Thierry Boutsen es de aquellos pilotos competitivos que cuando tenían el día, eran imbatibles. Tras empezar su carrera deportiva con Arrows, saltó a la palestra con un cuarto puesto final en el campeonato de 1988 con el Benetton-Ford antes de buscar un futuro mejor en Williams. Con la llegada del motor Renault, todo podía pasar. Y vaya si pasó. El ya veterano piloto de Bruselas se erigió como un sorprendente "Rainmaster", imponiéndose en dos carreras bajo sendos diluvios en 1989 en las que ni el mismísimo Ayrton Senna pudo ganar. Para el Gran Premio de Hungría de 1990, habría más batalla entre estos dos hombres.
El campeonato llegaba con toda la atención centrada en la lucha entre el astro brasileño y su rival, el francés Alain Prost que pilotaba un Ferrari. La parrilla de salida ya dio una de aquellas sorpresas a las que el Hungaroring nos tiene habituados (el rendimiento del Renault R23 en 2003 es otra de ellas) con una primera fila copada por los dos Williams-Renault. Thierry Boutsen marcaba una extraordinaria pole position, la única de su carrera, mientras que Riccardo Patrese era segundo. El Williams había demostrado ser capaz de ganar en manos del italiano, en Imola, y una posición tan favorable en el lento circuito húngaro hacía presagiar grandes cosas.
Por detrás, Ayrton Senna era cuarto por detrás de su compañero de equipo, Gerhard Berger. Peor lo tenía Prost, que no pudo evitar una pobre octava posición. En la salida y a pesar de lo estrecho de las primeras curvas, no hubo que lamentar ningún incidente, y Boutsen empezaba a marcar su propio ritmo. Los demás parecían incapaces de seguirle. De hecho, su compañero de equipo se vio superado por varios competidores, entre ellos un Senna que quería asestar un golpe clave al campeonato. Pudo haberlo hecho pero un pinchazo cerca de mitad de carrera le obligó a parar a boxes y le hizo bajar hasta la décima posición.
Los perseguidores de Boutsen sufrían sus propios problemas, con Jean Alesi quedando fuera de carrera tras ser golpeado por un Pierluigi Martini que no se apartó adecuadamente durante su doblaje. En la misma vuelta, Prost tuvo que abandonar con problemas en su caja de cambios. Senna, mientras tanto, iba remontando a marchas forzadas y en la vuelta 56 llegó hasta la tercera posición. Hasta ese punto, Alessandro Nannini con el Benetton había sido el único piloto en preocupar a Boutsen, siguiéndole de cerca e intentando la gesta. No había sido posible aunque quedaban aún una veintena de vueltas que podían traer cualquier sorpresa.
La sorpresa llegó aunque seguramente no fue lo que esperaba el italiano de Benetton. Ayrton Senna intentó un adelantamiento audaz que terminó en contacto entre ambos. Senna pudo seguir pero Nannini no. Faltaban trece vueltas para el final. Pero esta no fue la única colisión que dejó fuera de carrera a pilotos competitivos. Tras un momento tenso con Patrese, Nigel Mansell fue sacado de pista por Gerhard Berger, en una maniobra extremadamente similar a la de Senna con Nannini, siendo incluso en la misma curva. En este caso, los dos pilotos implicados se vieron fuera de carrera.
Por delante, Senna recuperó el tiempo perdido con unos neumáticos que tenían más de treinta vueltas menos que los del líder. Su ritmo era evidente pero para ganar, había que adelantar a un Boutsen que tenía la confianza de un Williams FW13B que funcionaba a las mil maravillas y la suya propia en un fin de semana en el que lo hizo todo perfecto. Solo le faltó la vuelta rápida para obtener lo que habría sido un sorprendente "Grand Chelem". Al final, Boutsen se mantuvo en cabeza y cruzó la línea de meta dos décimas por delante de Senna, que por lo menos obtenía la satisfacción de sumar seis puntos que elevaban su liderato sobre Prost a diez.
Tras los dos primeros clasificados, un prudente Nelson Piquet había usado toda su experiencia para aprovecharse de las variopintas situaciones que habia dado el Gran Premio de Hungría y hacerse con la tercera posición, completando el podio. Riccardo Patrese tuvo que conformarse con una cuarta posición fruto de una mala salida que le obligó a realizar una parada para intentar compensar. Esto le había permitido tener un buen ritmo y la vuelta rápida de la carrera pero los doblados y encontrarse otros pilotos en pista además de momentos delicados como el vivido con Nigel Mansell en pista le dejaron fuera del "cajón".
Los puntos los completaron dos de los pilotos con motores Lamborghini. Derek Warwick finalizó en quinta plaza en el que fue el último resultado en los puntos de Lotus de la temporada, mientras que el último punto se lo llevó Éric Bernard con el Lola-Lamborghini del equipo Larrousse. Para el francés, también esta carrera le dio el último punto del año, aunque su compañero de equipo Aguri Suzuki aún tenía que puntuar dos veces más, una de ellas en el podio del Gran Premio de Japón. En cuanto a Boutsen, llegó a la sublimación de su carrera deportiva ese doce de agosto en el extremadamente cálido Hungaroring.
El entonces piloto de Williams se iba de Hungría en cuarta posición del campeonato y a tan solo dos puntos de Berger, que era tercero. Buscar una tercera posición final no era una utopía. Pero como suele suceder en la Fórmula 1 y en la vida, llegan las sorpresas. Boutsen lo pasó mal en las últimas carreras mientras que Mansell y Berger apretaron los dientes y Piquet ganó las dos últimas carreras del año. Boutsen "solo" pudo ser sexto aunque por delante de Patrese. Mansell se replanteó su retirada y firmó por Williams y el bueno de Thierry fue quien perdió el volante. Su destino, langidecer dos años en un poco competitivo Ligier antes de pilotar para Jordan en 1993 y llegar a la conclusión de que había perdido el "mojo".