Mientras la temporada 2023 de Fórmula 1 se está viendo sometida por un dominio histórico de Max Verstappen con el Red Bull, al otro lado del box austriaco las caras no son tan alegres. Especialmente una, la de Sergio Pérez. El piloto mexicano se ha metido en una crisis de resultados que ya amenaza su posición dentro de la Fórmula 1.
Por quinta clasificación consecutiva, Pérez fue incapaz de meterse en la Q3. Pero es que esta vez ni siquiera se clasificó para la Q2, sino que quedó eliminado a las primeras de cambio. Un descalabro que Pérez achaca a un Red Bull que si bien parece perfecto para Verstappen, no lo es tanto para el mexicano.
El calentamiento de los neumáticos, el quebradero de cabeza de Sergio Pérez
Cuando Pérez no se metió en la Q3 de Austria, la carrera de casa de Red Bull, Christian Horner, el jefe del equipo, no dudó en criticarle en público. Aquella parecía la gota que colmaba el vasco, pero en Silverstone cayó otra todavía más gorda: Pérez quedó eliminado en la Q1, y Helmut Marko también está harto.
"Es una pena que Alexander Albon esté vinculado a Williams hasta 2025", fueron las primeras palabras públicas de Marko después de la clasificación. Albon, que sigue siendo piloto de Red Bull y fue precisamente a quien reemplazó Pérez, se está luciendo con el Williams, mientras que el mexicano se arrastra con uno de los mejores coches de la historia.
Silverstone ha sido una fábrica de rumores. Muchos aseguraban que Daniel Ricciardo, el probador de Red Bull, se subiría al coche de Pérez con efecto inmediato, y que Álex Palou llegaría a Alpha Tauri para probar en este final de temporada si está preparado para algo más. Y eso que Pérez tiene contrato con Red Bull hasta 2024, pero parece muy rompible.
El caso es que desde David Coulthard en 2008 no sucedía que un piloto de Red Bull se perdiese cinco Q3 de forma consecutiva. Y es que el RB19 que parece perfecto para Verstappen, no lo es tanto para Pérez. "En estas condiciones cambiantes mis problemas con el coche se vuelve más evidentes", decía el mexicano.
Y es que una de las claves del Red Bull es su estabilidad de suspensiones, que hace que apenas se muevan en curvas, lo que permite que el fondo aerodinámico trabaje igual en todas las zonas del circuito. Pero, a la vez, dificulta el calentamiento de los neumáticos. Para un piloto agresivo como Verstappen no es problema, pero para Pérez está siendo un calvario.
El mexicano no se rinde, y se ha ido a Milton Keynes, la fábrica de Red Bull que está a un paso de Silverstone, a trabajar en el asunto. Pero su plaza en la Fórmula 1 pende de un hilo si no sale rápido de esta crisis.
