En las ciudades del futuro tendrán cabida edificios inteligentes y sostenibles que sirvan para diferentes usos, y que además, presuman de una arquitectura vanguardista. Ejemplo de ello es el caso de CopenHill, una curiosa planta de conversión de residuos en energía limpia que lleva ya cinco años funcionando en Copenhague (Dinamarca).
También conocido como ‘Amager Slope’ o ‘Amager Bakke’, Copenhill reemplaza parcialmente a la antigua planta de incineración de Amager, que está en proceso de convertirse de carbón a biomasa. Alberga una pista de esquí y snowboard de césped artificial, un rocódromo, una ruta de escalada una cafetería y hasta un afterski. Pero hay más.
Copenhague: objetivo carbono cero para 2025
CopenHill, con un diseño de lo más vanguardista y sorprendente, es una planta de 41.000 m2 de conversión de residuos en energía limpia que funciona las 24 horas del día y los 365 días del año para proporcionar anualmente a la ciudad de Copenhague electricidad para 30.000 hogares y calefacción central para 72.000 edificios.
Aproximadamente el 23 % de los residuos incinerados en Copenhill son generados por los hogares de los cinco municipios a los que pertenece, mientras que el resto son residuos comerciales e industriales.
Solo en 2022, la planta convirtió 599.000 toneladas de residuos en calor y electricidad según datos oficiales de CopenHill.
El peculiar edificio de 85 metros de altura alberga en su azotea de 10,000 m2, entre otras cosas, una ruta de senderismo, una pista de esquí y snowboard de césped artificial de 450 metros de longitud y un ángulo de inclinación del 30 %.
Su curioso microclima “reconstruye un paisaje biodiverso mientras absorbe el calor, elimina las partículas de aire y minimiza el agua de lluvia en la superficie”, según sus responsables. En 2019, se añadió un impresionante muro de escalada en el lateral del edificio.
Por otra parte, la parte superior de la pista de esquí es para los deportistas de nivel más avanzado, mientras que la parte media e inferior es para los principiantes y niños. Hay un total de 4 remontes, y se ha construido una pista de eslalon, un parque de estilo libre y una zona para niños.
Debajo de las laderas, los hornos, el vapor y las turbinas convierten toneladas de desechos anualmente en energía limpia para suministrar electricidad y calefacción urbana cientos de miles de hogares con tecnología de última generación que guardan con celo.
El equipo necesario ocupa diez pisos de espacio administrativo, incluido un centro educativo de 600 m₂ para visitas académicas, talleres y conferencias de sostenibilidad.
Bjarke Ingels, uno de sus precursores, quería crear “la planta conversión de residuos más limpia del mundo” y hacerla visible, pero que a su vez, fuera parte de la vida social de la ciudad: su fachada y su techo son escalables, y sus laderas son esquiables.
Hemos podido visitar el edificio muy brevemente y comprobar en primera persona su actividad frenética. Está lleno de vida, pues además de eventos deportivos y 'afterworks', aquí se llevan a cabo gran cantidad de eventos.
Pasar el día aquí, cuesta alrededor de 200 coronas danesas, que al cambio son unos 27 euros aproximadamente. Pero si quieres esquiar y no tienes equipo, tienes que reservarlo a parte y tendrías que pagar unos 65 euros (500 coronas danesas) por el día y el equipo completo.
CopenHill “es un claro ejemplo de sostenibilidad, ya que una ciudad sea sostenible no solo es mejor para el medio ambiente, sino que también es más agradable para la vida de sus ciudadanos”, dice Ingels.
A la luz de la actividad que presenta este edificio durante todo el año, parece haber cumplido su meta. A su vez, CopenHill pretende contribuir a que Copenhague logre su ambicioso objetivo de ser una ciudad limpia en carbono de cara a 2025.