Hablemos de rotondas. Lo hacemos a raíz de 'El policía que enseñaba a hacer rotondas', ese vídeo que por los comentarios que suscitó se desprende que aún hay quien no ha comprendido demasiado cómo se circula en rotondas. Y sí, si queréis llamarlas glorietas, adelante, ese es el término legal, aunque no el más extendido ni el más natural para mí.
¿Qué pretendo con esta guía definitiva sobre la circulación en rotondas? De un lado, reconciliarme conmigo mismo y con alguna imprecisión del pasado, cuando hablé de rotondas bajo una perspectiva cercenada. Del otro, desmitificar algunas cosas que se han dicho, se dicen y espero que se vayan diciendo menos, sobre cómo se enseña la circulación en las rotondas.
Partamos de una base que tiene, como poco, ocho patas:
- Es verdad que muchos conductores dicen circular bien por las rotondas.
- Es mentira que muchos conductores circulen bien por las rotondas.
- Es mentira que todo el mundo circule mal por las rotondas.
- Es verdad que los hay que creen hacer lo correcto, y los hay que ni se lo plantean.
- Es mentira que se deban abordar siempre por el carril exterior.
- Es mentira que se deban abordar siempre por tal carril si queremos abandonar la rotonda por tal salida.
- Es verdad que no hay una normativa específica para circular en rotondas. Lo que sí que hubo fue rotondas con la prioridad invertida (cede el paso quien está dentro de la rotonda, y no el que está en la calle o avenida que llega a la rotonda), y quedan muchas por ahí todavía y son la mar de divertidas. Pero nada más.
- Es mentira, por tanto, que la ley sobre circulación en rotondas cambiase en el año... (y aquí, ponemos un abanico de años que van de 1995 a 2012, por ejemplo), que ha sido la típica excusa de ciertos profesores para justificar un cambio de rumbo en su forma de enseñar a abordar la circulación en rotondas.
Ah, ¿pero en las autoescuelas se enseña a abordar las rotondas?
Pido perdón por si ofendo a los más extremistas, pero aquí hay de todo. Los hay que enseñan lo que desde la DGT les han dicho que enseñen (lógico) y se quedan ahí (no tan lógico), los hay que simplemente le dicen al alumno que se meta a darle vueltas a la glorieta cuando vea la ocasión (ole sus narices) y los hay que hemos luchado contra viento y marea para que al menos unos cuantos conductores salieran de la autoescuela con toda la información y toda la formación posibles.
Uso de los carriles en la rotonda
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Cuando comenzó la rotondización del mundo, que daría para un larguísimo artículo en el que no me voy a meter hoy, miles de profesores se encontraron con unas infraestructuras novedosas que debían enseñar sin que nadie les hubiera explicado cómo hacerlo. Luego la DGT les dio unas pinceladas y finalmente se estableció un criterio --que fue el que aprendí yo en su momento--:
Y de ahí vino lo de (léase con voz de Constantino Romero con reverberación, por favor):
Si vas recto o hacia la derecha, vete por fuera; si vas a la izquierda o a cambiar el sentido de la marcha, vete por dentro,Simba.
Claro, hasta que se estandarizó esto, los hubo que enseñaron a miles de conductores que en una rotonda sólo se usaba el carril derecho si ibas a abandonar la rotonda por la primera salida, otros que habían intuido que la rotonda era una vía más, y como tal enseñaron a miles de conductores que debían circular siempre por el carril derecho a no ser que pretendieran adelantar. Ah, sí, esa última forma ganaría peso años después y se enseña ahora por imposición de la DGT.
Y luego estaban los casos esotéricos. ¿Eso del reparto de carriles debía llevarse a rajatabla siempre? ¿También en rotondas que tuvieran más brazos que Shivá-Natarash? ¿Incluso cuando nuestra única compañía fuera un caracol en el arcén? Por su parte, el grueso de los conductores ya formados y nunca reciclados debieron de percibir que una rotonda era prácticamente un obstáculo en el camino, algo similar a esto que se otea en el horizonte de la Gran Vía de Barcelona (haced zoom si eso):
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Y ya la tenemos liada. El grueso de los conductores se dejó llevar por una apasionante actividad denominada pegar un hachazo a otros conductores. Porque claro, ellos querían seguir recto. Quien haya tenido un encontronazo en una rotonda con un conductor de estos sabrá a lo que me refiero.
"Una glorieta es una calle en curva"
Vale, dejadme que cite a los clásicos para explicar por qué el hachazo es una infracción grave. Cuando abandonamos una rotonda, lo que hacemos es una maniobra de cambio de dirección hacia la derecha, hacia la vía a la que nos vamos (una calle, una avenida, una carretera, lo que sea). Veamos cómo se realiza:
Artículo 75. Ejecución de la maniobra de cambio de dirección.
1. Para efectuar la maniobra, el conductor:
- Advertirá su propósito en la forma prevista en el artículo 109 [nota mía: intermitentes y tal].
- Salvo que la vía esté acondicionada o señalizada para realizarla de otra manera, se ceñirá todo lo posible al borde derecho de la calzada, si el cambio de dirección es a la derecha, y al borde izquierdo, si es a la izquierda y la calzada es de un solo sentido. Si es a la izquierda, pero la calzada por la que circula es de doble sentido de la circulación, se ceñirá a la marca longitudinal de separación entre sentidos o, si ésta no existiera, al eje de la calzada, sin invadir la zona destinada al sentido contrario; cuando la calzada sea de doble sentido de circulación y tres carriles, separados por líneas longitudinales discontinuas, deberá colocarse en el carril central. En cualquier caso, la colocación del vehículo en el lugar adecuado se efectuará con la necesaria antelación y la maniobra en el menor espacio y tiempo posibles.
- Si el cambio de dirección es a la izquierda, dejará a la izquierda el centro de la intersección, a no ser que ésta esté acondicionada o señalizada para dejarlo a su derecha.
Para hacer frente a la locura del hachazo, o incumplimiento del Artículo 75 del vigente Reglamento General de la Circulación, hizo fortuna una demostración práctica: la de desenrollar la rotonda y transformarla en una calle normal y corriente, con sus respectivas bocacalles. El mismo principio que rige en el aclamado vídeo de Citroën que supongo que hemos visto todos ya:
Bien, pues este vídeo contiene, al menos, dos incorrecciones.
La primera es que se dice que el carril interior de la rotonda debe usarse sólo para adelantar. Falso. La circulación de vehículos se rige por el principio de circular por la derecha... a no ser que las circunstancias aconsejen otra cosa. Las circunstancias no son sólo las que nos llevan a realizar un adelantamiento, sino cualquier condición que nos sugiera que circular por otro carril nos va a salir más a cuenta, siempre que esté justificado.
Por ejemplo, cuando en una calle con dos carriles (o más) para nuestro sentido encontramos coches en doble fila, ¿hacemos slalom o tiramos por la izquierda hasta que mejoren las cosas? La respuesta es evidente, y lo es porque ponemos en práctica otro principio básico, que es el de ahorrar en maniobras ya que cada maniobra supone, por definición, una ruptura con la progresión normal y por tanto un riesgo.
De vuelta a la rotonda, el tráfico denso sería un condicionante tan válido como la situación que motiva el adelantamiento para evitar líos por hachazos más que previsibles. Y más realista, por cierto, que lo del adelantamiento, una maniobra que si se realiza en la mayoría de las rotondas cumpliendo el Artículo 75 es para darle un premio al autor de la hazaña.
Así, lo correcto desde un punto de vista normativo y también desde el punto de vista de garantizar el mayor compromiso posible entre seguridad y fluidez es el siguiente. De entrada, circulamos por el carril exterior si no hay condicionantes que nos lleven a usar otros carriles. Condicionantes, los que sean. El riesgo de un hachazo sería un condicionante. De hecho, para mí es El Condicionante.
Por lo tanto, de existir circunstancias que nos aconsejen usar otros carriles, los usamos, siempre teniendo en cuenta que debemos desplazarnos hacia el carril exterior con antelación suficiente al abandono de la rotonda. Típicamente, es aconsejable cambiar de carril durante la salida anterior a la salida por la que pretendemos abandonar la rotonda.
Esto nos lleva a erradicar algunos aspectos absurdos, como el conductor que usa sólo el carril exterior porque está en su derecho... y se expone a un riesgo cierto de colisión con otros vehículos, por más que los conductores de estos vehículos estén infringiendo el Artículo 75. La conducción preventiva es lo que tiene, que va más allá de la obcecación sobre eso de tener razón. Porque el chapista, el hospital y... no quiero ponerme duro, está lleno de gente que tenía razón.
Uso de intermitentes en las rotondas
Segundo punto en el que el vídeo es incorrecto, además por boca de un agente de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, que tiene su mérito. En un momento dado (minuto 3:26), dice el hombre que para evitar el riesgo de colisión el conductor que circula correctamente por el carril exterior "tiene que poner su intermitente del lado izquierdo" (sic).
No. De ninguna manera. No tiene que... nada. Puede, y es aconsejable hacerlo para evitar problemas. Pero lo que verdaderamente evitará un riesgo de colisión a ese conductor que circula correctamente es que use adecuadamente los carriles. En principio por la derecha, vale, pero no si las circunstancias aconsejan otra cosa. Y eso es lo que realmente marca la ley.
Sobre el uso de intermitentes, poco hay que añadir a lo que sabemos cualquier conductor. Se usan para advertir de nuestro propósito de abandonar la rotonda o de realizar un desplazamiento lateral con cambio de carril, y poco más. Por lo tanto, lo habitual será usar el intermitente derecho tanto en los cambios de carril como antes de salir de la rotonda.
Alguna vez, sorteando algún vehículo detenido, puede ser que usemos el intermitente izquierdo para avisar a los demás de que nos desplazamos, pero si lo usamos como instrumento de conducción defensiva, mal asunto. ¿O acaso alguien cree que por encender un intermitente nos libraremos de un buen hachazo? Y teniendo en cuenta que quienes propinan el hachazo suelen ir ligeros...
Ah, sí, el asunto de la velocidad es otro que clama al cielo, precisamente en un punto tan complejo desde el punto de vista viario como es una rotonda: una vía circular, por lo tanto tendente a una visibilidad insuficiente, plagada de intersecciones. No es el mejor lugar para hacer carreras.
Turborrotondas, ¿la gran esperanza?
La turborrotonda sería el ejemplo perfecto de cómo alcanzar el equilibrio necesario entre fluidez y seguridad del tráfico. Sería... porque apenas existen. En Circula Seguro fuimos de los primeros medios de nuestro país en hablar de turborrotondas, allá por septiembre de 2009, y proliferar no es que proliferen demasiado. Es de entender que:
b) Sin una política de comunicación dirigida a los usuarios de la vía, ¡la que sea!, más vale no liar más al personal.
c) Sin instalar alambre de espino para delimitar los carriles y un carril específico para vehículos de grandes dimensiones, casi es mejor dejarlo estar.
d) Las respuestas a), b), c), y todas las que se nos vayan ocurriendo, son correctas.
Rotondas, rotondas everywhere
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Dejo para el final lo que a mi entender es el germen de muchos problemas de los conductores a la hora de abordar las rotondas. Cuando alguien decidió vender las rotondas al 3x2 en el Carrefour, nunca pudo imaginar (aunque debería haberlo hecho) que miles de ediles se verían cegados por la fiebre de la rotondización, y que plantarían rotondas en los lugares más insospechados.
Sin ganas de entrar ya en ese tema, porque es largo, sí que hay que reconocer el mérito a quienes:
- Siembran tiradas enormes de rotondas sólo para apaciguar el tráfico, se genera un flujo enorme de vehículos que siguen el trazado de la vía principal y quien quiere hacer otra cosa (acceder desde una vía aledaña o bien tomar la rotonda para ir hacia la izquierda) sufre las consecuencias.
- Siembran rotondas hasta llegar al extremo de lo que vemos ahí arriba, donde llegó antes la rotonda que la intersección (visto en el APM?).
- Siembran rotondas donde la rotonda no cabe, simplemente porque han oído decir que agiliza la circulación. Y claro, si el diámetro de la rotonda es comparable al de un dedal, nadie tiene en cuenta el riesgo potencial que conlleva.
Y así nos podríamos tirar otro buen rato, pero no es plan. Lo típico en estos casos es que se nos ocurran ejemplos reales pero surreales, como la rotonda de Riudellots de ahí arriba, la rotonda de dos carriles donde converge una avenida de tres carriles, la rotonda a cuya entrada hay un stop, un ceda, una línea continua, un semáforo y un farolillo rojo, etcétera, etcétera. Para echarse unas risas eso está bien, pero no es que la casuística aporte demasiado a la discusión.
Uno de los problemas habituales cuando hablamos sobre rotondas es, precisamente, que lo hacemos pensando en tal o cual ejemplo, como si las rotondas que tenemos en nuestra ciudad fuesen representativas de algo más allá de la torpeza de quienes decidieron emplazarlas allí a pesar de las reservas expresadas por los ingenieros consultados. La idea de esta guía definitiva es que como conductores podamos capear todos esos ejemplos partiendo de algunas premisas generales.
A todas estas, todo lo dicho hasta aquí en esta guía definitiva puede dejar de ser tan definitivo si esta primavera, en el nuevo texto legal que se prepara sobre circulación, alguien decide tomar el toro por los cuernos y considerar las especificidades de las rotondas, que ni son calles ni son intersecciones sino un mix de ambas cosas.
Y ahora, si tenéis dudas... Eso sí, no se responderán consultas a personas que demuestren no haber leído este artículo. Que luego pasa lo que pasa.
En Motorpasión | Un policía local nos enseña a tomar las rotondas apropiadamente