Hace unos meses todo parecía presagiar que el Salón de Barcelona 2009 no se podría celebrar. Y sin embargo ha batido récords en el número de expositores y, a tenor por lo que han montado, también lo hará en número de visitantes.
Bien es cierto que hay algo reprochable: las subvenciones públicas que han hecho que a los fabricantes les saliese mucho más barato estar presente, a costa de los contribuyentes, algo que puede ser de una ética discutible.
De todas las presentaciones a las que he asistido, que han sido unas cuantas, todas tenían un punto en común: la solicitud de ayudas directas al Gobierno para frenar la caída de las ventas. Alemania y Reino Unido son los ejemplos más recurridos, ya que estas ayudas han conseguido incluso aumentar las ventas respecto al año pasado en algunas marcas.
La adecuidad de estas ayudas es algo que dejo en mano de los economistas y políticos, ya que deben ser los primeros los que juzguen a quienes benefician (¿son buenos para la economía en general o sólo para unos pocos?).
Lo que está claro, como comentaba Erich Schmitt en la fotografía, es que las ayudas directas inciden en las ventas (a la izquierda España, a la derecha Alemania). Que sean buenas o malas queda a criterio de cada uno.
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