A pesar de que los coches eléctricos -y los de pila de combustible- no contaminan de forma directa, sí lo hacen más allá de lo que implica su proceso de fabricación, el de sus baterías o el origen de la fuente de energía que utilicen para recargarse.
Hablamos de los neumáticos y las partículas tóxicas que se desprenden durante la frenada. Un estudio advierte de que la contaminación provocada por los neumáticos puede llegar a ser miles de veces peor que las emisiones de los tubos de escape de los vehículos de combustión, y pone en el foco en los coches eléctricos.
Los coches electrificados con las baterías más grandes, en el punto de mira
La investigación, realizada por la empresa de pruebas independiente con sede en el Reino Unido, Emissions Analytics, se basó en la prueba de 14 marcas de neumáticos diferentes utilizando un Mercedes-Benz Clase C. Por su parte, las emisiones procedentes del tubo de escape se midieron en cuatro SUV de gasolina de 2019 y 2020.
Según los resultados, los neumáticos usados produjeron 36 miligramos de partículas por kilómetro, casi 1.850 veces más que el promedio de 0,02 mg/km de los gases de escape de los vehículos de combustión.
Un estilo de conducción muy agresivo hizo que las emisiones de partículas se dispararan a 5.760 mg/km.
Mientras que estas emisiones (como pueden ser las NOx) afectan a la calidad del aire, las que proceden del desgaste de los neumáticos y los discos de freno van directamente al suelo y al agua, contaminándolos con compuestos orgánicos tóxicos y carcinógenos.
Además, su reducido diámetro (inferior a 2,5 micrones) facilitan su entrada en el cuerpo a través de la inhalación y los órganos a través del torrente sanguíneo.
Un problema que aumenta proporcionalmente al peso del vehículo, y que en el caso del coche eléctrico es peor debido al extra que suponen las baterías. Según el estudio, una batería de media tonelada de peso puede generar emisiones de los neumáticos casi 400 veces mayores que las emisiones de un tubo de escape.
Por ejemplo, el BMW XM, un híbrido enchufable, podría acercarse a las 3 toneladas en orden de marcha. Le sigue otro PHEV, el Range Rover P510e, que alcanza los 2.810 kg.
Sin embargo, el estilo de conducción es determinante: cuanto más suave y progresivo sea, menos nanopartículas se emitirán, así como ocurre con los modelos equipados con frenos de tambor en el eje trasero.
La Comisión Europea recogerá en la futura Norma Euro 7 este problema de contaminación para limitar la emisiones de PM2.5 y nanopartículas de todo tipo de motores de combustión y de frenos en vehículos convencionales y eléctricos.
En este sentido, los vehículos de combustión más pesados, como los SUV y todoterrenos, se verán más afectados por la norma.