Hemos vivido en la Mercedes-Benz Marco Polo. ¿De verdad quieres quedarte en casa el fin de semana?
Se acerca el verano y muchos están ya planeando cuál será su destino estival este año. Mucha gente huye de la muchedumbre de las populares playas españolas en busca de parajes de montaña, calas escondidas y lugares recónditos donde escapar y desconectar del día a día. La protagonista de nuestra prueba de hoy es la Mercedes-Benz Marco Polo equipada con el motor 200d de 136 caballos de potencia, una vivienda sobre ruedas de aspecto espectacular que, sin duda, sería el sueño de todo aquel que busque un plan de ese estilo para los próximos meses.
El objetivo de nuestro periplo con la Mercedes-Benz Marco Polo, era convivir con ella durante un fin de semana, así que nos vamos a centrar sobre todo en los aspectos prácticos de este modelo, analizando sensaciones de conducción y practicidad de uso real.
Las características de la gama Marco Polo ya las conocimos hace unos meses cuando la marca alemana presentó toda la gama, sus versiones y las concesiones donde se comercializan estas viviendas con ruedas, así que no entraremos en detalles teóricos, iremos a la práctica.
En autovía con una casa rodante llamada Marco Polo
Salimos de Madrid con dirección al Bajo Aragón, una de las zonas más bonitas y pintorescas de España, con paisajes que podrían pertenecer a zonas desérticas de la mismísima Arizona, en Estados Unidos, pero a solo unas horas de entretenida conducción desde la capital de España, Madrid.
La Marco Polo comienza convenciendo, ya que como pudimos comprobar durante los 180 primeros kilómetros de ruta, se desenvuelve bien en autovía. Una vez que ha cogido inercia, permite llevar ritmos ligeramente por encima de los estrictos límites legales de velocidad, disfrutando de un confort de marcha bastante bueno a pesar de que la unidad de pruebas lleva el paquete de equipamiento AMG, con llantas de 18 pulgadas y una puesta a punto un poco más dura, rígida y deportiva que en el resto de versiones.
En zonas de firme irregular, me atrevo a decir que la Marco Polo está ligeramente por detrás de lo esperado en cuanto a confort, y puede que el motivo debamos buscarlo en los asientos. En la Marco Polo, los asientos van tapizados en piel con un acabado más Premium, pero no son tan cómodos como los de la California que probamos hace un par de años.
El motor de 2.143 c.c de 136 caballos podríamos considerarlo “justo” para los más impetuosos, pero suficiente para la mayoría de los mortales. En las pendientes más pronunciadas no serás el que marques el ritmo del tráfico, pero tampoco te quedarás circulando a una velocidad demasiado lenta e incluso peligrosa.
Todo depende de cómo seas capaz de gestionar las marchas de la caja 7G-Tronic Plus de siete velocidades, capaz de liberar al motor a velocidades de crucero en carretera, y capaz igualmente de extraer lo mejor de él cuando hay que estirar las marchas y mantener el régimen en la ventana óptima entre las 1.200 y 2.400 RPM.
Perdiéndonos por la carretera nacional, la calma y el gusto por el paisaje
Salimos de la autovía con un consumo marcado por el ordenador de a bordo de 10 l/100 km, lo cual no está mal para una mole de 5,14 metros de largo, 1,98 metros de alto y más de dos toneladas y medio de peso cuando está cargada con dos pasajeros, sus pertinentes alimentos y bebidas para pasar dos días dentro y las maletas correspondientes.
Por delante nos quedaban casi 300 kilómetros de una carretera nacional, que nos permitiría comprobar cómo se comporta la Marco Polo en las rutas que habitualmente recorren sus clientes, esas que se escapan de las grandes vías en busca de los paisajes más bonitos que esconde nuestro país.
En el primer apeadero que encuentro en la ruta, paro para comprobar cómo estaba la nevera y las bebidas y alimentos que habíamos guardado dentro. La Marco Polo cuenta con una nevera en la parte posterior izquierda, integrado en el mobiliario del ‘salón cocina’ con una capacidad de 40 litros, situada al lado de los dos hornillos de gas y del fregadero con agua caliente.
La nevera funciona tirando de la batería auxiliar, y desde la consola situada entre los dos asientos delanteros puedes seleccionar cualquiera de los cinco niveles de temperatura disponibles, que permiten de refrigerar los alimentos que guardemos o congelarlos con temperaturas de hasta 20 grados bajo cero.
El interior de la Marco Polo está a la altura del elegante y deportivo diseño exterior. El salpicadero es idéntico al que puedes encontrarte en cualquier otro turismo de la marca, con un panel delantero que nada tiene que ver con el habitual en vehículos industriales. Porque no olvidemos que la Marco Polo deriva de la Clase V, y por cierto, se fabrica en Vitoria y se termina en los talleres de Westfalia.
Cuenta con un volante multifunción desde el que podemos acceder a todos los submenús que se muestran en el cuadro de mandos, con pantalla digital situada entre los relojes, idénticos a los de un Clase A de anterior generación.
La calidad de los materiales y los acabados es ligeramente superior a la de la California del año pasado, pero no me atrevo a decir que sigan siendo mejores que las de la nueva California recién presentada hace unos meses.
Montando la casa, arriba el Westfalia
Ya perdidos por el Bajo Aragón, y elegido el lugar donde pasaremos la noche, apartados de la carretera intransitada y con el sol poniéndose en el horizonte, toca desplegar todas las armas de la Marco Polo para convertirla en una auténtica casa. Lo primero es girar las dos butacas delanteras, para transformar la parte posterior en todo un salón. Se hace desacoplando una palanca situada en la base del asiento, y para girarlos del todo debes tener cuidado con la posición de la banqueta para evitar que rocen contra la consola central.
A continuación, toca levantar el techo y desplegar el Westfalia, lo cual se hace de forma manual. Hay otras versiones que incluyen un motor elevador del techo, pero tampoco es una maniobra complicada manualmente. Basta con desenganchar los dos anclajes de seguridad que lo fijan y empujar hacia arriba con la ayuda de los dos brazos hidráulicos que lo mantienen elevado.
Una vez que has levantado el techo, y mientras no vayas a utilizar la cama superior, contarás con una superficie de la zona 'salón cocina' muy amplia y agradable. Gracias a los 2,35 metros de alto, te puedes poner de pie para moverte por dentro, podrás cocinar o lavar los platos (cuenta con un depósito de agua potable de 38 litros y otro de aguas residuales de 40 litros) con total comodidad.
Además los asientos posteriores en forma de banco, cuentan con regulación longitudinal, por lo que podrás acercarlos o alejarlos a la parte delantera. La Marco Polo se convierte del todo en un salón cuando despliegas la mesa lateral escondida entre el mueble cocina y el asiento, y sacas la cena.
Entonces, con el sistema de luces LED activado, la puerta corredera derecha abierta y las dos sillas de picnic fuera, te sentirás como si estuvieses cenando en un chalet con terraza. Todo un lujo que además podrás experimentar allá donde vayas, o donde lo permitan las autoridades, ya que no está permitido dormir dentro de un vehículo en cualquier sitio.
Dos camas de matrimonio con todo lujo de detalles
Después de cenar, en este caso de 'picoteo' frío para evitar tener que estrenar el sistema de cocina por gas y dejar el inevitable olor a comida, tocaba convertir el apartamento en dos dormitorios. El banco posterior se desliza hacia adelante y se reclina hacia atrás el respaldo, creando así una superficie plana con un tamaño de 2,03 m x 1,13 m, una cama más amplia que la de algunas casas y hoteles donde he dormido.
Lo mejor que tiene esa cama del piso de abajo, es que el colchón es cómodo, con buen mullido y un tacto agradable para dormir en el. Además la superficie acristalada, que cuenta con cristales tintados, nos protege de cualquier mirada del exterior y por si eso fuese poco, también cuenta con persianas retráctiles que convierten la parte trasera de la Marco Polo en todo un dormitorio, mientras que la luneta y las ventanillas laterales de la parte delantera se cierran completamente con unas cortinas hechas a medida.
Mi compañero de viaje quería dormir abajo, así que yo opté por el piso superior. La cama que se esconde en el Westfalia cuenta con 2,05 m x 1,13 m, casi idéntica a la de abajo. La única diferencia es que en este caso, lo que te rodea es una fina tela que no aísla del ruido, pero sí protege bastante bien del calor y del frío y cuenta con 'ventanitas' laterales con cremallera.
Para no pasar frío ni calor cuenta con un climatizador específico que tira de una batería auxiliar y permite tener la parte superior e inferior a temperatura óptima mientras dormimos, como si estuvieses en casa. Me encantó dormir arriba, ya que el colchón es muy cómodo y el espacio es más que suficiente para una persona. Tal vez si durmiésemos dos allí (permite hasta 200 kilos de peso), la cosa hubiese sido algo distinta.
Por si todo esto fuese poco, en la parte superior hay desde luces LED de lectura con brazos móviles y una toma de carga USB para el teléfono móvil. Deberían aprender algunos hoteles que por muchas estrellas que tengan no tienen todavía tomas USB en los enchufes. Tal vez la tranquilidad del entorno, sin ningún ruido más allá de los sonidos mágicos de la propia naturaleza, ayudaron a que aquella fuese una de esas noches en que duermes tan placenteramente que después siempre que estás cansado añoras ese momento.
Al día siguiente al amanecer, tocaba ducha al aire libre. En la parte posterior la Marco Polo cuenta con una ducha de agua caliente, la cual tira de ese depósito de 38 litros. Sorprende la temperatura y la presión con la que sale el agua, más que suficiente para refrescarse, y comenzar un nuevo día.
Vivir dos días y dos noches a bordo de la Mercedes-Benz Marco Polo no ha sido para nada agobiante, ni hemos echado de menos nuestras casas. En ella tienes todas las comodidades excepto un servicio en el que hacer las necesidades. Si tuviese eso, creo que podría pasarme largas temporadas viviendo en una.
El trayecto de vuelta sirvió para corroborar las sensaciones de conducción del comienzo de la prueba. Si bien la Marco Polo básica con el motor de 136 caballos no destaca por tener unas prestaciones alucinantes, sí que es cierto que su calidad de rodadura es buena. Algo perezosa en curvas, al menos no adolece de derivas en la suspensión ni se balancea demasiado, lo cual transmite confianza a la hora de trazar las curvas y enlazar tramos rápidos en bajada.
El fin de semana que vivimos a bordo de la Mercedes-Benz Marco Polo, fue sencillamente inolvidable. Este tipo de vehículos, además de transportarnos de un sitio a otro como cualquier otro coche, nos aportan un extra de libertad que no consigues con ningún otro medio de transporte, ni siquiera el avión.
Mercedes-Benz Marco Polo : nuestra puntuación
.6
A favor
- Diseño exterior
- Calidad de acabados
- Modularidad interior
En contra
- Motor escaso
- Dinámica pesada en curvas
- Capacidad del depósito justa
- Consumos en deporitva
La Mercedes-Benz Marco Polo es una opción más entre las furgo viviendas, una alternativa a la Volkswagen California, con la que comparte casi al 100% su disposición interior. La Mercedes tiene detalles de acabado de mayor calidad, y el aspecto Premium que da llevar una estrella delante y compartir salpicadero con cualquier berlina Mercedes.
En su contra, hay que decir que dinámicamente y especialmente en curvas, el comportamiento es algo perezoso y pesado. En este sentido la Volkswagen California está un paso por delante, le gana en agilidad. Elegir entre una y otra, es cosa más de gustos personales que de diferencias notables entre ellas. Una tiene unos 'pros' y otra unos 'contras', pero teniendo en cuenta que su disposición es casi idéntica, difícil decantarse por una u otra. Lo que es seguro, es que ningún otro vehículo te permite ser libre como te sientes al volante de una Mercedes-Benz Marco Polo.
Ficha técnica
Versión probada | 220d | |||
Cilindrada | 2143 cm³ | Tipo de tracción | Trasera | |
Bloque motor | 4 cilindros en línea | Combustible | Gasóleo | |
Potencia (CV @ rpm) | 136 @ 3.800 | Capacidad del depósito | 57 litros | |
Par motor (Nm @ rpm) | 330 @ 1.200–2.400 | Consumo urbano | 7 l/100 km | |
Masa en vacío | 2.435 kg | Consumo extraurbano | 5,6 l/100 km | |
Velocidad máxima | 181 km/h | Consumo combinado | 6,1 l/100 km | |
Aceleración 0-100 km/h | 14,6 segundos | Capacidad maletero | 670 litros | |
Transmisión | 7G-TRONIC PLUS | Precio | 58651 euros |
El coche para esta prueba ha sido prestado por Mercedes-Benz. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas
Fotografía | Héctor Ares