Volkswagen se enfrenta a una difícil encrucijada mientras lucha por adaptarse a un mercado europeo de automóviles que no ha recuperado sus ventas de coches desde la pandemia. Según varios informes, la marca podría estar evaluando recortar “hasta 30.000 puestos de trabajo” y, por primera vez en sus 87 años de historia, el cierre de una fábrica en Alemania.
De llevarse a cabo estos recortes en Alemania, que equivalen a alrededor del 10 % del total de sus empleados en el país, estos afectarían sobre todo a las actividades de investigación y desarrollo (I+D) del fabricante, donde se perderían entre 4.000 y 6.000 puestos de trabajo de los 13.000 en total que hay en esta división. Pero la decisión final todavía no está tomada.
Una reestructuración necesaria para la supervivencia en un mercado hostil
Al igual que otros grandes fabricantes tradicionales, Volkswagen está tratando de hacer frente a un entorno hostil: ventas reducidas, márgenes de beneficio comprimidos y una fuerte competencia, sobre todo por parte de los fabricantes chinos de vehículos eléctricos, que han desembarcado en Europa pisando fuerte tras estudiar muy bien a sus rivales.
Según dijo recientemente el director financiero de Volkswagen, Arno Antlitz, a un grupo de empleados en la sede de la marca en Wolfsburgo (Alemania), las ventas de la marca en Europa han caído drásticamente, con “500.000 vehículos menos vendidos al año, el equivalente a la producción de dos plantas” y advirtió que “no esperaba una recuperación a corto plazo”.
Para hacer frente a esta realidad, su solución pasa por recortar gastos drásticamente y ajustar la producción. Así, la empresa no sólo se podría estar planteando la posibilidad de recortar miles de empleos en Alemania (especialmente en áreas como la de I+D) o cerrar su primera fábrica.
Además, el CFO de la marca podría estar considerando reducir las inversiones en los próximos cinco años de 170.000 millones de euros a 160.000.
El comité de empresa de Volkswagen ha dicho a la agencia de noticias alemana (DPA) que, aunque el fabricante debe reducir sus costes en sus plantas alemanas para poder ganar suficiente dinero e invertir en su futuro, la cifra de 30.000 despidos “no tiene ninguna base y es simplemente un disparate”. El desenlace está por ver, pues “cómo lograr este objetivo junto con los representantes de los trabajadores es parte de las próximas conversaciones”, añadió.
El mercado automovilístico europeo ha firmado su peor registro en los últimos tres años, con una caída del 18,3 % en agosto y solo 640.000 coches vendidos. La bajada ha afectado tanto a vehículos de gasolina y diésel como a los coches eléctricos, que han retrocedido más del 40 %, mientras que los precios de los coches usados siguen en aumento. Volkswagen, que concentra alrededor del 25 % del mercado europeo, ha visto cómo su división de turismos registraba una caída del 68 % en sus ganancias durante el segundo trimestre de 2024, con un margen de beneficio que apenas llegó al 0,9 %
En este sentido, el actual CEO del Grupo Volkswagen, Oliver Blume, también ha destacado la urgencia de reducir costos para asegurar la competitividad a largo plazo de la compañía: “Tenemos que recortar gastos y ajustar nuestra producción para sobrevivir al cambio hacia los coches eléctricos”.
Blume también indicó que la empresa debe alcanzar un ahorro de costos de 10.000 millones de euros para 2026 y cuestionó la viabilidad de mantener la protección laboral que había garantizado los empleos hasta 2029, lo que ha desembocado en una fuente de tensión con los sindicatos y representantes de los trabajadores.
Por su parte, Antlitz añadió que “los crecientes costos, incluidos los salarios más altos y las ventas lentas de la línea de vehículos eléctricos de la compañía, son un problema más profundo” y enfatizó que no se trata de un problema con los productos, sino de una demanda insuficiente en un mercado saturado y golpeado por la retirada de ayudas a la compra y también por la falta de infraestructura de carga.
Fuera de Europa, según Bloomberg, SAIC Volkswagen también estaría preparando el cierre de una planta en Nanjing (China), “tan pronto como el próximo año”. La planta fabrica tanto Volkswagen Passat como vehículos de Skoda, y tiene una capacidad de producción anual de hasta 360.000 unidades. Por el momento, SAIC Volkswagen ya ha detenido la producción en una planta, y una segunda está ralentizando la producción.
El impacto de los malos resultados del mercado en la industria europea
En el contexto actual, no sólo Volkswagen se enfrenta a la que enfrenta dificultades. Audi, otra marca del Grupo, ha detenido la producción en su planta de Forest, Bruselas, debido a la caída en la demanda de su modelo eléctrico Q8 e-tron.
Si no se asigna un nuevo modelo o se encuentra un comprador, el cierre de esta planta podría ser inevitable, lo que pondría en riesgo a más de 3.000 empleos y podría resultar en 2.600 despidos para finales de 2025. Entre los posibles compradores se encuentra la marca china NIO, lo que refleja cómo los fabricantes asiáticos están aprovechando la debilidad de las marcas europeas para expandirse en el continente.
Volkswagen también ha intentado salvar su situación con una reestructuración en su cúpula directiva, buscando nuevas estrategias que impulsen la marca a corto y largo plazo.
No obstante, el ex Consejero Delegado del Grupo VW, Herbert Diess, fue el primero que advirtió en 2021 que 30.000 puestos de trabajo estaban en juego en Alemania por culpa de la electrificación de la industria. La advertencia dañó las relaciones de Diess con los sindicatos de Volkswagen y fue uno de los factores que le costó el puesto. Oliver Blume, exdirectivo de Porsche, tomó entonces el relevo.
Si finalmente se concretan medidas como los despidos masivos y los cierres de plantas que están sobre la mesa, no solo impactarían de lleno a la plantilla de Volkswagen, sino que podrían desencadenar una serie de penosas consecuencias para toda la industria automotriz europea, erosionando la base industrial y la competitividad del continente frente a los gigantes asiáticos.
Probablemente, que Volkswagen tenga que enfrentarse a la realidad del mercado y ajustar sus operaciones puede ser inevitable, pero la forma en que lo haga tendrá repercusiones mucho más allá de sus fábricas y oficinas, impactando a la economía y al empleo en todo el continente.