El cobalto es uno de los principales materiales que se utilizan para la fabricación de baterías de coches, un mineral escaso y al que rodea la polémica en lo que se refiere a su extracción. El crecimiento exponencial de su precio, marcado por una gran demanda y la escasa oferta, podría plantear un escenario que podría poner en peligro los planes de futuro de las marcas en cuanto a la electrificación de sus gamas.
A ello se le suma la posibilidad de ver dañada su imagen de marca, a consecuencia de las explotaciones pequeñas en uno de sus máximos productores, el Congo, donde existe menor control sobre las condiciones de los trabajadores y que exportan de forma ilegal este nuevo oro azul. La dependencia del cobalto y de otras materias primas escasas augura un marco bastante convulso.
El impulso de la movilidad eléctrica relaciona directamente fabricantes de coches con el preciado cobalto, recurso escaso cuya demanda crece de forma imparable. Dos tercios de la producción mundial de este mineral provienen de la República Democrática del Congo, concretamente en la región de Katanga, donde las explotaciones son muy numerosas, principalmente las artesanales.
En 2016, un informe de Aministía Internacional convulsionó la opinión pública sacando a la luz a las malas condiciones de los trabajadores en las minas de cobalto, lo que incluía mano de obra infantil, a raíz de un desprendimiento en un túnel que acabó con la vida de docenas de trabajadores en 2015. La imagen de marcas como Apple o Microsoft, grandes demandantes de este material, quedó seriamente dañada entonces, algo que temen los fabricantes de coches como es el caso de Tesla y de los grandes gigantes automovilísticos que importan este material a gran escala.
El cobalto es uno de los principales materiales para la producción de baterías de automóviles junto con el litio, que podría comenzar a desaparecer de la ecuación en favor del sodio. En aleación con otros metales, cuenta con propiedades que hacen que las baterías sean más duraderas y asequibles. Al menos por el momento, porque la creciente demanda ha llevado a disparar su precio, que se estima que pueda aumentar un 200% en 2030.
Si bien la producción de cobalto en el Congo disminuyó en 2016 a raíz del informe de Amnistía Internacional, no ha tardado muco en recuperarse. Las exportaciones de hidróxido de cobalto se incrementaron un 70% el año pasado y según las estadísticas del Gobierno, salieron del país 269,254 toneladas. El hecho de que la tonelada métrica del cobalto se cotice a 80.000 dólares, cerca de 65.000 euros, tiene mucho que ver.
¿Es el cobalto el nuevo oro qué moverá el mundo?
Una gran parte de este aumento de producción del preciado mineral, que va camino de convertirse en el oro azul, provino de explotaciones pequeñas, ya que las minas más grandes del país, dirigidas por Glencore o China Molybdenum, no experimentaron un aumento de producción en 2017. Esto es preocupante, ya que estas explotaciones artesanales son más proclives a un menor control en detrimento de las condiciones de aquellos que trabajan en ellas.
El Ministerio de Minas del Congo estima que, el año pasado, se produjeron en total 86.923 toneladas de cobalto, de las cuales cerca de 13.000 toneladas no corresponden a la producción reportada por por los operadores industriales del país africano.
A la falta de regulación sobre las explotaciones artesanales, se suma el problema del contrabando. Según ha expuesto en una entrevista el presidente de Gecamines, Albert Yuma, entre 20.000 y 30.000 toneladas de cobalto salen cada año del país de forma ilegal. Lo hacen de forma clandestina través de la frontera con Zambia y se estima que los beneficios de esta exportación ilegal se cifre en 2.500 millones de dólares anuales (cerca de 2.030 millones de euros).
¿Peligra el futuro del coche eléctrico?
Según explica Alken Asset Management, diferentes estimaciones señalan que cada coche eléctrico requiere entre 8 y 12 kilos de cobalto. A su vez, según datos de UBS, se calcula que, en 2025, 14,2 millones de vehículos eléctricos circulen por las carreteras. Esto llevará a los fabricantes, que se han marcado draconianos objetivos en lo que se refiere a la electrificación de sus gamas, a buscar desesperadamente provisiones de este metal para el futuro más inmediato.
Ejemplo de ello lo encontramos en Volksawgen, que lanzó recientemente un concurso para valorar ofertas de los productores a fin de garantizarse el suministro de cobalto en los próximos diez años. Asimismo, el previsor movimiento de la marca alemana tiene mucho que ver con el bolsillo: el precio imparable del cobalto podría amenazar la rentabilidad del coche eléctrico y así Volkswagen se cura en salud.
La creciente revalorización del cobalto hace que cueste creer que se vaya a establecer un precio fijo, lo que se convierte en un problema para las marcas de coches. De igual manera la producción también será un handicap. Como señala Nicolás Walewski, dueño y estratega de la gestora de renta variable Alken Asset Management, si las estimaciones de que el 20% del mercado del automóvil será eléctrico se cumplen, se demandarán 200.000 toneladas de cobalto adicionales cada año, por lo que la producción de este metal debería triplicarse para satisfacer las necesidades de los fabricantes.