La última locura del programa Fifth Gear ha consistido en una demostración práctica de física elemental. Para ello calzaron a un Toyota Aygo 1.0 VVT-i de 68 CV con neumáticos normales Dunlop SP30, retiraron piezas (por peso) y le dotaron de refuerzos de seguridad estructurales. El coche estaba prácticamente de serie.
El chiflado al volante era Steve Truglia, un ex-soldado de las fuerzas especiales que se dedica ahora a labores de especialista. Un cálculo teórico dejaba las cosas claras, a partir de tal velocidad la adherencia sería total y el coche no caería al suelo en el punto en que circula invertido. Eso hay que creérselo a pies juntillas.
Este reto pudo ser visto en directo por Internet, la primera vez que se ve el vídeo se te ponen las gónadas de corbata. Llamadme cobarde, pero no me habría atrevido, por muchas veces que lo haya probado en el 4D Stunts. Unas 20 toneladas de lastre impidieron que la estructura metálica se deshiciese con el impacto en la rampa.
Según los cálculos teóricos, el coche entra a 60 km/h en el rizo, y llega a la parte superior a 27 km/h, a partir de ahí vuelve a recuperar velocidad. Como véis, no hay red de seguridad y el ancho de la pista es sólo el doble del Aygo. Una vez consumado es el récord mundial de looping o rizo hecho con un coche. También entra en la Historia como la mayor salvajada que se ha hecho con un Aygo, que no es poco.
Este utilitario y sus primos Peugeot 107 y Citroën C1 han demostrado que sirven para jugar al fútbol, echar carreras a un Porsche Cayenne Techart Magnum y hacer creer a los vecinos que un superdeportivo con motor bóxer pasa por su barrio por el característico sonido de su motor tricilíndrico.
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