Los coches deportivos son los que más pasiones desatan. Ésta página se llama Motorpasión y por eso haciendo honor a nuestro nombre, últimamente os estamos dando una buena ración de ellos. El nuevo Mercedes SL 500 será nuestro compañero durante los próximos cuatro días, un biplaza mítico que mejora con los años.
Recordaréis que hace menos de un mes hice una escapada relámpago de dos días a Saint-Tropez para saber como se comportaba el Mercedes SL 63 AMG con sus 537 caballos deseando arrancar el asfalto cada vez que acelerabas (parte 1 y parte 2).
Esta vez hemos bajado un poco a la tierra y digo “un poco” porque el Mercedes SL 500 es otro de esos coches que están solo al alcance de unos pocos. Es más asequible y racional que el SL 63 AMG, pero no por ello mucho más aburrido. Os invito a ocupar el asiento del copiloto durante los próximos cuatro días….
Desde hace más de 60 años los Mercedes SL ha tenido el rol de actor estrella de la marca de alemana, y con permiso del todopoderoso Mercedes SLS AMG, todavía lo sigue siendo. Así lo demuestran las más de 650.000 unidades del Mercedes SL que se han fabricado desde el nacimiento de esta saga en 1954.
No debemos olvidar tampoco que ha habido generaciones del SL como la que tiene denominación interna R 107 que se han fabricado desde 1971 hasta 1989, casi dos décadas cosechando éxitos. Mi compañero Javier Costas tuvo la suerte de poder probar uno del año 1981 recientemente y creo que también a él consiguió conquistarle.
Lo que esconde el Mercedes SL 500 del Siglo XXI
Fiel a su tradición de biplaza deportivo, el Mercedes SL 500 tiene todo lo que sobre el papel debe tener un biplaza roadster con estas aspiraciones. La línea elegante y moderna de su carrocería, se divide en varias partes y el conjunto crece en tamaño considerablemente.
El nuevo SL mide cinco centímetros más de largo, hasta alcanzar los 4.612 mm. El ancho se incrementa más que el largo, ya que gana 5,7 centímetros hasta alcanzar los 1.877 mm. Estas cotas exteriores más grandes, además de darle un aspecto más robusto sobre el asfalto, también se notan en el interior, pero de eso hablaremos más adelante.
Echando un vistazo a su musculada figura, la parte delantera está presidida por un largo morro que esconde en su interior el motor V8 biturbo de 435 caballos de potencia. La cara es el atractivo frontal que desde el nacimiento del SLS AMG han ido adoptando poco a poco todos los modelos de la marca de la estrella y que tan bien les sienta.
Justo detrás del morro, el área del habitáculo se encuentra muy retrasada, pero deja un espacio bastante prominente a un tercer volumen para el maletero. No es para menos, porque dentro tiene que caber el techo rígido cuando está plegado.
Detalles muy SL
Hay detalles que no pueden faltar en un Mercedes SL. Como muestra, basta con echar un vistazo a las branquias laterales, que generación tras generación han ido ganando fuerza y presencia frente al resto del conjunto.
Al igual que en el modelo anterior, están divididas por dos barras horizontales que le dan el toque agresivo. Esas branquias situadas en las aletas delanteras también son el embrión del que nace la línea de la cintura del coche, que sutilmente se dispone a través de las puertas acabando casi en conexión con las ópticas traseras.
Estas branquias laterales son casi idénticas a las dos que se disponen sobre el capó delantero, casi pegadas al parabrisas. La posición de estas también marcan las líneas de las aristas que lo recorren de atrás a delante y acaban en la parrilla presidida por la estrella.
Las nuevas ópticas delanteras, de mayor tamaño y con mayor protagonismo en el frontal del coche son bajo mi punto de vista un acierto, aunque he escuchado a ciertos detractores que las criticaban. Sus formas oblicuas le otorgan mucho más fuerza respecto a otros elementos de la carrocería, y eso se nota.
Mercedes dice que éste es uno de los rasgos del coche que destila mayor masculinidad. Tal vez por eso no le gusten a algunos que piensan de forma equivocada que éste no es un coche demasiado masculino. Eso es porque no lo han conducido.
En la trasera es dónde la evolución respecto a la generación es más sutil. Hay cambios, pero a ojos de los más profanos apenas se notan. Las principales diferencias están en las ópticas, que aunque mantienen las líneas maestras del anterior, ahora son mucho más afiladas, ayudando a resaltar el aspecto más ancho y robusto a la trasera.
Si ves el coche desde atrás, el perfil interior de las ópticas baja en diagonal con una forma mucho más inclinada respecto a la línea del suelo. Además al igual que ocurre en las ópticas delanteras, las traseras ocupan más espacio del panel lateral del coche.
Estas marcan la forma de la tapa del maletero, que también es ahora un poco más aerodinámica que en la generación anterior. En las versiones mundanas carece del pequeño alerón que había en el SL 63 AMG porque aerodinámicamente no es necesario y rompería un poco la armonía elegante de la zaga.
Por concluir con la parte trasera, una vez más los escapes con formas angulosas vuelven a estar presentes. Me voy a tener que acabar acostumbrando a ellos. Las llantas de la unidad de pruebas eran de 19 pulgadas en ambos ejes, aunque las versiones AMG más potentes pueden llevar de 19 delante y de 20 detrás.
El interior del Mercedes SL 500
La línea atlética y elegante del exterior del Mercedes SL 500 tiene su perfecto aliado en un interior lujoso y confortable al mismo tiempo, algo de lo que pocos biplazas descapotables pueden ostentar.
A pesar de que el interior en la generación precedente no era precisamente pequeño ni agobiante, el nuevo SL se aprovecha de las mayores dimensiones exteriores para ganar en habitabilidad. Al ser un coche más largo y más ancho, también se ha mejorado el espacio a la altura de los hombros y de los codos en 37 y 28 milímetros respectivamente.
Como en el resto de la gama Mercedes, se recurre a unas salidas de aire con forma de hélice de avión. Parece que éstas le sientan bien a cualquier modelo Mercedes, desde los superdeportivos como el SLS AMG hasta los compactos como el nuevo Clase A. Bajo mi punto de vista es un acierto.
Por lo demás, en la simplicidad está el secreto de su éxito. En la consola central encontramos pocos mandos, pero todos muy bien situados y muy a mano. Entre los dos asientos se esconde el mando que permite descapotar el coche y bajar todas las ventanillas al mismo tiempo, escondido debajo de una tapita muy sutil.
El volante tiene un tamaño óptimo, es lo suficientemente pequeño para que notes que estás conduciendo un coche ágil y no un trasto torpe como ocurría con el anterior SL 350 que probamos en Motorpasión.
Por supuesto en un coche de este segmento, la calidad de los materiales es de primera. Los asientos son una mezcla perfecta entre amplias butacas y asientos deportivos al mismo tiempo. Vamos, que si los configuras correctamente podrás viajar cómodamente con tu mujer al lado y llegar descansado, o por contra apretarlos y endurecerlos un poquito para que tu acompañante no salga disparado cuando ruedas fuerte en tramos de curvas.
Una mención específica merece bajo mi punto de vista la diminuta palanca selectora del cambio. Frente a lo que estamos acostumbrados en otros modelos como el Porsche 911 Carrera S, en éste caso la palanca se ha reducido a la mínima expresión. Total solo es necesaria para seleccionar D, R o P y el resto de cambios se hacen con las levas situadas detrás del volante. Me gusta.
Continuará...
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