Hasta ahora, la batería de un coche eléctrico podía tener una reparación relativamente sencilla: tras desmontar una de sus cubiertas, era posible extraer las celdas dañadas o deterioradas (cuyo tamaño es similar al de una pila AA doméstica) y reemplazarlas por otras nuevas. Con ello se evita tener que sustituir la batería entera, ahorrando tiempo y dinero.
Pero con la llegada de nuevas baterías que emplean celdas de mayor densidad, esa vía de reparación corre el peligro de desaparecer. Al menos ya es imposible realizar esta operación en la 'batería estructural' que Tesla está montando en los últimos Model Y, tal y como han podido comprobar los especialistas de Munro Associates.
Esta consultora de ingeniería norteamericana, especializada en desarmar vehículos eléctricos y sus componentes, ha llegado a tal conclusión tras invertir dos días de trabajo sin lograr acceder a las celdas de la nueva batería que los californianos producen en Texas.
Como abrir una lata envasada al vacío
A través de su canal de YouTube, los responsables de esta acción de 'ingeniería inversa' (es decir, desarmar un producto para aprender su composición y funcionamiento) relatan las dificultades que han experimentado para despegar una de las cubiertas metálicas de la batería. Una tarea que sólo han podido completar dañando severamente esta última.
Esto, que por sí solo ya volvería imposible recomponer el paquete, parece que quedará como un esfuerzo titánico pero inútil. Y es que bajo el metal las afamadas celdas 4680 permanecen cubiertas tras unos paneles de plástico que, para más inri, están sellados con gruesas capas de una resina similar al poliuretano.
We are cracking open the 4680 battery pack! Video coming soon… #MunroLive #TeardownTitan #Tesla #Battery #ElectricVehicle pic.twitter.com/WY8GJYRgDu
— Munro Live (@live_munro) July 8, 2022
Dicha resina, dura y altamente pegajosa, cumple una doble función. Por un lado sirve como una especie de 'cemento' que añade rigidez estructural a una batería que, no en vano, forma parte del mismo suelo del Model Y. Pero por el otro sirve también como un elemento aislante que garantiza el equilibrio térmico y la estanqueidad de las células.
Una idea de protección que, como gran inconveniente, dificulta al extremo la sustitución de las celdas de manera individual, obligando a encargar a Tesla una batería completa nueva si la original se viese demasiado deteriorada por el desgaste del uso o dañada tras un accidente.
Por ende todo apunta a que, en el momento en que estas baterías estructurales estén presentes en todos los modelos de Tesla, será prácticamente imposible reacondicionarlas para darles una segunda oportunidad. Algo que, desde la lógica, parece más sostenible que fabricar otra de reemplazo desde cero.
Sin duda, el descubrimiento de Munro Associates revela un cambio sensible en el planteamiento de los productos de Tesla. Una marca ya sobradamente conocida por las astronómicas facturas de sus servicios técnicos, los cuales practican un modelo de posventa más cercano al de la electrónica de consumo.
En este otro sector, desde hace años vale más la pena sustituir el producto entero que arreglar la parte afectada, y Apple es el gran referente de esta práctica. De hecho la firma de la manzana ofrece a sus clientes la posibilidad de reparar por sí mismos sus Iphone, pero los precios de los recambios y las herramientas hacen que, por lo general, sea más barato acudir a sus tiendas.