En los últimos meses hemos recibido buenas noticias económicas de Volkswagen y malas respecto a su imagen. Cerró 2016 con beneficios, y ha hecho lo mismo en el primer cuatrimestre de 2017. También desveló hace unos días una ambiciosa hoja de ruta: 1 millón de eléctricos para 2025 y 19 SUV para 2019. Sin embargo, la sombra del escándalo Dieselgate, lejos de diluirse, sigue acechando al gigante alemán.
El CEO de la firma, Matthias Müller, está siendo investigado por la fiscalía alemana junto a su antecesor, Martin Winterkorn, por una presunta manipulación del mercado. Volkswagen también ha declarado que no publicará un informe final acerca de la investigación del fraude en las emisiones porque podría desembocar en "multas masivas", ha declarado el presidente del consejo directivo, Hans-Dieter Pötsch.
Los inversores quieren las cartas sobre la mesa
Las sospechas de la Fiscalía alemana apuntan a que Müller y el resto de directivos, entre los que se encuentra el propio Pötsch, no comunicaron en su momento al mercado financiero información clave sobre la empresa para evitar pérdidas accionariales y un consecuente daño a su cotización.
Según el semanario económico Wirtschaftswoche, en el verano de 2016 la autoridad alemana de supervisión financiera (BaFin), presentó una querella ante la Fiscalía estatal de Stuttgart en relación con el escándalo de manipulación de emisiones del grupo Volkswagen.
Por otra parte, la junta de accionistas e inversores de Volkswagen que se celebró ayer en Hanover no dejó con buen sabor de boca. Pötsch declaró que no se publicará un informe final con las conclusiones de una investigación externa relacionada con el escándalo de emisiones.
"Soy consciente de que algunos de vosotros querríais mayor transparencia", dijo Pötsch a los accionistas. "Pido que entendáis que por razones legales a Volkswagen se le ha impedido publicar ningún informe". Afirmó que, de ser publicado, podrían enfrentarse a "multas masivas", lo que provocó nerviosismo entre los inversores allí presentes, que continuaron presionando para que dicho informe fuera publicado.
Y sobre las fuertes medidas de recorte impulsadas por la dirección, Volkswagen vaticina un enfrentamiento con los líderes sindicales. La firma alemana planea reducir su mano de obra en Alemania por un total de 14.000 trabajadores para el final de la década, de los cuales 7.000 (cerca de la jubilación) ya han firmado contratos para dejar la compañía.
Por el momento, ha aceptado emplear 25.000 millones de dólares en compensaciones a consumidores estadounidenses (en Europa Müller dejó claro que no habrá compensación alguna), reguladores medioambientales, estados y la recompra de medio millón de vehículos contaminantes.
Con los últimos resultados económicos sobre la mesa y un ambicioso plan de electrificación, Volkswagen no quiere perder la confianza que ha ido ganando desde que estallara en 2015 su peor crisis.
Foto | My News Desk
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