"En este momento necesitamos más petróleo y gas, no menos". En sus últimas declaraciones, el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, ha valorado la situación económica y energética que atravesamos.
El impulsor de los coches eléctricos en Europa ha asegurado que no es quien para "satanizar" los combustibles fósiles, y los considera necesarios en el camino hacia un futuro energético sostenible. De momento, el presidente ejecutivo de Shell, Ben van Beurden, ha advertido de que a Europa le esperan muchos inviernos de escasez.
En declaraciones recogidas por Bloomberg, Musk se ha mostrado favorable a los combustibles fósiles pero considera que la transición a una economía sostenible debería ser "lo más rápida posible". Agregó que la energía eólica oceánica tiene un "enorme potencial sin explotar" y que también es partidario de la energía nuclear:
"Si tiene una planta nuclear bien diseñada, no debe cerrarla, especialmente en este momento", ha asegurado el multimillonario.
Y es que la supervivencia de sus coches eléctricos está en juego: la sequía y las olas de calor afectan a la red eléctrica de la que beben, y si las centrales eólicas, por ejemplo, dejan de producir, otros centros de producción deben tomar el relevo y producir más, como las centrales nucleares, térmicas o de gas.
En este escenario en el que la lucha contra el cambio climático ha quedado eclipsada, desde la mayor petrolera de Europa han echado leña al fuego.
El mandamás de Shell ha advertido que Europa podría necesitar racionar el acceso a la energía durante varios años, ya que es probable que la crisis que enfrenta la región dure más de un invierno.
Un pronóstico que llega tras otro recorte de los suministros rusos, que han disparado los precios mayoristas de gas a un nivel récord. Solo el acopio de reservas estabilizará el mercado.
Los objetivos climáticos, al cajón
Musk no ha descubierto la pólvora. Vamos a seguir dependiendo de los combustibles fósiles durante mucho tiempo, y además cada vez más contaminantes a cambio de una enorme factura.
La crisis energética que atraviesa Europa nos ha hecho volver a quemar carbón, a convertirlo en un bien escaso, a etiquetar el gas natural en una energía verde y a hacer acopio de leña ante el temor de pasar frío este invierno.
Hasta Noruega, el paraíso del coche eléctrico en Europa, sigue enriqueciéndose con el petróleo mientras paralelamente anuncia el fin de los vehículos de combustión para 2025.
Se trata del contexto económico y político, pero también de un sistema que sigue premiando las energías más caras y más contaminantes. El mejor ejemplo lo encontramos en el pool energético español.
Da igual cuánta energía eólica se genere en un día o en un año; seguiremos pagando más por el gas. Y ahí está la UE, que lleva tiempo diciendo que todo está bien hasta que ha decidido meter mano al obsoleto sistema eléctrico. Veremos en qué queda la maniobra.