
Hoy en día los perros son esencialmente mascotas, fieles compañeros tremendamente queridos. Pero a lo largo de la historia de la humanidad han sido animales de trabajo cumpliendo con todo tipo de quehaceres. Uno de ellos, el de tirar de carros, siendo pieza fundamental para el negocio de pequeños comerciantes, granjeros o agricultores.
Esto fue muy popular en algunos países europeos durante los siglos XIX y XVIII, o incluso en las primeras décadas del siglo pasado. Esos mismos perros fueron reclutados durante la Primera y Segunda Mundial con idéntico cometido, ya llevaran heridos, suministros o armamento. Actualmente, esa tradición ha derivado en un deporte canino que mantiene el legado de aquellos nobles peludos.
De llevar pan y leche a arrastrar ametralladoras
Los perros tirando de carros fueron tremendamente importantes para comerciantes, agricultores o granjeros en los mencionados siglos en Países Bajos, Bélgica, Francia o Alemania. También durante la era victoriana en el Reino Unido.
Trasportaban todo tipo de mercancía, desde botellas de leche a verduras, pasando por pan o alimentos horneados. En general, cualquier producto susceptible de venta. Un perro era mucho más barato que un caballo o una mula, así que habitualmente recurrían a ellos humildes negocios familiares.
Estos trabajadores perritos fueron literalmente criados para esta tarea durante generaciones. Entre las razas más habituales encontramos los Gran boyero suizo, los Boyero de Berna, los Leonberger, los Terranova o los San bernardo. Todos son muy similares: de gran tamaño y fuerza física, sumado a un temperamento tranquilo y amable.
Prohibidos en Londres. Tanto se recurría a los perros de tiro, que en grandes urbes como Londres esta práctica fue prohibida. Así lo recogió la Ley de la Policía Metropolitana de 1839. Se aplicó desde el 1 de enero de 1840 y no fue derogada hasta la década de los 70:
Toda persona que dentro del Distrito de la Policía Metropolitana utilice cualquier perro con el propósito de tirar o ayudar a tirar cualquier carro, carruaje, camión o carretilla será responsable de una multa no mayor a cuarenta chelines por la primera infracción, y no más de cinco libras por la segunda o cualquier infracción siguiente. (Artículo 56. Ley de la Policía Metropolitana de 1839)
La multa no era pequeña teniendo en cuenta que a finales del siglo XIX en Londres el sueldo medio de un jornalero rondaba entre 10 y 12 chelines por semana. Y ya no digamos si se reincidía.
Esta normativa se aplicó porque normalmente circulaban por zonas peatonales, lo que acabó por resultar molesto dado que no pocos vendedores ambulantes usaban perros de tiro. Aunque se señalan otros motivos, como que someter a un exceso de trabajo a los canes podía hacerles más proclives a padecer la rabia. Según la revista médica The Lancet los casos de rabia en perros se redujeron en Londres desde 1941.
A pesar de la prohibición londinense, en zonas rurales de Francia y Bélgica se siguió recurriendo a perros para tirar de carros hasta bien entrado el siglo XX. "Durante años y años, fue casi universal, y los extranjeros en Bélgica siempre estaban encantados con la singularidad de estos pequeños carros tirados por perros enormes, con pelo largo y amarillento y orejas de lobo", escribió Pieter van der Meer, viajero holandés según recoge Rare Historical Photos.
Esenciales en la guerra. Muchos de estos perros, que seguían usándose como animales de tiro, fueron requisados por el ejército en periodo de guerra. Esencialmente en la Primera Guerra Mundial. En Bélgica eran los encargados de arrastrar los carros que transportaban los ametralladoras Maxim. Y hasta se crearon trincheras específicas para protegerlos de disparos y proyectiles. También al armamento que transportaban, claro.
Asimismo se utilizaron para llevar suministros entre bases y trincheras. El ejército ruso recurrió a ellos en la Segunda Guerra Mundial para tirar de carros equipados con camillas para transportar heridos. Los perros en estos periodos bélicos no solo fueron animales de tiro: también eran entrenados para llevar mensajes o incluso los alemanes los usaban como espías.
Una tradición que pervive gracias a un deporte canino
Si bien actualmente cazadores o agricultores en pueblos recurren a perros para diversas tareas, hay lugares donde se siguen usando los de tiro para el pequeño comercio. Aunque más por tradición histórica y reclamo turístico que por necesidad. Es el caso de Dawson City, un pueblo de Canadá cercano a la frontera con Alaska. Allí mantienen su servicio de reparto de periódicos con carros tirados por canes.
Pero el legado de esta tradición actualmente lo encontramos sobre todo en el drafting o carting. Se trata de un deporte de exhibición en el que los dueños entrenan a sus mascotas para realizar diferentes pruebas tirando de carros.
En EEUU o Canadá hay competiciones oficiales reguladas por clubes caninos como el American Kennel Club (AKC) o el Bernese Mountain Dog Club of America. Materiales y elementos, el tipo de carro o el peso que pueden llevar se incluye entre las normas habituales. Es una bonita forma de mantener vivo este legado histórico que recuerda lo esenciales que fueron estos perritos para tantas y tantas familias durante varios siglos.
Imágenes | Postales históricas (Rare Historical Photos y Wikimedia)