El nuevo Nissan GT-R, Autobahn y Spa-Francorchamps. El plan perfecto para conocer a Godzilla

Una nueva generación de Nissan GT-R llega en 2017. Y no sólo hemos tenido ocasión de ser de los primeros en probarlo, sino que además, como no es un coche cualquiera, hemos tenido oportunidad de conocerlo en uno de los mejores entornos imaginables para los aficionados al motor: por la Autobahn y en el circuito de Spa-Francorchamps.

Godzilla viene más refinado que nunca, con un interior mucho mejor que el anterior, con un motor más potente capaz de producir 570 caballos gracias a su V6 biturbo de 3.8 litros y una carrocería más afinada aerodinámicamente. Si te gustan los deportivos japoneses, prepárate, porque aquí viene el mejor GT-R producido hasta la fecha.

Godzilla, un monstruo imponente

Aterrizamos en el aeropuerto de Düsseldorf a media mañana y tras un pequeño briefing sin contarnos demasiado sobre el coche nos mandan al aparcamiento. Allí, entre las sombras de la escasa iluminación interior, una horda de Nissan GT-R nos esperan en silencio. Es ancho, bajo y amenazante, pero no hemos venido hasta aquí para dejarnos intimidar.

Rápidamente elijo uno, cualquiera, da igual, todos me parecen maravillosos, pero sobre todos los disponibles destacan las unidades en el nuevo color Naranja Katsura. Una decoración que realza la silueta esculpida a golpe de katana de la carrocería.

Para mí el naranja es el color más apropiado para este coche. Un color nuevo, único de esta generación, que se une a los ya conocidos Blanco Perlado, Plata, Gris, Negro Metalizado, Azul Cobalto y Rojo Sport.

Exteriormente los cambios son muy sutiles, es fácilmente identificable como un GT-R. Muchos lo han criticado por ser demasiado continuista, pero a decir verdad tampoco necesitaba un rediseño profundo, se ha tomado un buen diamante y se ha pulido un poco más. Los pequeños detalles que se han modificado en su carrocería están supeditados a la funcionalidad.

Por ejemplo, la nueva parrilla V-Motion es mucho más amplia y absorbe una cantidad de aire mucho mayor. Tanto es así que el sistema de refrigeración consigue ser un 20% mejor manteniendo el mismo radiador de la versión anterior.

Por otro lado, las aberturas en el capó y el pilar C sin nervadura horizontal contribuyen a generar menos turbulencias y a incrementar la carga aerodinámica. Igual que los perfiles más marcados tanto en el paragolpes delantero como el trasero, heredados directamente del anterior Nismo.

También son nuevas las preciosas llantas Rays de 20 pulgadas fabricadas en aluminio forjado y 15 radios con acabado en negro brillante.

Saltamos al interior y, pese a no haberme montado en el GT-R anterior, descubro un habitáculo deportivo, refinado y con materiales de gran calidad. Al fin y al cabo estamos hablando de un Gran Turismo. Sí que es cierto que hay cosas que aún rechinan un poco, como la moldura alrededor de la pantalla multimedia de plástico negro.

Se nota que han invertido muchos esfuerzos en conseguir que quien tenga la suerte de meterse en las tripas de Godzilla quede encantado.

De Düsseldorf a Spa-Francorchamps, una ruta para disfrutar del lado Gran Turismo

Salimos de Düsseldorf y tras algunos enlaces de autovía encarrilamos la Autobahn. Los primeros kilómetros los hago como copiloto, tratando de empaparme bien de todo lo que me rodea. El interior con acabado Prestige y tapicería en color ámbar me gusta y me parece un coche bastante cómodo para lo que me imaginaba de un deportivo de este calibre. La consola es completamente nueva, más limpia y los controles son más fáciles de usar.

Las plazas son espaciosas y los asientos muy cómodos, ambos regulables eléctricamente. Es muy confortable y los materiales que te rodean tienen un tacto agradable y acolchado. En este acabado se combina cuero, carbono y nappa. Pero hay una idea que no me quito de la cabeza, ¡suena muy poco!.

Los ingenieros de Nissan han trabajado intensamente en hacer que los ocupantes del nuevo GT-R tengan un viaje mucho más placentero. Así pues, cuando estamos haciendo una conducción normal, de día a día, el Active Noise Control, los nuevos silenciosos de titanio, nuevos aislamientos y un parabrisas acústico más grueso se encargan de que se filtren muchos menos ruidos al interior.

Por fin llega mi turno al volante. Sabía que uno de los puntos criticables del modelo saliente era un sonido excesivo de la transmisión, especialmente maniobrando o en marchas cortas. También lo han solventado con una nueva sincronización de los engranajes y aislando mejor la caja de cambios de doble embrague, aunque tengo que decir que sigue sonando, sobre todo al reducir de tercera a segunda y de segunda a primera a baja velocidad.

Por lo demás, ajustando la transmisión, las suspensiones y el control de tracción en su posición más confortable y la caja de cambios en modo automático, es un coche que podría conducir perfectamente mi abuela. Sencillo, suave, con buena visión a través de las superficies acristaladas y un comportamiento muy suave que no asusta.

Circulando entre Alemania y Bélgica cruzamos por infinidad de pequeños pueblos, rotondas, carreteras lentas y algún badén, y en ningún momento tuve el pensamiento de ir incómodo por llevar un gran deportivo. Al contrario, se comporta como un turismo señorial. Es un coche apto para utilizar más allá que sólo en una pista cerrada.

Por supuesto que tiene sus limitaciones como un maletero ajustado en términos generales, aunque cabe perfectamente un juego de maletas (mucho más generoso que el de otros rivales), o unas plazas traseras para colocar sillas infantiles mientras a tus hijos no les cuelguen las piernas.

Pero por lo demás sólo puedo decir que es mucho mejor coche para viajar de lo que me esperaba. Se nota que en la gráfica de la evolución, el nuevo Nissan GT-R 2017 ha mejorado un poco como deportivo, pero un mucho como GT.

Spa-Francorchamps, coto de caza del Nissan GT-R

Tras dos horas de viaje llegamos a uno de los enclaves míticos dentro del mundo del motor en Europa. Nos apeamos de nuestro compañero de viaje naranja y contemplamos cómo el majestuoso circuito de Spa-Francorchamps se abre paso ante nosotros enclavado entre las montañas de Bélgica.

Bajamos andando por la calle de acceso y en el margen derecho 12 Nissan GT-R grises y azules con acabado Black Edition aguardan pacientes nuestra llegada. El nuestro es un precioso gris, el número 10 para más señas. Nos montamos y accedemos a la pista desde el fondo de la curva de La Source, el ángulo más cerrado que da entrada a la recta de meta.

Mientras esperamos nuestro turno, un sudor frío nos recorre la espalda. Allí al fondo, escalando la montaña, se erige majestuosa Eau Rouge. Luz verde, gas a fondo y salimos disparados, ¡ahora sí que suena el V6 biturbo! La línea de meta desaparece en segundos y trepamos el imponente muro de asfalto gracias a los 570 caballos.

El seis cilindros con doble turbo montado a mano consigue mejorar las cifras de potencia y par gracias a una gestión individual del tiempo de encendido en cada cilindro. Al mismo tiempo, se consigue una reducción en la temperatura de los gases de escape, lo que favorece un mejor aprovechamiento de la evacuación del combustible quemado y el motor gira con más contundencia.

Coronamos y el acelerador a tabla, el GT-R no se menea y veo fugazmente en el marcador los 270 km/h. Mejor no mirar más de la cuenta y buscar la referencia para la frenada. Los giros 5 y 6 llegan antes de lo que parece, así que clavamos frenos y Godzilla clava sus garras en el asfalto, pero no se descoloca. Hace sólo lo que tú le ordenas y se mete en curva con obediencia llegado el momento.

Con todos los ajustes en el modo R, empezamos a trazar las curvas de la zona de atrás del circuito. Lentas, enlazadas, rápidas o dobles, todas le vienen bien al GT-R y las suspensiones pisan con mucha más firmeza evitando balanceos laterales y haciendo girar al coche con precisión milimétrica pese a los casi 1.800 kilos que pesa.

Bajo una carrocería muy similar a la anterior, se esconde una estructura interna completamente distinta. Se ha reducido la deformación estructural para conseguir un chasis más estable y preciso que el anterior, que requiere menos modificaciones a los mandos.

La curva 17, que en realidad son dos a izquierdas que se hacen de una sola tacada, es uno de los puntos delicados de la pista y donde el Nissan saca lo mejor de sí mismo. Tras una aceleración de cuarta a fondo llegamos al primer viraje y, con sólo soltar un segundo el acelerador, tiramos el coche al primer ápice antes de volver a acelerar buscando el exterior y el segundo vértice mientras el biturbo brama más allá de los 200 km/h. Ni una queja. ¡Brutal!

Clavamos otra vez los frenos hasta segunda para la chicane que da acceso a la recta de atrás, los 570 CV nos lanzan de nuevo por encima de los 200 en un santiamén y con otra frenada de infarto bajamos a segunda y nos metemos La Source. El aguante de los frenos es espectacular, y eso que lleva un equipo de discos de acero.

Al preguntar a los ingenieros nipones que allí nos acompañaron que por qué no utilizan carbono-cerámicos nos respondieron con un simple "porque no los necesita". Este equipo es suficientemente bueno como para aguantar un uso intensivo en circuito sin rechistar, y doy fe, ya no sólo por mí, sino porque Marc Gené nos acompañó, estuvo rodando a su ritmo (que no va despacio) y el GT-R aguanta como un jabato.

Por cierto, que se puede ir muy rápido sin desconectar el control de tracción. Sólo con ponerlo en el ajuste R ya permite las suficientes alegrías como para divertirse de lo lindo. Deja que la zaga deslice, pero con seguridad. Algo por otro lado bastante difícil de conseguir porque el GT-R es un portento de tracción gracias al sistema de cuatro ruedas motrices y la buena puesta a punto.

En conducción a cuchillo el interior pasa a un segundo plano, pero hay un pequeño cambio que sí cabe mencionar. Las nuevas levas para el cambio de marchas abandonan su posición fija anterior y ahora giran al compás del volante. Todo un acierto, aunque habrá gente que las prefiera fijas.

Al día siguiente bien temprano emprendimos el viaje de vuelta hacia Düsseldorf. La Autobahn nos esperaba de nuevo para alcanzar con una facilidad insultante velocidades impensables para cualquier otra carretera del mundo. El viaje terminó pronto, antes de lo que nos hubiera gustado.

Y ya sé que en un coche de este tipo importa bastante poco, pero no pude evitar fijarme en el consumo de 18 o 20 litros a los 100 kilómetros que salió de media en ambos viajes por carretera. ¿Y en circuito? Me quedo con el comentario del monitor en Spa: un depósito de 90 euros, 12 vueltas.

Sin duda, el Nissan GT-R es un deportivo de culto que a buen seguro mantendrá su éxito durante unos cuantos años más, superando con facilidad las 30.000 unidades que ha conseguido vender desde su llegada al mercado en 2007.

Para esta generación puede ser que Godzilla se haya aproximado un poco a los estándares marcados por los fabricantes alemanes con un interior más refinado, pero no ha perdido ni un ápice de su espíritu guerrero.

Adiós pequeñín, ¡te echaré de menos!

Los gastos del viaje para esta presentación han sido asumidos por la marca. Para más información consulta nuestra guía de relaciones con empresas.

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