“Quiero motores de combustión interna”, dijo Jean-Philippe Imparato, el nuevo responsable europeo del grupo Stellantis en declaraciones a la prensa gala. Sus palabras llegan en un momento en que el crecimiento de los coches eléctricos está siendo mucho más débil de lo esperado.
Desde la marcha de su anterior CEO, Carlos Tavares, a finales de 2024, Stellantis quiere volver a centrarse en los motores de combustión interna y está ralentizando su apuesta por el coche eléctrico. Para muchos se asemeja a una vuelta atrás. Y tan atrás, que marcas como Peugeot, Citroën o Fiat mantendrán los coches diésel en su gama varios años, cuando la mayoría de marcas los han borrado ya de su catálogo.
Todavía hay mercado para el diésel
El fin del coche con motor de combustión interna sigue siendo un quebradero de cabeza para los fabricantes. De la prohibición más absoluta a aceptar excepciones para los carburantes sintéticos y ahora posiblemente autorizar los híbridos enchufables, los fabricantes tienen que consentir inversiones a largo plazo sin saber si darán sus frutos.
Y en todas partes, la misma sensación de que sin ayudas estatales y una infraestructura de recarga aún más sólida, el coche eléctrico para todos en el Viejo Continente seguirá siendo una utopía. De hecho, los coches eléctricos sólo representaron el 15,4% de las ventas de coches nuevos en Europa continental en 2024, mientras que los coches gasolina, híbridos y diésel representaron más del 74% de las ventas, según datos del ACEA.
Así, la realidad sobre el terreno sigue siendo implacable. En muchos países, con menos estaciones de recarga que en el norte de Europa y donde el poder adquisitivo de los automovilistas sigue siendo menor, los coches eléctricos no terminan de hacerse un hueco, como en España donde la cuota de mercado del eléctrico alcanzó tan sólo los 5,36% en 2024.
En consecuencia, muchas marcas se replantean su estrategia de coches eléctricos. Stellantis, y sus 14 marcas, es uno de los fabricantes que se ha dado de bruces con la realidad del mercado. Así, los objetivos de ventas de vehículos eléctricos se han revisado a la baja: de un 50%, Stellantis aspira ahora a sólo un 20% este año. El resto serán híbridos, gasolina y diésel.
Stellantis, que debía matar al diésel este año, lo seguirá fabricando durante varios años. La producción de su motor diésel, el 1.5 BlueHDi de 130 CV, en la planta de Trémery, en el norte de Francia, se prolongará hasta 2030.
Esta decisión irá acompañada de la adaptación del motor a las normas medioambientales más recientes. Stellantis también está estudiando la optimización de un motor existente para vehículos comerciales ligeros y el desarrollo de otro motor de pequeña cilindrada, para los modelos más urbanos y asequibles del grupo, como los Fiat.
Es una decisión sorprendente, ya que las matriculaciones de coches con este tipo de motor representaron tan sólo el 10,4% del mercado europeo en 2024, según las estadísticas de la ACEA. Pero esta ralentización también puede resultar estratégica para los fabricantes, en la medida en que deja a los consumidores cada vez con menos opciones.
Aunque los primeros modelos en beneficiarse de esta prolongación serán el Peugeot 308 y el Citroën C5 Aircross, que son éxitos de ventas, Stellantis puede amortizar el desarrollo de un nuevo motor en varios continentes y hasta una decena de marcas.
Además del 1.5 BlueHDi, Stellantis seguirá produciendo otros cuatro motores diésel en 2025. A saber, el 2.0 BlueHDi, destinado esencialmente a los vehículos industriales pequeños, así como el 1.6 turbo, todavía bajo el capó del Fiat Tipo, y dos bloques de 2.2 litros, uno para los Alfa Romeo Stelvio y Giulia, y el otro para los vehículos industriales más grandes.
Fotos | Stellantis
