La iluminación de un vehículo puede estar entre los dos o tres elementos de seguridad más importantes para los ocupantes. De ahí que, por un lado, se encuentre fuertemente regulada por la legislación y normativa vial en todo el mundo. Pero por otro lado, que también haya sido protagonista de algunas de las mayores innovaciones de las últimas décadas.
Cada novedad que se destapa en materia de iluminación supone un gran salto hacia adelante en materia de seguridad.
El último gran protagonista (que no el último en llegar) en este ámbito es el LED. La tecnología del diodo emisor de luz no solo ofrece mejores resultados en visibilidad que otras, sino que también ha mostrado una gran versatilidad y adaptabilidad. El LED ha permitido que el campo de la iluminación, entre otras cuestiones como la eficiencia energética o el diseño estético del vehículo, dé un nuevo salto evolutivo.
Cómo se aplica la tecnología LED en los faros de un automóvil
Para revisar qué puede aportar la tecnología LED a la automoción, y en concreto a los sistemas de iluminación, debemos entender cómo funciona. LED son las siglas de Light Emitting Diode (traducido, diodo emisor de luz), que es como el equivalente a la bombilla en la tecnología incandescente, aunque su tamaño es mucho menor y su funcionamiento es distinto.
Nuestros compañeros de Xataka nos lo explican a fondo. No obstante, a grandes rasgos podemos decir que este diodo contiene dos o más materiales semiconductores que, cuando se pasa la electricidad por ellos, desprenden energía en forma de luz. Esta luz, además, puede ser de varios colores dependiendo de diversos factores.
Como decimos, un diodo puede ser muy pequeño, de pocos milímetros de grosor, y la mayor parte del conjunto está tan solo en el encapsulamiento que protege el circuito. Gracias a ello son muy versátiles, y consumen muy poca energía, pero también tienen una contrapartida: su baja luminosidad.
Por eso, raramente se utilizará un único diodo, sino que generalmente se usan grupos de varios para obtener la luminosidad deseada. En los faros de un automóvil podemos encontrar cientos de ellos. También influyen la configuración del diodo y los materiales utilizados, de tal forma que podemos obtener diferentes niveles de luminosidad.
En automoción, por ejemplo, ya son habituales los de tipo SMD o Surface Mounted Device para los intermitentes o la luz de freno. Para los faros, en cambio, se deben emplear otros de mayor luminosidad y alcance, como los COB o Chip On Board.
Es una tecnología en constante evolución, pero cuyo uso en nuestros vehículos está estrictamente sujeto a normativas internacionales, como los reglamentos nº 48 y nº 128 de la CEPE sobre alumbrado y señalización en vehículos.
Iluminación LED para sistemas inteligentes de alumbrado
Ya hemos visto en Espacio Toyota que los faros LED son mejores que los halógenos o de xenón para la automoción. Tienen una mayor vida útil ─en la práctica, superior a la de nuestro automóvil─ y pueden conseguir una luz más blanca (cercana a los 5.500 K), lo que para muchos conductores supone una mayor visibilidad en conducción nocturna.
Si el LED aún no se ha adoptado de forma masiva es porque su precio sigue siendo superior al de otras tecnologías. Pero sin duda se trata de una barrera que se terminará por superar.
Que un faro con iluminación LED se componga de varios módulos con varios grupos de diodos a su vez, y que estos además puedan tener una posición diferente, ha dado pie a que los ingenieros puedan desarrollar sistemas de alumbrado más sofisticados y realmente innovadores. Por ejemplo, cosas tan sencillas pero tremendamente útiles como que unos módulos LED se enciendan y otros no. ¿Para qué lo querríamos?
Los llamados faros LED matriciales, LED en matriz o matrix-LED, son ópticas con obturadores electrónicos independientes que son capaces de encender y apagar distintos módulos LED de forma dinámica. Estos módulos presentan distintas posiciones y niveles de brillo, por lo que pueden servir para las luces de posición, las de cruce o las largas.
Es decir, podemos ajustar con gran precisión la intensidad de la iluminación de los faros, por ejemplo, cuando nos crucemos con otro vehículo, y evitar así deslumbrar a otros conductores.
Estos sistemas de iluminación electrónicos ofrecen una gran versatilidad a los desarrolladores, que pueden combinarlos con otros tipos de tecnologías. Por ejemplo, acompañados de sensores o cámaras capaces de reconocer movimientos de nuestro vehículo o la proximidad de otros, permiten adaptar automáticamente la iluminación a nuestra situación en carretera o el estado del tráfico.
Es lo que ha dado pie a los recientes sistemas inteligentes de alumbrado, como el Control Inteligente de Luces de Carretera AHB que incluye Toyota en su Toyota Safety Sense 2.0.
Faros LED ultradelgados: la próxima revolución en el diseño del automóvil
Estos sistemas de iluminación LED también ofrecen a los ingenieros una mayor libertad a la hora de diseñar las ópticas de sus modelos. De esta forma, se han conseguido diseños realmente diferenciadores, icónicos para sus marcas, como podrían ser el frontal del Toyota Aygo o los pilotos traseros del Toyota Prius.
La verdadera revolución en este sentido podría llegar con la generalización en los faros principales de la tecnología LED, a medida que esta se vaya perfeccionando con módulos cada vez más pequeños y brillantes. Uno de los últimos sistemas en presentarse, el Oslon Boost HM de Osram cuenta con un circuito de sólo 0,5 mm2 de área y 415 lúmenes de brillo; esto es, un pack LED con una superficie equivalente al grosor de un dedo.
Y la tecnología seguirá mejorando, pero también abaratándose, lo que la hará también más accesible a todos los segmentos de la automoción. Así, podremos contar con faros ultradelgados, sin perder luminosidad ni adaptabilidad, y diseños cada vez más ligeros y estilizados. ¿Se perderán los grandes faros que nos han acompañado en los más de cien años de historia del automóvil?
