Un puente de Nueva York no puede cerrar al hincharse por culpa del calor. Es un adelanto de lo que les espera a nuestras infraestructuras anticuadas con el calentamiento global

Un puente de Nueva York no puede cerrar al hincharse por culpa del calor. Es un adelanto de lo que les espera a nuestras infraestructuras anticuadas con el calentamiento global
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El lunes por la tarde, el conocido puente que cruza el río Harlem y conecta el Bronx con Manhattan (EEUU), tuvo un fallo en su mecanismo a causa de las elevadísimas temperaturas que asolan estos días a la ciudad y se quedó atascado durante horas sin poder cerrarse, lo que generó importantes retenciones de tráfico.

Las autoridades, que llegaron de inmediato a la zona afectada en lanchas, tuvieron que emplear medidas desesperadas como disparar potentes chorros de agua contra la estructura para conseguir enfriar el metal. Afortunadamente, el puente reabrió el mismo día, sin víctimas que lamentar uno de los días más calurosos del año en Nueva York.

Estructuras antiguas frente al calentamiento global: un anticipo de lo que nos espera

El lunes por la tarde, el antiguo puente que cruza el río Harlem y conecta el Bronx con Manhattan (EEUU), se quedó atascado en la posición abierta debido a las elevadas temperaturas y densa humedad que han asolados los últimos días a Nueva York, que han llegado a rondar los 100 grados en la escala Fahrenheit (unos 38ºC).

Estas condiciones climatológicas sostenidas durante varios días acabaron provocando que el gran puente de acero, con una antigüedad de 126 años, acabase sobrecalentándose y expandiéndose, lo que impedía que cerrase correctamente.

Tanto oficiales del Departamento de Bomberos de la Ciudad como del Departamento de Transporte de Nueva York (DOT) trabajaron sin descanso durante horas para rebajar la temperatura del metal, incluso propulsando agua del río sobre el puente desde sus botes, para intentar dejar el puente conectado a la carretera de nuevo.

Esto provocó importantes retenciones de tráfico durante la hora pico de calor, pero afortunadamente pudo ser solventado sin víctimas que lamentar.

Dicha estructura, conocida como el puente ‘de la Tercera Avenida de nueva York’ había sido revisada recientemente, como parte de un proyecto de rehabilitación de este tipo de estructuras que tiene en marcha la Gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, y que ha costado ya más de 500 millones de dólares (unos 462.380.000 al cambio).

Este tipo de incidentes curiosos relacionados con las temperaturas cada vez más elevadas en verano, que acaban afectando a infraestructuras de cierta antigüedad, ya no son hechos tan aislados. Las graves olas de calor alimentadas por el cambio climático se han convertido en la nueva realidad del verano y son cada vez más intensas, largas y frecuentes.

Fenómenos como la deformación de las vías del tren en Londres o que incluso las carreteras se lleguen a doblar, literalmente (como sucedió en Cambridge), se dan porque muchos edificios, carreteras y otras infraestructuras levantadas hace décadas, fueron pensados, diseñados y construidos con materiales que están cada vez más obsoletos.

El incidente en el puente de Nueva York es otro ejemplo más de cómo nuestras infraestructuras anticuadas están luchando por mantenerse funcionales en un clima que cambia rápidamente, y subraya la necesidad urgente de reevaluar y actualizar nuestras estructuras para garantizar su resiliencia frente al calentamiento global.

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