Las carreras de aceleración son todo un universo en Estados Unidos. Cualquier cosa con ruedas que sea susceptible de mejorar su aceleración es presa del cuarto de milla y con el fervor hacia las grandes pick-up los motores diésel también acabaron por convertirse en dragsters.
Entre las preparaciones, los motores Cummins de ocho cilindros alimentados por gasoil son de lo más popular por sus posibilidades de mejora y fiabilidad, pero todo tiene un límite. El de este motor fueron tres turbos insuflando 10,06 bares de presión, sobrepasando los 2.000 CV de potencia y los límites de resistencia del propulsor.
Demasiado turbo
Después de varios minutos en el que podemos ver a la Dodge Ram de carreras ensamblada por D&J Precision Machine y Firepunk Diesel, llega el momento de ver las pruebas en banco donde tratan de extraer siempre ese poco más (o mucho más) a cada motor.
Y sí, seguro que ya habías visto muchos motores gripar en procedimientos similares o en carrera, bielas que salen por un costado, válvulas que se dan a la fuga o pistones hechos añicos, pero una explosión de esta magnitud, con el motor saltando literalmente por los aires es algo sumamente raro de ver.
La dramática secuencia es un poco menos dolorosa al carecer de sonido en las tomas que recogieron el momento de la detonación, pero ver cómo el bloque completo sale volando mientras el cigüeñal y las bielas siguen moviéndose es como contemplar los últimos latidos de un corazón al aire.
Por lo menos hay que agradecer que el último pop de este motor haya sido en un entorno controlado y aislado, sin provocar más que daños materiales, y no en plena competición.