Miedos, temores irracionales, falta de confianza en uno mismo y otros síntomas parecidos son los que sufren algunos conductores cuando se ponen al volante de su vehículo. Una mala experiencia, la oscuridad, circular por lugares estrechos, carreteras de montaña o puentes contribuyen a que esas fobias se agudicen y puedan llegar a causar problemas durante la conducción.
Para muchos conductores, solamente el hecho de pensar en estas situaciones les produce ansiedad y, cuando se enfrentan a ellas, se desata una angustia que puede llegar al pánico. Evitar estas situaciones, afrontarlas a pesar del miedo o tratar las fobias con un especialista son las posibles soluciones, pero primero vamos a conocerlas un poco más en detalle.
Miedo a conducir: amaxofobia
Se trata de un terror enfermizo y obsesivo a conducir. No es fácil determinar el número de personas que lo sufren, aunque los últimos informes estiman que alrededor de un 5 % de los conductores acusan amaxofobia incapacitante, lo que los lleva a abandonar el volante en la mayoría de los casos.
La amaxofobia es un tipo de trastorno de ansiedad que se concreta en un temor irracional a algo que en realidad no representa un peligro real. Dicha ansiedad se manifiesta a través de síntomas físicos, como sudoración, taquicardia o náuseas, y otros de carácter psicológico.
Una mala experiencia anterior puede provocar el miedo a conducir
Las causas que lo originan pueden ser variadas, desde una mala experiencia en circulación que genera una falta de autoconfianza en el conductor a un episodio traumático, como pueda ser un siniestro de tráfico. Por suerte, existen diferentes formas de tratar la amaxofobia, que van desde técnicas sencillas de relajación y respiración profunda hasta otras de exposición en vivo, incluso utilizando la realidad virtual para simular escenarios reales.
Miedo a los espacios abiertos: agorafobia
Aunque parezca un poco contradictorio, un espacio abierto puede producir agobio. Un campo de visión ilimitado con la vista de un amplio horizonte puede resultar estresante para algunos conductores, desencadenando un cuadro de ansiedad.
Espacios abiertos en los que todo está lejos: inseguridad
Cuanto mayor es la visibilidad del entorno, la línea del horizonte más amplia y las posibles vías de escape prácticamente infinitas, más encerrado se siente un conductor que sufre agorafobia. Y es que es precisamente esa situación la que provoca una especie de indefensión en el piloto que le hace sentir más vulnerable y, como consecuencia, le genera inseguridad y miedo.
En este escenario, el conductor se siente lejos de todo, de cualquier posible vía de escape o de un sitio en el que sentirse protegido. En definitiva, una vez más se distancia de la realidad y se ve impelido a actuar en función de la que se está imaginando.
Entender el motivo de la ansiedad, aprender a respirar o exponerse al miedo pueden ayudar a recuperar el control, pero será un especialista el que mejor nos guíe en esta circunstancia.
Miedo a las alturas: acrofobia
¿Qué sientes al asomarte a la ventana del piso 22 o cuando ves a un funambulista caminar por la cuerda floja? Si solo con pensarlo ya te están sudando las manos, estás sufriendo uno de los síntomas más habituales de la acrofobia.
Vértigo y miedo propio y ajeno a caer desde las alturas
El recelo a la altura durante la conducción implica una merma importante en la seguridad. En un trayecto en coche, nos podemos encontrar en cualquier momento con un puente que sea necesario cruzar o un puerto de montaña con terraplenes a alguno o a ambos lados de la calzada que dispare la percepción de que es posible salirse del carril.
Es cuando se manifiesta en toda su intensidad el vértigo de la altura, que se traduce en una sensación de inseguridad y temor a precipitarse al vacío. Las personas que sufren esta fobia no solo padecen por ellos, sino también por las personas que se exponen a ese peligro. De hecho, hay pasajeros que literalmente tienen que cerrar los ojos cuando se circula por estos lugares, y fuera del vehículo no son capaces de ver a alguien que se acerque a un precipicio o a la barandilla de un puente.
Miedo a no disponer de vías de escape: gerifobia
Pasar por un puente puede producir acrofobia debido a la altura. No obstante, si la causa de la aprensión es la imposibilidad de encontrar una vía de escape, algo que puede darse también en un túnel o en un aparcamiento, hablamos de gerifobia.
Túneles o puentes, un tormento para quien sufre gerifobia
En este tipo de estructuras, al conductor no le es posible abandonarlas hasta que no se hayan atravesado por completo, y durante todo el trayecto es probable que sienta un fuerte desasosiego. Además, hay que tener en cuenta que estas construcciones tienen una serie de peculiaridades e incluso normas específicas que pueden acrecentar la zozobra.
Ante esta posibilidad, que es más común de lo que pensamos, puentes y túneles incorporan apartaderos, zonas de parada de emergencia y señalización para emergencias. Es más, a nivel de diseño, la incorporación de paneles o la propia concepción del sistema de iluminación buscan que el conductor se encuentre lo más cómodo posible.
Miedo a los espacios cerrados: claustrofobia
Quizá sea la fobia más conocida, está admitida en la Clasificación Internacional de Enfermedades y tiene que ver con la inquietud y el estrés que suscita estar en espacios cerrados y estrechos. Calles estrechas, túneles o aparcamientos son también espacios que evitan las personas que padecen claustrofobia y que se pueden añadir a algunas de las aversiones que hemos visto anteriormente.
Dónde acaba una fobia y empieza otra es difícil de determinar y siempre deben ser tratadas por profesionales de la psicología, observando los síntomas o bien las causas que los provocan.
La ayuda de la tecnología
La tecnología es capaz de ayudar al conductor mejorando su seguridad y su experiencia al volante. Es el caso de Toyota Assist, que engloba tanto los sistemas de seguridad como los ADAS.
La tecnología puede ser muy útil para ayudar a superar fobias al volante
Es como tener un copiloto con nosotros en todo momento, que nos asiste en la conducción de forma eficaz (no se duerme como otros) y principalmente en aquellos momentos más complicados en los que se puede evitar una salida de carril o un impacto.
Este pack engloba sistemas como el Avisador de Cambio de Carril Involuntario (LDA), que reconoce los límites del carril y nos corrige ligeramente el volante si detecta que nos salimos, o el Sistema de Mantenimiento de Trayectoria (LTA), algo que puede ser muy importante para aquellos conductores que sufren acrofobia.
Otros ejemplos de los diferentes recursos que incorpora Toyota Assist son el Sensor de Aparcamiento (ICS), el Detector de Tráfico Trasero Cruzado (RCTAB) o el Sistema de Aparcamiento Inteligente (SIPA), que puede resultar muy útil para aquellos conductores a los que aparcar les da auténtico pavor.
En conclusión, el esfuerzo, la tecnología o los especialistas son algunas de las herramientas para superar las fobias una vez identificadas.
Imágenes | Toyota, Unsplash/Oscar Nilsson/Rolando Garrido/Orkun Azap, Pixabay/shireen_ch/haysmits/mariannafridjons