Hay coches que han entrado en el olimpo de los iconos y el Toyota Supra de cuarta generación está entre ellos. Este noventero deportivo japonés, que en su día estaba a la altura en precio que el Porsche 911, es todo un objeto de deseo.
Por unidades del Supra A80 han llegado a pagar en subasta medio millón de dólares. Bien es cierto que por estar Paul Walker en la ecuación y por ser el hero car en Fast & Furious.
Pero el que hoy nos ocupa, sin valor añadido reseñable, demuestra la pasión que desata este modelo. La cifra que van a pagar por él no es desorbitada, pero sí muy elevada teniendo en cuenta el estado en el que está. Cascado es poco aunque no lo parezca a simple vista. Es más, el precio de la puja supera el precio del que parte hoy el Supra en su generación actual.
Óxido por doquier y asientos eléctricos que ni funcionan
48.750 dólares: esa es la puja ganadora para hacerse con los servicios de este Toyota Supra de 1993, vendido en EE.UU originalmente y que pone a disposición del mejor postor Bring A Trailer. Esto en el momento en el que escribimos este artículo y a pocas horas de que se cierre la subasta, por lo que o se venderá por ese precio o por incluso más si alguien decide subirla.
El actual Toyota Supra arranca en el mercado estadounidense en 46.440 dólares: más de 2.000 euros que este Supra que dista bastante de estar en buen estado. Por no hablar de los muchos kilómetros que tiene a sus espaldas. Pero si nos vamos a 1993, el precio del Supra Turbo oscilaba entre los 34.000 y los 40.00 dólares.
Es cierto que con la inflación, la cantidad equivalente hoy sería de más de 70.000 dólares. Pero no se puede negar que es el ejemplo perfecto de mantener casi intacto el valor tras 30 años de vida. Algo de lo que no pueden presumir los coches eléctricos hoy, y en general ningún coche excepto iconos como el Toyota Supra.
Más de 620.000 km y bien pero bien rustido. En el odómetro de este Toyota Supra Turbo se refleja una ingente cantidad de kilómetros: 399.199 millas, lo que vienen siendo cerca de 625.000 km. Y no es que su propietario lo haya conservado con celo y sometido a restauraciones para que esté como el primer día.
Tiene grietas y partes oxidadas en no pocas zonas de la carrocería y también en su mecánica. Juntas reventadas, los asientos en cuero Ivory agrietados que da gusto (incluso dejando de ver la espuma interior) y cuyo ajuste eléctrico no funciona. Todo esto se describe en la ficha del coche, pero a pesar de ello ahí está la puja que roza los 50.000 dólares.
Bondades tiene, aunque su estado no sea el ideal. Su motor, que es el 3.0 litros doble turbo de más de 300 CV, se acompaña de aderezos de HKS, como por ejemplo los engranajes del árbol de levas. Tampoco es de serie el escape que es un Greddy cat-back. Pero también encontramos elementos que lo alejan de un coche de colección, como una alfombrilla de goma con la familia Simpson al completo.
El vendedor promete que el motor fue reconstruido cuando firmaba las 250.000 millas, es decir tras poco más de 400.000 km. Y se acompaña con informes Carfax desde que era nuevo estando libre de accidentes o daños de gravedad. También se ofrece en el pack repuestos varios, como los pilotos o el volante.
Sea como fuere, quien se lo va a llevar a su garaje va a tener que hacerlo pasar por el taller y también darle una buena dosis correctiva de chapa y pintura. Sumará más dólares a la estupenda factura que ha pagado por él.
