Terribles imágenes nos llegan desde el puerto de Manila, Filipinas. El presidente filipino Rodrigo Duterte ha ordenado la destrucción de varias decenas de vehículos de lujo de contrabando y la prensa se ha amontonado para contemplar cómo bulldozers y retroexcavadoras aplastaban sin piedad modelos como Mercedes-Benz, Corvette o Jaguar, como forma de disuadir a los contrabandistas. Un problema bastante serio en el país asiático.
Una edad de oro de la infraestructura
"Dáselo al comprador de acero", decía Duterte a los funcionarios que supervisaban la acción. Aparte de vehículos de lujo pasando a una mejor vida, estaban los medios de comunicación y el ministro de Finanzas filipino avisando a los contrabandistas de que no vale la pena evadir impuestos en su país. Sus coches quedarán inservibles.
Los 20 automóviles seleccionados -otros 10 fueron destruidos simultáneamente en otros puertos de la ciudad- iban desde un Corvette Stingray, Lexus, Audi hasta varios BMW, McLaren y Jaguar, valorados en 1,2 millones de dólares.
Según datos del gobierno, la Oficina de Aduanas confiscó en 2017 vehículos de contrabando por valor de 2,93 millones de dólares. Y es que en Filipinas los impuestos pueden alcanzar hasta la mitad del valor de los vehículos.
Lo cierto es que el gobierno filipino está inmerso en un plan de renovación de sus infraestructuras de 180.000 millones de dólares, y el dinero de los impuestos de los automóviles supone un buen trozo de pastel. Recordemos que a finales de año, una tormenta tropical causó alrededor de 200 muertos y docenas de desaparecidos en el sur del archipiélago asiático.