En el pasado Gran Premio de Gran Bretaña, Dirección de Carrera decidió apostar delante del televisor a toda una legión de comisarios que escudriñaban todas las vueltas de los pilotos y en cuanto se salían lo más mínimos de los márgenes, usaban el botón del pánico para anularles la vuelta.
Es algo que nos parece correcto y los límites de la pista están para respetarlos siempre. No estamos jugando al Gran Turismo ni a otro simulador en el que, si perdemos tiempo, recortamos por donde buenamente podamos. Pero cuando el criterio varía de una carrera a otra, algo no funciona.
En la sesión de entrenamientos cronometrados de hoy pudimos ver como algún piloto rebasaba los límites en la curva de entrada a meta (Nico Rosberg y Sebastian Vettel, por poner sólo dos ejemplos), y no ocurrió nada.
Se comentaba que la hierba artificial compensaba con la pérdida de tracción la posible ganancia por realizar la trazada más amplia y con ello, con una mayor velocidad de paso. Pero si entramos en juegos de tener que analizar el grado de adherencia para decidir si una vuelta es o no válida...
Las reglas deberían estar muy claras y el criterio ser igual en todos los casos. Si tomamos como referencia las líneas blancas que delimitan los márgenes del asfalto, pues ese es el límite. Y si queremos hacer la concesión y considerar el piano también como pista allí donde esté instalado, pues también se podría hacer, de forma parecido al reglamento de las dos ruedas.
Todo lo que lleve a un monoplaza a pisar con las ruedas fuera de estos dos supuestos márgenes se considera fuera de pista y su vuelta debería ser anulada, o bien su uso reiterativo motivo de sanción en carrera. Es todo más sencillo de lo que se está haciendo.
Pero mientras tanto, nos liamos en hacer o no legal el sistema FRIC...