Para celebrar el 30 aniversario del Wörthersee Tour, un festival que reúne a simpatizantes de Audi, SEAT, Skoda y Volkswagen en Austria, ha creado un vehículo muy especial, al que han bautizado como Audi A1 clubsport quattro.
El modelo nunca llegará a producción, pero es una demostración por parte de la gente de Audi que nos muestra hasta donde son capaces de llegar, y a la vista del resultado, parece que muy lejos.
Antes de meternos de lleno en la descripción del motor de este Audi A1, merece la pena que demos una vuelta por el exterior. Para empezar resultan evidentes los cambios realizados en los paragolpes, los faldones laterales y el techo.
De entre estos elementos, destaca el enorme difusor trasero, realizado en fibra de carbono, el mismo material empleado para el alerón trasero y el techo. Como podéis imaginar el uso de materiales ligeros es constante, la lucha contra el peso es fundamental en un vehículo de estas características.
Otro detalle exterior que llama la atención son las ruedas. Hablamos de unos neumáticos de 255/30 R19, que lucen unas llantas con inspiración clásica bastante acertada. En mi opinión le dan mucha personalidad al conjunto.
Ahora vayamos al corazón de la bestia. El motor empleado en un 2.5 TFSI que rinde la barbaridad de 503 CV, y atención, 660 Nm de par máximo. Para conseguir poner toda esta potencia en el asfalto de emplea la tracción integral quattro.
Con este motor, el Audi A1 clubsport quattro alcanza los 100 km/h en 3,7 segundos, y los 200 km/h en 10,9. La velocidad máxima está limita a 250 km/h, aunque vistos los registros anteriores, estoy seguro de que alcanzaría mucho más.
Estos datos se logran gracias a un peso bastante reducido (1.390 kilogramos), si tenemos en cuenta que los refuerzos en el chasis necesarios, y la tracción integral suponen lastrar al vehículo considerablemente, aunque no haya más remedio que incluirlos si queremos que el coche sea mínimamente conducible.
Solo nos falta un aspecto por analizar, y es el interior. Si no tenemos en cuenta falta de banqueta trasera, es quizá la parte del coche que más ha conservado su esencia de calle.
El volante y los asientos sí son propios de un coche de competición, pero el cuadro de mandos y el panel central no han sufrido grandes cambios. Me sorprende especialmente la palanca de cambios, demasiado comedida para lo que yo esperaba al ver el resto del coche.
En cualquier caso hablamos de un coche único, que nunca se pondrá a la venta, y que aunque lo hiciese no podría ni tocar, pero que representa el alter ego que todos querríamos que nuestro coche tuviera.
Vía | Autocar
En Motorpasión | Audi A1 quattro, de pruebas por Canadá