Todo parece ser más caro, y todo tarda más en enviarse y recibirse, especialmente los coches. La empresa de investigación AlixPartners publicó recientemente un informe sobre el aumento de los precios de los coches eléctricos en Estados Unidos, y las cifras son sorprendentes.
Tesla ha aumentado sus precios varias veces en los últimos meses, hasta el punto de que algunos Tesla cuestan ahora casi un 10% más que a principios de año. Rivian, Ford, General Motors y otros están en el mismo camino. El nuevo GMC Hummer EV tuvo un aumento de precio de 6.250 dólares la semana pasada debido al aumento de los costes de los materiales, que han subido un 144% desde marzo de 2020.
Varios factores contribuyen a estas subidas de precios, pero el principal es el aumento de los costes de las materias primas. Así, algunos componentes han visto sus precios prácticamente duplicarse desde antes de la pandemia, lo que ha hecho desaparecer los beneficios, incluso en el caso de modelos que se venden muy bien.
El director general de Ford Finance, John Lawler, explicó que ese incremento de los costes casi habían acabado con los beneficios del Mustang Mach-E. En consecuencia, la marca decidió subir los precios de su SUV eléctrico.
Ante esta situación, en la que el coste disparado ha mermado los márgenes de beneficio, los fabricantes de automóviles necesitan como mínimo recuperar los costes de desarrollo de los nuevos coches eléctricos. Y eso implica subir los precios.
La demanda de vehículos eléctricos también se ha mantenido alta, y sigue siendo alimentada por los altos precios de la gasolina. En estas circunstancias es poco probable que los fabricantes de automóviles bajen los precios.
La imperiosa necesidad de bajar los precios
El problema es que si los precios de los coches eléctricos no bajan, el mercado podría colapsar, dijo el director de fabricación de Stellantis, Arnaud Deboeuf en su visita a la factoría de Tremery (Francia). Allí, Stellantis tiene previsto fabricar algunos componentes de forma interna y de paso presionar a los proveedores para que reduzcan el precio de sus productos.
Las subidas de precios de los coches eléctricos han sido más drásticas al otro lado del Atlántico que en Europa, pero los fabricantes europeos están sometidos a la misma presión financiera e incremento de los costes. Aun así, se resisten a subir el precio en el mismo orden que lo han hecho las marcas en Estados Unidos.
Y es que en Europa, la implantación del coche eléctrico se ha convertido en una necesidad vital ya que, a diferencia de Norteamérica, se ha decidido que en nuestro continente sólo se podrán vender coches eléctricos a partir de 2035. Así, los fabricantes deben introducir los coches eléctricos en el mercado como sea.
Sin embargo, a los responsables políticos parece "no importarles" que los fabricantes de automóviles dispongan de suficientes materias primas o no para respaldar el cambio, aseguró el consejero delegado del grupo Stellantis, Carlos Tavares.
El aumento de la demanda de baterías para vehículos eléctricos entre 2024 y 2027, un periodo en el que no está prevista la entrada en funcionamiento de más capacidad de producción en Europa, beneficiará sobre todo a los productores asiáticos y "pondrá en riesgo" la producción de células en Occidente, dijo Tavares durante una visita a la fábrica de Metz (Francia).
Tavares ya señaló el año pasado que el coste del coche eléctrico está "más allá de los límites" de lo que la industria automovilística puede soportar, afirmando que su fabricación costaba a Stellantis un 50% más que la de los actuales vehículos de gasolina o diésel.
A estas alturas es imposible saber qué pasará, aunque viendo los movimientos de la mayoría de fabricantes que apuestan por fabricar menos y más caro, como Mercedes-Benz, Peugeot o SEAT-CUPRA, parece evidente que las marcas se preparan para un mercado mucho más pequeño que el actual.
Eso no significa que renuncien a proponer coches más baratos en un futuro, pero consideran que los inicios de la era eléctrica del automóvil supondrá vender menos coches nuevos que ahora. Sólo el grupo Renault, con su fábrica de retrofit y reacondicionamiento de Flins, parece no haber renunciado del todo a vender coches asequibles, aunque para ello tengan que ser coches de segunda mano reacondicionados.