Un chaval de 19 años se pasa seis años ahorrando para comprarse un coche a lo gánster de 'Peaky Blinders'
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Un chaval de 19 años se pasa seis años ahorrando para comprarse un coche a lo gánster de 'Peaky Blinders'

Callum Grubb es un chaval escocés de 19 años, que vive como si estuviéramos en la década de 1940. Ni tiene móvil, ni quiere y casi todo lo que posee es de esa época, incluyendo su ropa, su bicicleta Raleigh de 1952 o su primer coche: un clásico Austin Cambridge negro de 1938, para el que llevaba ahorrando desde los 13 años.

Lo que empezó como una simple curiosidad por todo lo clásico a una edad temprana gracias a los diarios que escribió su abuelo como prisionero de guerra, acabó por ser un amor verdadero que vive con auténtica pasión: “Bromeo con mis amigos, que esto ya pasa de ser una obsesión”, dice Callum en una entrevista con la BBC. “Soy tan anticuado como se puede ser”.

Ahorrando desde los 13 años para comprarse un coche clásico

Callum es amante confeso de la historia, aunque siente una debilidad particular por los años 40. No le culpamos, ya que entre las maravillosas décadas de 1940 y 1950 nacieron algunas joyas automovilísticas de la talla del Renault 4 CV (o ‘4-4’), el Citroën 2 CV, el Land Rover, el Mercedes-Benz 300 SL, el ‘tiburón’ Citroën DS, el BMW Isetta 250, el Lotus Mk7 o el Morris Mini-Minor /Austin Seven (el Mini original), por citar algunos ejemplos.

Ahora Callum colecciona y utiliza todo lo relacionado con ese período, como la ropa, menaje, lámparas de aceite y un tocadiscos vintage que utiliza para escuchar a sus favoritos como Vera Lynn, Anne Shelton o Frank Sinatra. “Si me preguntaran, no podría mencionar un cantante moderno”, dice. También es vintage su bici, una preciosa Raleigh de 1952.

La última adición de Callum a su colección es su coche, un Austin Cambridge de 1938 al que ha bautizado como ‘Poppy’. Cuando Callum sólo tenía 13 años le dijo a su madre Claire que quería un Austin, y ella confiesa que “no pensaba que eso fuera a suceder nunca”.

Pero el adolescente fue ahorrando lo que pudo, se sacó su carnet de conducir y finalmente se compró el coche de sus sueños a principios del pasado mes de noviembre por 7.000 libras (poco más de 8.100 euros) a un hombre que conoció mientras visitaba un museo.

Hablamos de un Austin Cambridge, que en esencia es una variante del icónico Austin 10 que fue ensamblado por la misma empresa británica que produjo la línea de coches deportivos Austin-Healey a principios de los años 50. Este coche se construyó en 1938 sobre un chasis de escalera (o independiente) y se produjo durante 15 años antes de su retirada.

Muchos de estos coches están en un museo y nunca se usan, pero eso no es para lo que están hechos"

Callum Grubb

Entre sus características inusuales, como los indicadores mecánicos de dirección (los abuelos de los intermitentes), un capó que se abre hacia fuera y cortinillas “anti deslumbramientos” en la parte trasera. Por supuesto, lleva el volante a la derecha y bajo el capó lleva un motor de 1,125 litros asociado a una caja de cambios de cuatro velocidades que empuja al Austin a una velocidad máxima de unos 80 km/h.

“No tiene cinturones de seguridad, pero me encanta”, dice Callum. Tiene la factura original que muestra que el coche costó 215 libras en 1938, lo que hoy equivaldría a unas 18.000 (algo más de 20.700 euros al cambio actual). Así, el primer coche de Callum tiene diez años más que su abuela Anne Walker, con quien ha vivido en Kirkcaldy (Escocia) desde los 12 años.

Y aunque Anne, de 75 años, utiliza regularmente un teléfono móvil, su nieto nunca ha tenido ninguno, ni se lo plantea: “Soy malo con la tecnología”, dice. “Me obligaron a tener un ordenador portátil para la universidad, y lo odiaba”.

Callum Grubb 2

Cuando este adolescente atrapado en la historia tiene que comunicarse, usa su teléfono de Baquelita o “sueco” (esos de toda la vida en los que hay que marcar los números en un disco que va girando) y que, por supuesto, es de la década de 1940.

Callum conduce su flamante coche casi todos los días por Kirkcaldy y sus alrededores, donde ya se ha convertido casi en una celebridad local. “Es como si viajaras en el tiempo, especialmente cuando conduces por las antiguas carreteras rurales”, dice.

Muchos de estos coches están en un museo y nunca se usan, pero eso no es para lo que están hechos: han de ser usados, así que eso es lo que hago”. Desde este momento, nos declaramos absolutos admiradores de este chico.

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