El coronavirus nos está obligando a quedarnos en casa para tratar de aplacar la propagación de la pandemia. Obviamente esto supone una considerable reducción en el uso que le damos a nuestros coches al haber caído en picado los desplazamientos tanto diarios como de fin de semana (aproximadamente una reducción del 90%).
Esto puede suponer un problema a nivel mecánico, puesto que sin repostar los coches podemos utilizar la gasolina de invierno en fechas más cálidas. Y es que no, la gasolina no siempre es igual puesto que se varían los aditivos.
Prevenir los contagios usando la gasolina correcta
Ha sido la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) quien ha alertado sobre este problema. En un comunicado oficial ACEA ha pedido a los productores de combustible que reduzcan la elaboración de gasolina y diésel de invierno, al menos en las previsiones hasta el 1 de mayo de 2020.
No sólo nos referimos a la gasolina y al diésel que se quedan almacenados en un coche que no usamos más que apenas unos pocos días o en recorridos limitados durante lo que llevamos (y nos queda) de estado de alarma, también nos referimos a los acopiados en las estaciones de servicio y cuya demanda ha caído en picado.
¿Por qué? Esta demanda nace a colación de los compuestos utilizados para la producción de combustibles. Dichos combustibles no son siempre iguales, sino que varían en función de la época para la que esté previsto su consumo. Así una gasolina de verano utilizará aditivos que prevengan la evaporación debido a la influencia de la temperatura ambiental.
En el extremo opuesto una gasolina de invierno es más ligera. Un combustible con una volatilidad mayor utilizado en temperaturas más cálidas de entrada puede producir unas emisiones contaminantes superiores, colapsar los filtros de carbono, y en el peor de los casos desembocar en un mal funcionamiento del motor.
La combustión dentro de los cilindros se volverá inestable, haciendo que el motor no funcione redondo, que el sistema de alimentación no trabaje de la manera apropiada, puede producir toses e incluso llegar a calarse. Una vez con el motor parado puede ser difícil hacer que vuelva arrancar.
ACEA también alerta sobre el posible malfuncionamiento de los sistemas anticontaminación por evaporación de los carburantes. Estos sistemas se verán obligados a purgarse con mayor frecuencia y pueden llegar a derivar en que la centralita detecte una avería y la muestre en el cuadro de mandos.
La explicación técnica se recoge en la Directiva Europea de Calidad del Carburante. Aquí se estipula las características de los combustibles utilizados y en cuyos artículos 34 y 35 se recoge que a partir del 1 de mayo en los climas cálidos (véase España), la volatilidad de la gasolina debe ser de 60 kPa, 10 kPa inferior a la de los climas fríos.
Es lógico pensar que en la situación de excepcionalidad actual hay que reducir al mínimo los desplazamientos, pero tampoco conviene en absoluto sufrir una avería en nuestro coche. La mayoría de establecimientos están cerrados (gasolineras y servicios de reparación en talleres se mantienen operativos), pero habría que hacer un esfuerzo por evitar los mínimos contactos posibles entre personas evitando rescates en carretera. Algo por lo que ACEA pide la colaboración de los gobiernos.
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