Las ventas de Tesla, como uno de los principales agentes de transición en el mundo de la automoción de la combustión a la electricidad, son un buen indicador para darnos cuenta de cómo está cambiando la parte de la sociedad que se coloca detrás de un volante. El problema es que estos indicadores no son siempre fiables. Para muestra un botón.
Después de que el pasado 1 de abril las autoridades chinas suprimieran los beneficios fiscales para los vehículos eléctricos, las ventas de Tesla en Hong Kong se han derrumbado. No es que se hayan reducido un poco, sencillamente han desaparecido.
Adiós ayudas, adiós ventas
Según ha confirmado The Wall Street Journal con los datos del Departamento de Transporte de Hong Kong, no se ha vendido ni un solo Tesla en la ciudad china en el mes de abril. Una cifra (bueno, ausencia de cifra) que contrasta con los 2.939 Tesla vendidos en el mes de marzo.
Esta locura volátil de números de ventas es aún más notable al revelarse que sólo en ese mes de marzo se vendieron más Tesla que en los últimos seis meses de 2016. Un efecto llamada en toda regla que demuestra cuánto depende Tesla de la colaboración de las administraciones públicas para vender sus vehículos.
Obviamente, esta fluctuación tan bestia no afectó sólo a Tesla, sino que el resto de marcas que comercializan vehículos eléctricos también se han visto afectadas por el fin de las rebajas fiscales. La proliferación de los eléctricos se ha cortado abruptamente en Hong Kong, una ciudad sobresaturada de vehículos que necesita a los vehículos de cero emisiones para reducir la contaminación ambiental.
Más allá de localismos, la occidentalizada ciudad de Hong Kong supone un escaparate muy particular dentro de todo el gigante chino y en parte como reflejo de Asia, recogiendo las tendencias de lo conductores y siendo la puerta al mayor mercado de vehículos nuevos de todo el mundo.
Por eso en Tesla siguen confiando que "el mercado de Hong Kong siga siendo fuerte, porque Hong Kong ama nuestros coches". O los amaba antes de que se acabasen las ayudas. En el mes de mayo sólo se registraron cinco vehículos eléctricos de propiedad privada. Por si no funciona, ya están tanteando a Shanghai, aunque para abrir allí una planta de fabricación ya que en China se impone un arancel del 25% a los vehículos procedentes más allá de sus fronteras.
Un caso muy similar ocurrió en Dinamarca el año pasado cuando un se acabó un importante incentivo para la compra de vehículos eléctricos y fue sustituido por otro menos cuantioso. El resultado fue que en 2016 las ventas de eléctricos cayeron un 70% (1.373 eléctricos) mientras que en el resto de Europa subían. En el primer trimestre de 2017 sólo se han vendido 48 vehículos eléctricos.
Estos ejemplos no hacen más que poner de manifiesto una vez más cuánto necesita el vehículo eléctrico de un empujón por parte de los gobiernos. La histórica complacencia con los motores de combustión ahora ha colocado a los eléctricos en una situación de dependencia y desventaja competitiva a partes iguales.
La decisión tendrá vigor hasta marzo de 2018 y antes de entonces será revisada de nuevo para evaluar si vuelven a aplicar las rebajas o mantienen su ausencia. Por eso podemos pensar que se ha animado a todos los que querían un eléctrico a comprarlo antes de que acabasen las ventajas, y es lógico.
Tesla no necesita a los gobiernos (o eso dicen)
Por su parte, Tesla defiende que pese a que en toda China sus ventas van creciendo año a año y gozando cada vez de una mayor aceptación, afirmando que "no confiamos en las políticas gubernamentales para consolidar nuestro negocio. Al final cuando la gente quiere algo, lo compra".
Con 25.000 unidades vendidas en el primer trimestre de 2017 como récord absoluto y otras 22.000 unidades colocadas en el segundo trimestre, su ritmo de crecimiento se coloca por encima del 53% interanual. Eso teniendo en cuenta que la propia marca reconoció que no pudo hacer todas las entregas que quiso por una falta de baterías para equipar sus coches.
Sin embargo, la flojera que le ha entrado a Tesla en la producción de sus berlinas y SUV llega en muy mal momento, justo antes de que el 28 de julio se entreguen los primeros Model 3, un coche al que ayer conocimos por primera vez como modelo de producción y en el que Tesla tiene depositadas muchas esperanzas.
Tantas como un ritmo de producción de 125.000 unidades cada trimestre, 500.000 coches al año, multiplicando por cinco su capacidad actual. Por eso las acciones de la marca de Elon Musk perdieron parte de su valor en bolsa, por las dudas de si Tesla será capaz de autoabastecerse de las baterías suficientes como para no comprometer la producción del Model 3, o del resto de su gama.
Recordemos que pese a ser un coche barato en comparación con los Model S y Model X, el Tesla Model 3 costará unos 35.000 dólares (por confirmar) y se colocará como el escalón de acceso a la gama Tesla. Es decir, un coche tecnológicamente muy avanzado con una autonomía teórica no inferior a los 346 km que al mismo tiempo serviría para democratizar los eléctricos tirando de un hype que acumula ya unas 400.000 reservas.
Quieran o no, los incentivos gubernamentales son un serio condicionante para la evolución de las ventas de Tesla. Los mercados más interesantes para el fabricante de Fremont son EE.UU., Noruega y China. Todos contaban con una serie de incentivos para la adquisición de coches eléctricos pero, al menos Hong Kong, ha fulminado esta tendencia.
