Justo antes de acabar el año 2020 la situación se ha torcido un poco más para Nikola. El prometedor fabricante americano de vehículos eléctricos se ha precipitado en bolsa más de un 8% en la jornada del 24 de diciembre, más un 10,70% de caída en la jornada anterior.
El traspiés ha venido motivado por la pérdida de un importantísimo contrato para su futuro: la fabricación de 2.500 camiones eléctricos de basura basados en el Nikola Tre para Estados Unidos.
Las promesas de Nikola se desvanecen
Y es que salvo algunos picos puntuales, las acciones de Nikola llevan cayendo sistemáticamente desde mediados de 2020, pasando de 54,58 dólares por título a los escasos 15,26 dólares con los que ha cerrado el año a 31 de diciembre.
No es de extrañar. Las últimas noticias sobre el pequeño fabricante de vehículos pesados eléctricos no están siendo nada positivas, y eso se le está atragantando a un mercado bursátil que no perdona.
La firma del contrato de Nikola con Republic Services iba a facilitar un futuro prometedor gracias al suministro de 2.500 camiones eléctricos de recogida de basuras (ampliable a 5.000) por un valor inferior a medio millón de dólares por unidad, pero se ha convertido en una navaja de doble filo.
La cancelación de dicho contrato ha sido motivada porque ni siquiera tenían un camión eléctrico sobre el que asentar el acuerdo, sino que tendrían que desarrollarlo desde cero, disparando sus costes y con un proceso de desarrollo demasiado largo según la propia marca.
De las promesas a la caída en picado
El recorrido de Nikola es similar al de otras tantas start-ups que surgen de la nada con nuevas ideas tecnológicas. Deslumbró al mundo con el Nikola One, un prometedor camión de hidrógeno capaz de recorrer 2.000 km sin repostar y disparó sus cotizaciones por encima incluso de gigantes como Ford.
Pero los problemas reales se desataron en junio tras una meticulosa investigación por parte de Bloomberg y Hindenburg Research en la que acusaron al fabricante de presentar su camión sin ser completamente funcional, además de exagerar notablemente sus capacidades técnicas para captar atención y recursos financieros.
Embarcados en una huída hacia delante, Nikola anunció la construcción de una fábrica con capacidad para 35.000 camiones por año, además de la Nikola Badger como pick-up eléctrica rival de la Tesla Cybertruck, Rivian R1T, GMC Hummer EV o Ford F-150 eléctrica. Un modelo del que admitieron reservas por 5.000 dólares sin haber anunciado ni un solo dato técnico, ni precio, ni nada. Eso sí, convencieron a General Motors para fabricarla tras adquirir el 11% de la compañía.
Las acusaciones de fraude de Nikola se transformaron en una caída en barrena en bolsa de la que intentaron defenderse, con su CEO, Trevor Milton, asegurando que "no venden camiones sino que venden hidrógeno", pues aseguran ser "una tienda de prototipos". Apenas unos días después Milton presentó su dimisión.
General Motors también tomó acciones y decidió limitar su implicación con la compañía, mientras que siguen sin anunciar su supuesto socio para establecer hidrogeneras por todo EEUU y cuyo trabajo debería empezar este mismo 2021.
Ahora falta conocer cuál será el siguiente paso de Nikola, una corporación que parece estarse desmoronando poco a poco y que tiene ya dos grandes portazos: el primero tras haber perdido la venta de los miles de camiones de basura para Estados Unidos y la negativa en firme y por duplicado de Hyundai para que el gigante surcoreano les ayude con la tecnología de hidrógeno.
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