Que en la era de la tecnología, de las pantallas planas, de los móviles táctiles y de las infinitas ayudas electrónicas a la conducción exista una empresa que produce apenas 80 coches anuales de forma artesanal y exentos de cualquier componente electrónico que mejore nuestras dotes de conducción es realmente una oda a la nostalgia. Pero ahí está la francesa PGO para demostrar que es posible.
Gilles y Olivier Prévost empezaron montando réplicas y kit cars en su pequeño taller alsaciano, y a día de hoy PGO cotiza en bolsa, posee su propia planta de producción de 18.000 m2 cerca de Alès (al norte de Nîmes) y cuenta con el respaldo de capital kuwaití.
Su producción se limita a tres modelos que comparten un mismo chasis y los elementos mecánicos y se diferencian por su estética: el PGO Hemera, del que ya os hemos hablado aquí y es el modelo cerrado, el PGO Speedster II de 2003 posicionado como el más clásico, y el último en llegar y protagonista actual, el neo-retro PGO Cévennes.
El motor va siempre colocado detrás de los dos asientos disponibles y es el archiconocido bloque de 2 litros, 4 cilindros y 16 válvulas de PSA que da 138 CV de potencia y 190 Nm de par, lo que unido a los ligeros 980 kg del PGO Cévennes da como resultado unas prestaciones más que decentes.
200 Km/h y menos de 7 segundos para llegar a los 100 Km/h desde parado no son malas cifras, y si a ello añadimos que las sensaciones se multiplican por tres dada su condición de neo-clásico y su ausencia de insonorización bajo los parámetros modernos a los que estamos acostumbrados, seguro que no echamos en falta más potencia.
Encontrar por lo tanto un rival con el que medir al PGO Cévennes se convierte en una adivinanza de 3º grado, pero lo más parecido en el mercado sería un Lotus Elise (3.400 € más barato) o un Caterham Super Seven (400 kg más ligero). Sin embargo el PGO Cévennes no tiene el sofisticado chasis de uno y las prestaciones del otro están en otra galaxia, a parte claro que no posee el pedigrí de estos dos ingleses de raza.
Su condición de todo atrás, como el mítico Porsche 356 al que tanto se parece, le confiere una delantera muy ligera y delicada, factor por el que al PGO Cévennes le costaría seguir el ritmo de los dos británicos en trazado sinuoso, y si a eso le sumamos que la adherencia empieza a flaquear en cuanto el asfalto se torna graso o mojado, será mejor que los usuarios del PGO Cévennes dejen los piques para la galería de fotos.
Porque ya he dicho muchas otras veces que no todo son las frías cifras. El PGO Cévennes o el Speedster II son preciosos, su estética levanta pasiones dado su parecido con un clásico entre los clásicos, los nostálgicos adorarán las 8 esferas de su coqueto interior y sirven tanto para el día a día como para una escapada de domingo.
Y para los más sibaritas y ávidos de distinción PGO ofrece multiplicar sus posibilidades de personalización con 15 tonos de carrocería, 8 colores de capota, 14 tipos de cuero y 10 variedades de moqueta. Buena manera de olvidarnos de sus carencias ¿no?
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