Récord de concentración de CO₂. Ahora el problema es de alcance mundial
La Organización Meteorológica Mundial alerta en su último informe anual acerca de la elevada concentración de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera. En 2015, los niveles de CO₂ en el aire superaron el umbral de las 440 partes por millón (ppm), y en 2016 las previsiones son al alza. De hecho, los meteorólogos no ven claro un horizonte de cambio para esta situación, si las cosas siguen como hasta ahora.
El dióxido de carbono es el principal elemento responsable del efecto invernadero, pero no el único, sino que el metano (CH₄) y los óxidos de nitrógeno (NOx) también contribuyen a este fenómeno. Y, sí, según este informe también esos compuestos han aumentado.
El dato es relevante porque nunca antes se había superado a nivel mundial. En ocasiones anteriores se habían detectado 400 ppm de CO₂ en determinadas zonas del planeta e incluso sostenidas a lo largo de largos periodos, pero es la primera vez que esta elevada concentración se globaliza de esta manera.
Si echamos la mirada atrás, tenemos que antes de la Revolución Industrial las cifras de CO₂ se situaban en torno a las 278 ppm, lo que se considera un equilibrio natural. Hacia finales de los años 80, esta concentración ya era de 350 ppm, y el ascenso ha seguido una progresión lineal hasta el momento actual.
Las previsiones de la Organización Meteorológica Mundial indican que el año 2016 será el año de las 400 ppm de CO₂, en el sentido de que esta concentración de gases se consolidará, y que, de hecho, este elevado nivel de dióxido de carbono presente en el aire no descenderá hasta que pasen "muchas generaciones", según explica el organismo oficial.
No sólo coches, o los múltiples orígenes de los excesos de CO₂ en el aire que respiramos
Como sabemos, uno de los índices que más se valoran en la Unión Europea al hablar de contaminación ligada al mundo del automóvil es el nivel de emisiones de CO₂, medido en gramos emitidos por kilómetro recorrido. En mercados como el norteamericano, se prioriza el control sobre los NOx, por contribuir estos compuestos a fenómenos como la lluvia ácida, además de las enfermedades respiratorias que conllevan y agravan.
El caso es que el dióxido de carbono se genera en una gran cantidad de actividades, tanto realizadas por el ser humano como por la misma Naturaleza. Por supuesto, toda emisión de CO₂ proveniente del automóvil es un efecto indeseado que se debe reducir, pero también la industria y los múltiples usos de los combustibles tienen algo que ver con las poco tranquilizadoras cifras que han dado a conocer los meteorólogos.
Otras causas están también en la base del problema. Por ejemplo, las relacionadas con ciertos episodios meteorológicos. Sin ir más lejos, el fenómeno conocido como El Niño ha tenido un peso incuestionable para los meteorólogos sobre buena parte del último aumento de las concentraciones de CO₂ en toda la Tierra. Este fenómeno causó graves sequías en zonas tropicales, lo que destruyó buena parte de los pulmones del planeta, encargados de absorber este compuesto químico.
Asimismo, sucede que los sumideros de CO₂ con que cuenta la Tierra pueden saturarse, de manera que el dióxido de carbono no absorbido se quedaría en la atmósfera. Y, sí, esto también está sucediendo, según explica la Organización Meteorológica Mundial. Con una mayor producción de CO₂ y un menor factor de absorción, el problema no sólo es evidente y creciente, sino altamente preocupante.
El avance del CO₂ hacia el calentamiento global y la escasa voluntad política de corregir la situación
El forzamiento radiativo (la variación en la radiación, o calor, entrante o saliente en un sistema climático dado), es otro factor que incide en el efecto invernadero. Este cambio puede estar motivado por múltiples causas. Por ejemplo, puede deberse a un cambio en la radiación solar que recibe la Tierra, o bien a la concentración de gases radiativos.
En los últimos 25 años, este forzamiento radiativo se ha disparado en un 37 % a causa de los gases de efecto invernadero de larga duración, tales como el CH₄ o los NOx. Sin embargo, la Organización Meteorológica Mundial advierte sobre el papel preeminente del CO₂ en este factor que incide sobre el calentamiento mundial.
Según los cálculos de este organismo, el CO₂ contribuye en un 65 % al aumento total del forzamiento radiativo. Y el problema es que el dióxido de carbono permanece en la atmósfera y en los océanos durante miles de años. La medida básica por las que apuestan los meteorólogos es frenar como sea las emisiones de CO₂.
¿Qué podemos esperar, ante semejante panorama? Claramente, las medidas que ha impulsado la Unión Europea para que los fabricantes trabajen en la reducción de las emisiones de CO₂ seguirán el mismo camino que hasta ahora. El reto al que se enfrentan las automovilísticas es conseguir reducir en los motores de combustión las emisiones de ese compuesto sin que, por ejemplo, aumenten los óxidos de nitrógeno, algo que puede suceder si se somete a los carburantes a elevadas relaciones de compresión.
Otras medidas, impulsadas desde la Unión Europea pero materializadas a niveles estatales, autonómicos y locales tienen que ver con el uso racional del vehículo, sobre todo en zonas urbanas, junto con el previsible veto a los vehículos que puedan tener unos mayores niveles de emisiones de CO₂, o bien a los vehículos más antiguos, sin hacer demasiados distingos, en el caso de España.
En contraste con el ejercicio de funambulismo químico que se exige a los fabricantes, y en contraste con la persecución al usuario final, al que se le invita a renovar su garaje, no hay muestras claras de que se vaya a trabajar desde el ámbito político con el mismo ímpetu a fin de conseguir reducir las emisiones de CO₂, NOx y CH₄ en otros campos que no sean el de la Automoción. Y, por lo que han explicado los especialistas en este terreno, la atmósfera de este planeta no parece disponer de mucho tiempo para corregir la alarmante situación que se respira.
Más información | Organización Meteorológica Mundial
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