La prohibición de la venta de coches nuevos con motor de combustión interna en la Unión Europea para 2035 es una decisión cada vez más contestada. Se considera poco realista y, sobre todo, “podría llevar a Europa a un callejón sin salida”, considera el Tribunal de Cuentas Europeo.
En un comunicado publicado esta semana, el Tribunal de Cuentas Europeo, organismo independiente de control de cómo se gasta el dinero la UE, se muestra escéptico sobre el objetivo de cero emisiones para el automóvil en 2035. El objetivo en cuestión, consagrado en la legislación adoptada en marzo de 2023, debería conducir al fin de los motores de combustión interna en los automóviles nuevos para la misma fecha. Sin embargo, el Tribunal de Cuentas considera que este plazo es demasiado corto.
Para lograr las emisiones cero, Europa se fijó tres objetivos. Y, según los informes del Tribunal de Cuentas Europeo publicados en los dos últimos años, “el primer objetivo ha sido hasta ahora un fracaso, el segundo no parece viable a gran escala y el tercero será probablemente costoso, tanto para la industria como para los consumidores europeos”.
Reducción de las emisiones CO₂, combustibles alternativos y baterías: vamos tarde con todo
Las emisiones de los coches nuevos no comenzaron a descender hasta 2020. "A pesar de las grandes ambiciones y los estrictos requisitos, la mayoría de los coches de combustión interna actuales siguen emitiendo la misma cantidad de CO₂ que hace 12 años", se puede leer en el informe. Además, esta reducción de las emisiones de CO₂ ha tardado mucho más de lo previsto en materializarse. Sólo se produjo "once años después de la entrada en vigor del primer reglamento".
El tribunal lamenta, además, que las emisiones de los coches gasolina y diésel en condiciones reales no hayan disminuido y que los datos declarados por los fabricantes no estén suficientemente garantizados. Además, los híbridos enchufables PHEV contaminan el triple de lo que prometían porque hay conductores que ni se molestan en cargarlos, como señalaba recientemente una publicación de la Comisión Europea.
Para el Tribunal de Cuentas, la reducción observada de las emisiones de CO₂ se debe principalmente "al importante desarrollo de los vehículos eléctricos". Ya que la mejor eficiencia de los coches actuales se ve anulada por el aumento de la masa media de los coches de alrededor del 10% entre 2011 y 2022, así como por un aumento de la potencia de alrededor del 25%.
Los combustibles alternativos, como los biocarburantes, los combustibles sintéticos o el hidrógeno, se citan a menudo como posibles sucesores de la gasolina y el gasóleo. Sin embargo, en su informe los auditores destacan la falta de una hoja de ruta clara y estable para resolver los problemas a largo plazo del sector: cantidad de combustible disponible, costes y respeto del medio ambiente. Además, tiran por los suelos la idoneidad de los biocarburantes, un tipo de combustible alternativo que Italia pidió equiparar a los e-fuels.
De entrada, la producción europea de biomasa no es suficiente para hacer de los biocarburantes una alternativa seria a los combustibles fósiles tradicionales. E importar la mayor parte de esta biomasa de terceros países iría en contra del objetivo de independencia energética. Luego, los biocombustibles son todavía más caros que los combustibles fósiles. Y por último, y más importante aún, producir biocombustible puede contribuir a la destrucción de ecosistemas y dañar la biodiversidad, el suelo y la calidad del agua. Lo que plantea cuestiones éticas de si queremos dar prioridad a la alimentación o a los carburantes.
Si el coche eléctrico de baterías es la vía escogida, la UE debe mejorar de forma notable su competitividad, especialmente en el campo de la fabricación de baterías. La industria europea de baterías está "rezagada", a pesar del "importante apoyo público", señalan los autores: "menos del 10% de la capacidad de producción mundial" tiene su sede en Europa, y China "posee el 76% de la capacidad mundial".
Europa corre el riesgo de terminar definitivamente en una situación de dependencia hacia China como ha ocurrido hacia otros países con los combustibles fósiles. Es una cuestión de soberanía económica. Una dependencia hacia China, en el caso de las baterías, que ya es un hecho. China representa el 76% de la producción mundial de baterías para coches eléctricos y la Unión Europea tan sólo el 7%.
El Tribunal de Cuentas Europea nos pinta un cuadro bastante sombrío para el coche eléctrico y nuestra industria. Y es que dentro de dos años, la UE revisará el acuerdo de la prohibición de venta de coches nuevos gasolina, diésel e híbridos para 2035. La fecha de 2035 podría retrasarse unos cuantos años.