Los coches fabricados antes de la Segunda Guerra Mundial cuentan con una asombrosa ingeniería que evoca la edad de oro del automovilismo y se han convertido en codiciados artículos de coleccionista. Cuando el primer Ford Model T vio la luz en Dearborn, Michigan, en 1906, marcó un momento clave en la historia del automovilismo. Desde entonces y gracias al pensamiento de un hombre, el automovilismo pasó de ser un privilegio a un medio de transporte de masas.
Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la producción de turismos se paralizó para centrarse en la esfera militar, por ello, los coches de preguerra que existían en el bando de las Potencias del Eje y de los Aliados merecen un capítulo a parte. Una época en la que la conducción era menos estresante, los coches eran objetos artísticos y la revolución tecnológica comenzaba a despertar.
Los coches de las potencias del Eje
Las potencias del Eje utilizaban los vehículos más resistentes y elegantes de la época para ensalzar la figura de sus líderes políticos. Es el caso del Mercedes 540 K, en el que se fijó el más intimo confidente de Hitler, Hermann Goering, o el 770 K de Hitler. Pero en países como Italia y Alemania también se veían joyas dedicadas al mundo de las carreras o utilitarios que pasarían a la historia.
Italia, cuna del Alfa Romeo
Alfa Romeo 6C 1750 (1929-1933), uno de los modelos más codiciados de todos los tiempos. Este seis cilindros fue conducido por personajes de la talla de Tazio Nuvolari, que saboreó el éxito en la ya clásica carrera Mille Miglia. Contaba con un motor seis cilindros en línea y una potencia máxima de 85 CV a 4.500 rpm; alcanzaba una velocidad máxima de 153 km/h.
Alfa Romeo 8C 2300 (1931-1934). En la profunda depresión de 1930, Alfa se atrevió a lanzar al mercado un deportivo de carreras caro: el 8C 2300, que dominó Le Mans y Mille Miglia. Los ocho cilindros en línea del motor y sus 142 CV le permitían alcanzar una velocidad máxima de 170, 6 km/h.
Itala Grand Prix (1907). A principios del siglo XX, los coches de grandes motores corrían en el circuito del Grand Prix. El Itala, que tenía un motor de 14,8 litros, podía sobrepasar los 161 km/h y su éxito en los principales eventos internacionales como el Grand Prix estaba asegurado. Su motor de cuatro cilindros en línea tenía una potencia de 120 CV a 1.600 rpm.
Lancia Lambda (1922-1931). El Lambda era una maravilla técnica que le dio una gran reputación a la empresa Turín al fabricar coches de gran ingeniería. Se considera uno de los vehículos más significativos del siglo. Era sorprendentemente potente a pesar de su tamaño y contaba con un motor de 4 válvulas y una potencia máxima de 49 CV a 3.250 rpm.
Alemania: precisión y modernidad
BMW 328 (1936-1940). Considerado como el mejor deportivo pequeño que se fabricó antes de la guerra, el 329 apareció en 1936 por vez primera y era más moderno que cualquier otro coche de los años 30. Era un modelo ligero, ágil y con 80 CV, potencia suficiente para sentar la bases de un buen coche de carreras y un excelente deportivo. El motor de 6 cilindros en línea de 2 litros contaba con una potencia máxima de 80 CV a 4.500 rpm.
Mercedes 540 K (1934-1942). Uno de los elegidos por Hitler para sus apariciones públicas (le hacía parecer más alto). Un extraordinario motor con compresor de 8 cilindros en línea hizo que el Mercedes 500 y el 540 K fueran dos de los mejores coches de antes de la guerra. Eran potentes, veloces y contaban con un enorme prestigio y una gran presencia, además ofrecían una amplia gama de estilos con algunos inolvidables Special Roadster. El 540 K llegaba a tener 180 CV con compresor y alcanzaba una velocidad máxima de 169 km/h.
Los coches de los Aliados
En la etapa de preguerra en Estados Unidos, Reino Unido y Francia se producen los coches más impresionantes de la historia del automovilismo, como el Rolls-Royce Silver Ghost o el Ford V8, considerado este último por muchos coleccionistas como el mejor coche de la preguerra.
Francia y sus exitosos coches de carreras
Amilcar C6 (1925-1928). El Amilcar con motor de seis cilindros en línea, doble leva y compresor, diseñado para competir en las carreras de los años 20, era una versión a pequeña escala del GP. Con tan solo 1.099 cc, era capaz de generar suficiente potencia como para llegar a los 161 km/h. Este modelo se encuentra entre los clásicos menos frecuentes de antes de la guerra, ya que se montaron solo 40 ejemplares por un pequeño fabricante en París.
Bugatti Type 35 (1924-1930). Hellé Nice, conocida como 'la reina del Bugatti' alcanzó muchas victorias tras el volante de un Bugatti Type 35 (de hecho, estableció el récord mundial de velocidad). Era uno de los coches de carreras con más estilo de la época, con unas 2.000 victorias a sus espaldas que lo avalaban. El Type 35 también se podía conducir en carretera como un deportivo normal, y disfrutar de sus 130 CV y una velocidad máxima que rozaba los 200 km/h.
Bugatti Royale (1931-1932). Se llamba Royale porque pretendía venderse a la realeza antes que a gente común. Este coche era demasiado caro incluso para los más adinerados y se fabricaron tan solo seis ejemplares. Supuso un magnífico fracaso. Como anécdota, era conocido como "la pesadilla del chófer" debido a su tremendo tamaño. Poseía un motor de 8 cilindros en línea y 275 CV; podía alcanzar los 188 km/h.
Bugatti Type 57 (1934-1940). Con su motor de 8 cilindros en línea y doble leva inspirado en Harry Miller y diseñado por Etore Bugatti y su hijo Jean, el Type 57 se convirtió en el coche más famoso de Bugatti de todos los tiempos. Disponía de varios tipos de carrocería selecta y podía superar a todo en la carretera, excepto, quizá, al Alfa Romeo 8C 2900. Tenía una potencia máxima de 140 CV y alcanzaba los 193 km/h.
Delahaye 135 (1935-1952). El Delahaye 135 era un coche polifacético: podía ser desde un coche de carreras que ganó en Montecarlo y Le Mans hasta uno de los Grand Tourers más elegantes de los años 30. Contaba con una de las carrocerías más extravagantes de los carroceros Figoni & Falasci en la línea de estilo de los años 30. Su motor tenía 6 cilindros en línea y 110 CV.
Reino Unido y su inmortal fantasma plateado
Aston MARTIN C-Type (1938-1940). La aerodinámica carrocería del C-Type prometía un buen rendimiento, promesa que no decepcionó a nadie gracias a su motor de doble leva de 100 CV de 2 litros de capacidad. Este coche podía llegar a alcanzar una velocidad de 161 km/h.
Bentley 4½ Litre (1927-1931). Fabricado para ser irrompible, bramó durante 24 horas para ganar en Le Mans en 1928. Tras su gran rejilla del radiador, se esconde un motor potente de alta tecnología: cuatro cilindros en línea, una potencia máxima en carreras de 240 CV y una velocidad máxima de 201 km/h. No podemos olvidar tampoco el Bentley 8-Litre, el mejor de los genuinos Bentleys antes de que apareciese en Rolls-Royce.
Invicta S-Type (1928-1934). Invicta demostró lo que podía hacerse con las piezas que compraba. Eran varios los fabricantes que suministraban la mecánica y la carrocería pero todo se unía para dar vida a un supercoche de los años 30 con mucho carácter. Tenía un motor tipo Meadows seis cilindros en línea y una potencia máxima de 115 CV.
MG TC (1945-1949). El TC que se basaba en el MG TA de antes de la guerra, fue todo un éxito en las carreras. Su atractivo y gran potencia hicieron que se vendiera muy bien en Estados Unidos. Su motor de cuatro cilindros en línea le proporcionaba 54 CV y 117 km/h de velocidad máxima.
Rolls-Royce Silver Ghost (1907-1925). Durante un tiempo, el Silver Ghost fue el mejor coche del mundo para aquellos que podían permitírselo. Era tan bueno que se fabricó durante 20 años en varias formas. Era muy versátil: podía llevar una carrocería formal casi en silencio y batir a todos sus rivales en las exigentes carreras Alpine Trial y servir como coche blindado en la I Guerra Mundial. Su motor seis cilindros de 75 CV le permitía alcanzar una velocidad de 132 km/h.
Rolls Royce Phantom I (1925-1931). Después de más de dos décadas fabricando el inmortal Silver Ghost, que se había considerado el mejor coche del mundo, Rolls-Royce reemplazó este modelo por el Phantom I. Su chasis podía combinarse con una amplia gama de carrocerías, según las necesidades del cliente. Los más atractivos son los que se fabricaron en la planta de Springfield, Massachusetts. Bajo el capó llevaba seis cilindros en línea y 107 CV.
Swallow Sidecar SS100 (1935-1939). Antes de que la empresa Smallow Sidecar pasase a llamarse Jaguar, ya se había fabricado el coche con el que comenzó la tradición deportiva de Jaguar. Este ancestro del E-Tipo era elegante, rápido y además, más barato que la competencia. Su motor de seis cilindros le proporcionaba una potencia máxima de 104 CV y una velocidad máxima de 152 km/h.
Estados Unidos, donde Henry Ford cumplió su sueño
Auburn Speedster (1928-1936). El coche más elegante en las carreteras de Estados Unidos en los años 30 era el Auburn Speedster 851. Este vehículo, que siguió el liderazgo del Mercedes SKK de los años 20, poseía un motor con compresor de ocho cilindros que podía proporcionar una velocidad máxima de más de 161 km/h. El diseñador de Auburn, Gordon Buehring, quería que el Speedster pareciera el coche más rápido en carretera y lo consiguió al usar un bajo parabrisas en V, una rejilla inclinada y un desenfadado guardabarros con alas que dotaba al coche de un aire aerodinámico.
Chrysler Airflow (1934-1937). Uno de los coches americanos más revolucionarios y aventureros de los años 30. El Airflow era todo un ejemplo de líneas aerodinámicas; demasiado revolucionario para los compradores habituales. Del Airflow se esperaba que representase el futuro, pero al igual que otras modernidades, la gente era algo escéptica ante este extraño coche. Montaba un motor ocho cilindros en línea y una potencia máxima de 122 CV.
Ford Model T (1908-1927). Si alguna vez un coche ayudó a mejorar el mundo del automovilismo, ese fue el Ford Model T. Robusto, fiable y fabricado en una sola pieza, este coche era el sueño de Henry Ford. El Model T, quizá el avance técnico más importante de la historia del automovilismo, se acercó a las masas. La visión de Henry Ford de conservar una línea de producción integrada todavía se usa en las fábricas de automoción hoy en día. Bajo el capó llevaba un 4 cilindros en línea y una potencia de 20 CV que le permitía alcanzar los 67, 7 km/h.
Ford Deluxe V8 (1939-1940). Es considerado entre muchos coleccionistas como el mejor coche de la preguerra de la línea del Ford V8. Con su actualizado estilo y su gran potencia, era muy popular entre los compradores. La durabilidad y el ser asequible eran las señas de identidad que estableció Ford en el V8. Tenía una cilindrada de 3.620 cc y alcanzaba los 140 km/h.
Pontiac Torpedo Eight (1940-1948). Antes de la Segunda Guerra Mundial, Pontiac intentaba batir al Buick en el mercado de coches de precio intermedio. En 1940, la empresa contaba con un arma nueva: el Torpedo. Debido a su gran éxito, se fabricó a lo largo de 1948. Bajo el capó llevaba un motor de ocho cilindros en línea, 104 CV y alcanzaba una velocidad máxima de 141 km/h.
Esta es solo una muestra de lo que el siglo XX supuso para el automovilismo. Los coches de preguerra fueron decisivos para forjar el automovilismo de la manera en que se conoce hoy en día y que representaron el pináculo del desarrollo y el atractivo tecnológico.
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