Estados Unidos ha incrementado al 100% los aranceles a la venta de coches fabricados en China para evitar a toda costa que estos modelos se vendan en su mercado y proteger su industria local. El problema es que esta medida puede ser contraproducente.
Es lo que ha intentado hacer ver el CEO de Polestar, Thomas Ingenlath, en declaraciones al medio Automotive News, explicando que hay muchas marcas occidentales que fabrican sus coches en China.
Trasladar la producción a Occidente no es una opción, al menos a corto plazo
A lo largo de los últimos años, China está poniendo en jaque a la industria del automóvil occidental, especialmente a la europea. Como Estados Unidos no quiere verse en la misma tesitura que nuestro continente, el Gobierno dirigido por Joe Biden ha tomado una decisión drástica para frenar al lobo chino.
Esa decisión consiste en incrementar los aranceles a los coches fabricados en China que se venden en Estados Unidos del 27,5% actual a un 100%. Es una medida tan dura que en la práctica supone que ningún fabricante chino esté dispuesto a vender sus coches en ese mercado.
De esa forma, Biden pretende proteger su industria de una competencia china que cada vez es más dura y contra la que cada vez cuesta más competir, no solo porque los precios de los coches chinos son más bajos, sino porque su tecnología y sus coches no tienen nada que ver con los de hace años y ahora están preparados para plantar cara a los occidentales.
Sin embargo, algunas marcas occidentales no se están tomando nada bien la medida de Biden, a pesar de que, en teoría, deberían beneficiarse. El problema para estas compañías es que algunos de sus modelos se fabrican en China, por lo que los aranceles de Biden les hacen polvo.
El CEO de Polestar, Thomas Ingenlath, acaba de dar su opinión sobre esta medida y ha sido tajante: “Hay una cierta errática que surge al pasar de un día para otro a aranceles del 100 por ciento”, ha dicho Ingenlath al medio Automotive News.
Para la marca sueca, el mercado estadounidense es crucial, especialmente desde que forma parte del Nasdaq, por lo que los aranceles se han convertido en un problema, teniendo en cuenta que fabrica parte de su gama en China, concretamente los Polestar 2 y Polestar 4.
Precisamente durante la presentación internacional a prensa del Polestar 4, que ha tenido lugar recientemente en España, Ingenlath ha dicho que “el libre comercio ya no es fácil”, en palabras recogidas por Automotive News, y también ha señalado que “Este no es un problema exclusivo de Polestar o de esta industria. Sólo espero que, si no existe ninguna lógica para el libre comercio, al menos podamos tener un comercio justo”.
El director de Polestar puso como ejemplo la fabricación del Polestar 3. El nuevo buque insignia de la marca sueca se fabrica en Estados Unidos, pero casi la mitad de las unidades que se producirán allí se exportarán: "Esos serán automóviles producidos por trabajadores estadounidenses en Estados Unidos. Espero que se reconozca ese beneficio y la creación de valor", ha comentado.
Lo que ha querido dejar claro Ingenlath es que, si las medidas de Biden se aplican en otros mercados, las exportaciones de los Polestar fabricados en Estados Unidos se resentirían y eso afectaría de forma negativa a la industria del automóvil estadounidense, por lo que este tipo de decisiones deberían meditarse un poco más, en su opinión.
Y es que, después de Estados Unidos, es probable que Europa tome decisiones similares, aunque menos drásticas, y Polestar no es, ni de lejos, la única marca occidental que fabrica sus coches en China y tiene intereses en ese mercado, por lo que implantar aranceles contra China para salvar la industria occidental puede acabar siendo perjudicial para la propia industria occidental.
Es la pescadilla que se muerde la cola y, desde luego, la situación no es fácil para las industrias del automóvil europea y estadounidense, pero tomar decisiones políticas tan drásticas puede ser contraproducente, como está intentando dejar claro el máximo responsable de Polestar.
Y también avisa que, por mucho que las marcas quieran adaptarse a estas medidas y trasladar su producción de China a Europa o Estados Unidos, no es fácil: “No se puede tener lista de un día para otro una línea de producción. Se necesitan meses, si no años, de preparación”.