Son las 10 de la noche. Acabo de llegar a casa después de un intenso día de conducción en uno de los superdeportivos más esperados por todos los que amamos los coches, el Nissan GT-R.
Se que muchos habéis apostado que sería esta nuestra próxima víctima en el “teaser” previo que hemos publicado, así que “enhorabuena a los afortunados”. En cuanto a los que decían que era el Corvertte ZR-01, tiempo al tiempo que todo llegará. Vamos al Nissan GT-R que es el que de verdad nos ocupa en esta ocasión.
En total han sido 357 kilómetros de sensaciones, 357 kilómetros de disfrute en estado puro y 357 kilómetros que me han hecho cambiar el concepto de lo que es o no es un coche deportivo.
Desde que empecé a escribir en Motorpasión, he probado para vosotros coches de todo tipo, pero principalmente deportivos que son los que me gustan. Por aquí han pasado algunos de la talla del Audi R8, el Subaru Impreza WRX STi, los BMW M3 y M6 Cabrio…
Pero el protagonista de la prueba de hoy, sin menospreciar al Audi R8, me ha dejado marcado. Hace un mes hablé con Nissan para ver si podríamos disponer de una unidad de pruebas de su superdeportivo. El número de solicitudes por parte de los medios era altísimo, así que me dijeron que sólo podríamos disponer de él durante un día.
Un día de Nissan GT-R, creo que muchos pagarían por tener esta oportunidad, así que no iba a desaprovecharla. A las 10 de la mañana me presenté a recoger el Nissan GT-R. Tras una breve espera, por la puerta apareció el espectacular deportivo japonés.
Lo había visto en persona en el Salón del Automóvil de Madrid, había leído todo tipo de artículos sobre él y conocía la historia de su desarrollo y del trabajo llevado a cabo en Nürburgring Nordschelife como si fuese a examinarme en la materia.
Y ahí estaba él, mi examinador. El Nissan GT-R de color gris plomo me observó con la mirada desafiante que emanan sus ópticas delanteras, muy afiladas y que suben por el capó delantero.
Por su mirada creo que aceptó el reto de ser conducido por mí para Motorpasión. No es para menos teniendo en cuenta el número de posts que le habíamos dedicado desde que se empezó a hablar de él…
Lo primero que me llamó la atención del Nissan GT-R fue su tamaño, sus formas y su estilo, deportivo pero discreto al mismo tiempo, agresivo y cautivador, moderno y vanguardista.
Poco tiene que ver con otros superdeportivos como Lamborghini, Ferrari o Porsche. Pero precisamente esos “spaguetti” y la salchichas Frankfurt son sus principales rivales sobre el asfalto. El sushi está más de moda, eso no hay quien lo ponga en duda.
El Nissan GT-R es muy voluminoso ya que mide 4,65 metros de largo, tiene un ancho de 1,89 y un peso de 1.740 kilos. Así las espectaculares llantas de 20 pulgadas parecen pequeñas dentro de los pasos de rueda.
Si quisiésemos buscar un rasgo característico del coche, no sabría muy bien por cual decantarme. El frontal es espectacular, marcado por los ángulos de los vértices de la carrocería. También destaca la parte central de la parrilla delantera, que va en plástico de color negro y está coronada por el logotipo GT-R.
El logotipo de Nissan solo está presente en la trasera, pero vaya trasera. Es sencillamente una de las traseras más bonitas que he visto nunca. La cintura del coche es muy alta y acaba en la parte de atrás dibujando la forma del maletero, coronado a su vez por un alerón de considerables dimensiones, que además de servir de apoyo aerodinámico cuando rodamos a velocidad alta, también mejora considerablemente su aspecto.
Esta parte trasera es sin duda la que guarda mayor relación con el mítico Skyline R32 de 1999, la anterior generación que también tenía cuatro ópticas de forma redonda.
La sensación de “coche grande” desaparece por completo una vez que nos ponemos al volante, ya que el habitáculo tiene muy buena habitabilidad y visibilidad incluso por la parte trasera. No olvidemos que tiene una superficie acristalada que permite “controlar” todo lo que pasa a nuestro alrededor.
Esto unido al cambio de marchas que tiene una posición automática, hacen que el Nissan GT-R sea uno de los superdeportivos más válidos para el uso diario.
Además debemos hablar también de la suspensión, permite modificar el set-up del coche para acceder a tres modos de funcionamiento de la suspensión: R (altas prestaciones), Sport (modo normal) y Comfort (para una mejor absorción de baches en ciudad).
El set-up modifica electrónicamente el tarado de los amortiguadores Bilstein DampTronic desarrollados específicamente para el Nissan GT-R.
Ya sabemos que el Nissan GT-R es espectacular por fuera, muy útil por dentro y rodando en ciudad, así que vamos a lo que de verdad nos gusta: poner en marcha el motor y ver si Tochio Suzuki, su jefe de pruebas ha hecho un buen trabajo con tantas vueltas a Nürburgring Nordschleife.
Bajo el enorme capó se esconde un motor V6 de 3.8 litros de cilindrada y dos turbos, uno para cada fila de cilindros. Entrega ni más ni menos que 480 caballos de potencia. Puede que para algunos esta cifra parezca algo escasa, pero os aseguro que el GT-R sabe sacar partido a tanta caballería.
Lo primero que hice al recoger el Nissan GT-R en el centro de Madrid fue callejear con él durante media hora aproximadamente. Por ciudad puedes rodar tranquilo, con el motor bajo de vueltas y pasar desapercibido entre el tráfico urbano, sobre todo gracias al precioso color gris oscuro de su carrocería y las llantas. Es mucho más discreto que la otra unidad de pruebas que era de color rojo.
Puedes circular en sexta velocidad con el motor a poco más de 1.500 vueltas sin pasar de los límites legales por ciudad. Pero no nos engañemos, no es eso lo que venimos buscando. Lo que queríamos era comprobar si el Nissan GT-R es ese superdeportivo del que tanto se ha hablado y ver si realmente es casi imbatible sobre un circuito.
Para eso nada mejor que acudir a un circuito permanente, dónde dar rienda suelta a la bestia que lleva escondida bajo la carrocería.
El Jarama es sin duda uno de los circuitos más bonitos de España, y aunque los años se notan, como trazado pocos pueden hacerle frente. Hasta allí nos fuimos gracias a la colaboración del circuito, que nos dejó entrar en sus instalaciones para dar unas cuantas vueltas y hacer las fotos con la seguridad necesaria.
Nada más llegar nos preguntan si el coche hace mucho ruido, porque si pasa de 90 decibelios no podremos acceder a la pista. Hay problemas con los ecologistas y vecinos, que no debían de saber cuando compraron la casa en las urbanizaciones colindantes, de que al lado había un circuito de carreras.
Afortunadamente el Nissan GT-R es bastante silencioso cuando rodamos a ritmos tranquilos, y aunque cuando lo estiramos de vueltas emite un rugido espectacular, nunca llega a los niveles de otros como Ferrari, Lamborghini o Porsche.
Primera victoria del japonés. ¿Será la única?
Continuará...