Por suerte cada vez más conductores empiezan a entender la responsabilidad que supone coger un coche, tanto por el riesgo que puede suponer para su vida como por el impacto ecológico que supone para el planeta. Como ya hemos dicho muchas veces, no se trata de no salir de casa, pero no está mal ser conscientes de lo que estamos haciendo.
Uniendo los términos de conducción eficiente y conducción segura podríamos llegar a la denominación de conducción responsable, la que todos los conductores deberíamos perseguir en la medida de lo posible, y son (somos) muchos medios los que tratan de fomentarla.
Ahora bien, yo me hago una pregunta: ¿es la conducción eficiente lo mismo que la conducción segura? ¿Son compatibles?
Conducción eficiente y segura: no se puede tener todo
La respuesta a las preguntas, bajo mi punto de vista, es que no son lo mismo, aunque sí son compatibles. Me voy a ir al caso extremo: el que busque la conducción más eficiente (siempre hablando en términos de consumo-emisiones) deberá optar por un coche lo más pequeño posible, y con un motor poco potente. Por contra, el que busque la máxima seguridad deberá optar por una berlina grande con los últimos sistemas de seguridad.
Ahí está la disyuntiva: ni el primero es especialmente seguro ni el segundo es especialmente eficiente energéticamente. Si bien hay coches grandes que consumen menos que uno pequeño, no es la tónica general. EuroNCAP no compara coches entre categorías, dando por hecho que la categoría superior es más segura a igualdad de “estrellas”, y las diferencias de consumo entre un mini-utilitario y una gran berlina no hace falta que las explique.
Dejando un lado las obviedades y los extremos, vamos a suponer que somos compradores medios que adquirimos un coche medio. Al elegir el equipamiento de seguridad estamos añadiendo peso al coche, de nuevo estamos añadiendo seguridad a costa de contaminación, aunque en este caso es casi despreciable y la balanza se decanta a favor de la seguridad.
Otro aspecto (dentro del mismo coche) es el motor: a más potencia, el coche puede llegar a ser más seguro porque nos permite resolver una situación peligrosa de forma ágil (hablo del coche, el uso que le de el conductor es otra cosa). Pero a más potencia, más consumo (en la gran mayoría de los casos).
Podemos seguir buscando pequeños detalles en los que la eficiencia energética y la seguridad se contraponen: por ejemplo circular en marchas muy largas o en marchas más cortas, o pasarse el semáforo en ámbar o parar.
El equilibrio entre conducción eficiente y segura
Después de plantear las diferencias nos tenemos que ir a lo que tienen en común, que no es poco. Circular a una velocidad adecuada, revisar el coche periódicamente para comprobar que todo funciona correctamente, etc. Puede que los parecidos sean menos cuantitativamente que las diferencias, pero no cualitativamente.
Si bien hemos visto que a veces están contrapuestas, sí podemos afirmar que existe un equilibrio razonable entre ambas, que básicamente podríamos encontrar en un coche seguro (sin caer en enormes excesos de tamaño o equipamiento) y aplicando todas las normas de conducción eficiente siempre que éstas no supongan ningún riesgo para la seguridad.
No existe el coche perfecto, por tanto lo que hay que buscar es ese equilibrio y ser conscientes de que conducción eficiente y conducción segura están contrapuestas en algunos aspectos, por tanto el conductor responsable no nos puede decir que “conduce más seguro que nadie gastando menos que nadie”. A menos que lo que conduzca sea un tren, claro.
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