Ya nos temíamos que Sébastien Loeb no iba a volver para Europa sino que se quedaría curioseando por los alrededores del Rally Dakar 2014. Y lógicamente, para un piloto tan competente y competitivo, hacer una visita el día de descanso como si de un VIP se tratase, pues como que no pegaba. Había que ver la carrera en todo su esplendor.
Así que aprovechando la etapa entre Calama e Iquique, la octava disputada ayer y que enfrentó por primera vez a los corredores al desierto de Atacama, para darse un paseo en helicóptero y desde esa posición tan privilegiada tener una idea mucho más aproximada de qué es exactamente el Dakar.
Vivir una especial en helicóptero es absolutamente indescriptible, y se da cuenta uno del mérito que tienen los pilotos al rodar tan rápido por estos terrenos. Es que desde lo alto ves todas las trampas por anticipado, pero tomas tierra y te das cuenta de que a ras de suelo no se ve el relieve en absoluto. Parece que es todo llano durante kilómetros y kilómetros, pero en realidad hay accidentes del terreno por todas partes: socavones, baches, cambios de rasante… En fin, hay trampas por todas partes. Impresiona también por el aspecto físico, porque en un rally tradicional hacemos especiales de 40 o 50 km como máximo y ya son agotadoras, así que... ¡no concibo cómo pueden ir tan fuerte durante más de 400 km! Es cierto que los paisajes que atraviesan son grandiosos, y vistos desde el cielo adquieren otra dimensión. En cuanto a la llegada a la cuesta, qué puedo decir: es una preciosidad, y la verdad es que dan ganas de probarla...
Vía | Dakar