
Durante siete años, un proyecto de presa en la región checa de Brdy permaneció estancado debido a interminables negociaciones sobre el uso del terreno. Sin embargo, en cuestión de semanas, un grupo de castores ha resuelto el problema sin necesidad de permisos ni burocracia.
Su obra no sólo ha creado un ecosistema ideal para la biodiversidad local, sino que también ha ahorrado al gobierno más de un millón de euros, según un comunicado de prensa de la Agencia de Conservación de la Naturaleza de la República Checa, organismo gubernamental responsable de la conservación en todo el país.
La solución natural a un problema humano
El proyecto de presa, planificado en 2018 en un antiguo emplazamiento del ejército en el Klabava, un río a unos 65 kilómetros al suroeste de Praga, buscaba proteger el río y las especies en peligro crítico que habitan en él, como el cangrejo autóctono. Pero los problemas administrativos paralizaron su construcción.
Mientras tanto, los castores se pusieron manos a la obra y construyeron varias presas que crearon un nuevo humedal de casi dos hectáreas, el doble de lo previsto por los humanos. "La naturaleza siguió su curso", explicó Bohumil Fišer, responsable del Paisaje Protegido de Brdy, quien destacó la rapidez y eficacia de estos roedores.
El resultado fue un ecosistema prácticamente perfecto, con agua retenida, control de sedimentos y un refugio para la fauna local. "Es un servicio completo", añadió Fišer, subrayando que cuando los castores trabajan en un área donde no causan daños, su impacto es altamente positivo. Además, estos humedales naturales funcionan como reguladores climáticos, ayudando a mitigar los efectos de sequías e inundaciones.
“Los castores siempre saben lo que hacen”, declaró Jaroslav Obermajer, jefe de la oficina de la Central de la Agencia Checa de Protección de la Naturaleza y el Paisaje, a Radio Praga Internacional, que informó por primera vez de la noticia. Los castores son roedores semiacuáticos que utilizan piedras, barro y madera para represar los arroyos.
Estos crean humedales conocidos como «charcas de castores», que los animales utilizan como fuente de alimento y protección contra los depredadores, explica Obermajer. Y es que estas estructuras también son hábitats seguros para otras especies como insectos acuáticos, peces y anfibios, así como de garzas, grullas, alces y bisontes.
Ingenieros ecológicos por excelencia
Los castores han sido reconocidos por los científicos como "ingenieros del ecosistema" debido a su capacidad para modificar el entorno y hacerlo más habitable para diversas especies. "Están cambiando radicalmente la forma en que el agua y la vida se mueven por el paisaje", explica Emily Fairfax, ecóloga de la Universidad de Minnesota.
Sus presas ayudan a regular el flujo de los ríos, previenen inundaciones y mejoran la calidad del agua. Además, al ralentizar el curso de los ríos, permiten que los sedimentos se depositen y nutran el suelo, favoreciendo la regeneración natural del paisaje.
Los beneficios de su actividad han sido ampliamente documentados. En Escocia, un estudio reveló que los estanques creados por castores aumentaron en un 50 % la biodiversidad local en apenas cinco años. En Norteamérica, la reintroducción de castores en algunos parques nacionales ha mejorado la retención de agua y ha beneficiado a especies como ranas, aves acuáticas y peces.
Sin embargo, su impacto no siempre es bien recibido. "Los castores pueden ser una bendición o una maldición", afirma Gerhard Schwab, experto en gestión de castores en Baviera. Aunque crean ecosistemas ricos, también pueden destruir cultivos y derribar árboles, lo que genera conflictos con agricultores y propietarios de tierras.
Por ello, en algunos países se han implementado estrategias de convivencia, como barreras protectoras en los árboles o sistemas de drenaje en las presas para controlar el nivel del agua sin necesidad de eliminarlas.
Otros casos similares en el mundo
El caso checo no es único. En California, los castores restauraron humedales sin intervención humana, ayudando a la fauna local y ahorrando costes en proyectos de conservación. En Oregón, incluso han sido capaces de filtrar contaminantes de manera más eficiente que las plantas de tratamiento de aguas.
Ben Goldfarb, periodista especializado en fauna y autor del libro 'Eager: The Surprising, Secret Life of Beavers and Why They Matter', destaca que "los castores han ayudado a los humanos durante siglos, aunque a menudo no nos demos cuenta". La tribu Yurok, en California, ha comenzado a replicar sus estructuras en zonas donde la legislación impide reintroducir castores.
En Canadá, donde se sitúa la presa de castores más grande del mundo, visible desde el espacio, los castores han creado un hábitat de humedales que ha mejorado significativamente la calidad del agua y ha proporcionado refugio a innumerables especies.
Los investigadores han destacado incluso cómo estas estructuras pueden incluso ayudar a capturar carbono, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático. Quizá sea hora de aprender de los castores y permitir que la ingeniería natural juegue un papel más activo en la gestión de nuestro entorno.
Imágenes | Unsplash, National Geographic, Nature Conservation Agency of the Czech Republic