En apariencias, el Ford Escape de Mary estaba en perfectas condiciones cuando lo subieron al barco a mediados de 2015 en un puerto alemán. Sin embargo, su Ford Escape provocó la destrucción de 187 BMW nuevos, 757 Mercedes-Benz nuevos, 221 coches particulares y mercancía por un valor de 45 millones de dólares de un tacada. Y casi quema entero el barco que lo transportaba. Por suerte, no hubo que lamentar daños humanos. Aún así, el SUV de Mary provocó 100 millones de dólares en daños materiales. Y una batalla legal entre Ford, por una parte, y BMW, Daimler y el gobierno de los Estados Unidos por otra.
Así comienza esta sorprendente historia, de la que se hace eco Jalopnik, y que demuestra que siempre hay que llevar el coche a revisión cuando te lo pide la marca. También pone en evidencia cómo puede fallar el sistema de llamadas a revisión. Y es que muchos son los coches con un defecto reconocido y asumido por la marca y que no han pisado un taller para que se solucione.
De hecho, según Jason Levine, director ejecutivo del “Center for Auto Safety”, un 30 % de los coches llamados a revisión en EE.UU. todavía no habrían sido actualizados. Y eso es en un país en el que existe un organismo como la NHTSA con el poder de obligar un fabricante a efectuar dicha llamada a revisión y con anuncios públicos de qué coches tienen que acudir y por qué. En Europa, no tenemos ese organismo, aunque la Comissión Europea intenta parecerse más a la NHTSA desde el pasado mes de abril.
Es no cumplir con una llamada a revisión y que ardan casi mil coches a la vez
El caso del Ford Escape de Mary es el ejemplo de por qué se debe mejorar la manera en que se efectúan las llamadas a revisión. Y quizá obligar el público a que se efectuen. En este caso, el Ford Escape de Mary fue objeto de 10 llamadas a revisión y en dos de la cuales se aludía a un posible incendio del coche como consecuencia.
El problema es que Mary, que trabaja para el Departamento de Agricultura de EE.UU., estaba destinada en Bélgica en los últimos años y no se enteró de las llamadas a revisión. Y cuando le tocó otro destino, se mudó y envió su coche por barco. El navío en cuestión es el típico carguero de coches, en los que los vehículos suben y bajan de él como si fuese un parking. El Courage tiene 12 plantas para carga. Y cuando parte del líquido de freno se filtro al sistema electrónico de frenada automática, causando un cortocircuito, el coche se incendió. El fuego se propagó al resto de vehículos, quemando más de un millar de coches y dañando el buque.
Todo esto se sabe porque se han hecho pública la demanda que pusieron BMW, Daimler y el Gobierno de los Estados Unidos (los coches particulares eran casi todos de empleados federales o militares estacionados en Europa) a Ford. Ya que la causa del incendio es uno de sus modelos con un reconocido defecto. Obviamente, Ford intentó echarle la culpa a Mary por no haber arreglado el coche, pero como es una empleada federal, Ford debe demandar al gobierno de los EE.UU. y no a la persona.
Dejando de lado el lío judicial (las vistas preliminares son para septiembre), este caso pone de manifiesto hasta qué punto las llamadas a revisión son algo serio y no hay una manera efectiva de ponerlas en práctica. Desde el anuncio de la llamada, hasta comprobar que se han efectuado, todo es mejorable.
La llamada a revisión, esa gran desconocida
En Europa, no existe una manera eficiente de poner en conocimiento del público los coches que son objetos de una llamada a revisión y por qué. En EE.UU. existe la NHTSA que lo hace público en su página web, peor aún así, muchos automovilistas no lo saben y no la consultan.
A nuestro lado del charco, es la marca vía sus concesionarios que envía una carta al último dueño conocido del coche. ¿Qué pasa si el dueño de un coche, que compró de segunda mano, por ejemplo, y es objeto de una llamada por fallos no efectúa el mantenimiento en un taller oficial de la marca? Pocas probabilidades tiene de enterarse directamente de ese fallo.
Por supuesto, si es un fallo de software que se podría solucionar en una actualización over the air a lo Tesla o McLaren, facilitaría mucho las cosas, pero no siempre es posible. En el resto de casos, se podría crear un organismo a lo NHTSA, para centralizar la información, e implementar las llamadas a revisión de forma remota, over the air.
Ahora que todos los coches tienen que equipar por ley un sistema de llamada de emergencia e-call, se podría usar esa conexión para enviar una comunicación de llamada a revisión. Esa información podría ser más completa en los coches con servicios conectados.