en pequeñas dosis. Lo malo es si convergen varias de estas opciones:
- Acelerones que provocan el deslizamiento de los neumáticos: esto simplemente mata a los neumáticos. Es poco frecuente en conducción normal, pero a los "quemados" que lo practiquen por placer les provocará un buen gasto de banda de rodadura. Puede bajar la vida del neumático de forma dramática. Si lo hacemos sobre gravilla, por ejemplo, mejor cambiar pronto los neumáticos.
- Frenazos: esto también influye pero mucho menos. Solo si nos hacemos "un plano" vamos a ver cómo merma la goma rápidamente, pero con todas las ayudas a la conducción (básicamente el ABS) es difícil.
- Conducción brusca: es más un mito que una realidad. Es difícil que hagamos una conducción brusca con volantazos muy seguidos, pero como carambola nos podemos "comer" algún obstáculo, que es el siguiente punto.
- Golpes de los neumáticos contra bordillos, badenes y cualquier otro obstáculo habitual. Esto lo que puede hacer es que se deforme la llanta o que se lastime el neumático (si es muy fuerte puede dañarse la carcasa del propio neumático, un daño más severo a medio plazo, o incluso a corto plazo). A evitar para mantenerlos lozanos.
- Exceso de carga: es un mito a medias, porque el exceso de carga no afecta a la vida del neumático, pero sí que afecta si cargamos el coche y no adaptamos las presiones.
- Exceso de velocidad: otro mito a medias. No afecta, por lo general, a la vida del neumático más que en un porcentaje pequeño. Eso sí, el porcentaje crecerá cuanto peor llevemos las presiones.
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Foto | BobMical