La transición a la movilidad eléctrica no es igual en todo el mundo. Mientras que en la UE no vamos a poder comprar coches nuevos gasolina o diésel a partir de 2035, en EEUU se estableció el objetivo de que la mitad de los coches nuevos vendidos de cara a 2030 fueran cero emisiones. Ahora, el Gobierno de Joe Biden podría estar a punto de dar marcha atrás.
Según avanzan el New York Times o el Washington Post, de cara a esta misma primavera, la administración de Biden y la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EEUU (EPA) tienen la intención de modificar las exigencias de la normativa en materia de emisiones y relajar los objetivos obligatorios para los fabricantes en cuanto a vehículos eléctricos.
Los fabricantes de automóviles en EEUU y los sindicatos aumentan la presión
En un momento en que la venta de vehículos eléctricos en EEUU empieza a mostrar signos de desaceleración, y las preocupaciones sobre la infraestructura de carga pública aumentan, la administración de Biden podría estar sopesando una decisión crucial que podría cambiar el rumbo de la industria automotriz: retrasar las exigencias de las normativas de emisiones destinadas a acelerar la transición hacia los vehículos eléctricos.
Así lo afirman al New York Times fuentes cercanas al Gobierno de Biden, apuntando que, “en lugar de exigir a los fabricantes de automóviles que aumenten exponencialmente las ventas de vehículos eléctricos” de cara a 2030, ahora estos “tendrán más tiempo para adaptarse” a una movilidad cero emisiones. Según el medio estadounidense, “la administración tiene previsto publicar la norma definitiva a principios de primavera”.
Tras este brusco cambio de rumbo hay varios factores como las ventas descafeinadas de los últimos meses, con los compradores potenciales desalentados por los altos precios y la relativa escasez de estaciones de carga, el aumento de presión de los fabricantes y de los sindicatos de trabajadores de la industria automotriz, que aunque apoyaron a Biden en 2020, ahora temen por sus puestos de trabajo.
Volkswagen is one of several foreign automakers that see electric cars and the upheaval they are causing as a way to challenge the dominant players in the U.S. https://t.co/zOSd1EJvPR
— The New York Times (@nytimes) February 21, 2024
Tampoco ayudan los vientos cruzados en torno a la reelección del Presidente Biden, que camina por una cuerda floja tratando de equilibrar dos importantes prioridades: combatir el cambio climático y defender los derechos laborales. Por su parte, el ex presidente Donald J. Trump, ha aprovechado para atacar a los coches eléctricos asegurando que estos “no funcionan” y diciendo a los trabajadores que las políticas de Biden “son una locura” que eliminaría “el primer día de su regreso a la Casa Blanca”.
La pasada primavera la EPA estableció en su normativa de emisiones que el 67 % de las ventas de coches y vehículos comerciales ligeros nuevos fueran totalmente eléctricos en 2032, frente al 7,6 % de 2023, lo que supondría una transformación radical del mercado automovilístico estadounidense. Ese seguiría siendo el objetivo, hasta que se ultime la nueva normativa.
Mismas preocupaciones que en Europa por el ritmo de la transición
Aunque el año pasado se firmó un récord de 1,2 millones de vehículos eléctricos vendidos en EEUU, las previsiones para 2024 son muy distintas: incluso con una nueva normativa de emisiones requeriría que esas ventas aumentasen casi diez veces en sólo ocho años.
Y aunque la medida estrella del mandato de Biden, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) concede ayudas a la compra de hasta 7.000 dólares, actualmente sólo 18 modelos son elegibles para ese crédito, en comparación con las dos docenas del año pasado.
En un comunicado, John Bozzella, presidente y CEO de la Alianza para la Innovación en la Automoción (que representa a 42 empresas automovilísticas que producen la mayoría de los vehículos nuevos vendidos en EEUU) dijo que el país necesita relajar la velocidad de la transición a los vehículos eléctricos: “El ritmo importa”.
“Hay que dar al mercado y a las cadenas de suministro la oportunidad de ponerse al día, mantener la capacidad del cliente para elegir, dejar que la carga pública esté disponible, y permitir que los créditos industriales y la Ley de Reducción de la Inflación hagan su trabajo”, dijo.
Aunque la divergencia en las políticas automotrices entre EEUU y Europa refleja diferentes enfoques en la lucha contra el cambio climático y la transición a la movilidad eléctrica, hay varias preocupaciones similares sobre la mesa, como los precios elevados, la falta de infraestructura o la lenta penetración de los eléctricos en el mercado. De salir adelante la “prórroga” en EEUU, quizá suceda lo mismo en Europa.
Como dijo hace un mes el director financiero de Porsche (una de las marcas que más ha invertido en el desarrollo de los e-fuels), Lutz Meschke, “hay muchas discusiones sobre el fin del motor de combustión”. El directivo apuntó a que el plan europeo de prohibir la venta de coches nuevos con motor de combustión para 2035 “podría retrasarse”. Hemos de recordar que, más allá de las declaraciones de Meschke, el acuerdo europeo incluiría una cláusula de revisión de la normativa, que podría cambiar en 2026.