
Un superdeportivo de 1,8 millones de dólares no nace perfecto. Así que antes de llegar a las manos de sus futuros propietarios, el GMA T.33 ha pasado por un exigente programa de pruebas que, en este caso, ha incluido situaciones que parecen más propias de una tortura que de un test automovilístico.
Y Gordon Murray Automotive (GMA) lo ha documentado todo en un vídeo que, a ratos, es incluso un poco angustioso de ver. El protagonista es un prototipo de pruebas de GMA: el T.33XB1, que en este caso ha sido apodado como ‘James’. Este fue llevado al centro de pruebas ATP Papenburg, en Alemania, para calibrar la respuesta de los airbags en condiciones extremas.
De pasar por adoquines a volar 8 metros: un test de airbags poco convencional
Las pruebas empezaron siendo relativamente suaves, con el T.33 rodando por carreteras de adoquines y juntas de dilatación de autopista. Pero pronto las cosas se pusieron serias. Primero, el superdeportivo recorrió un tramo de adoquines belgas, que son bloques de piedra mucho más agresivos que los modernos.
Luego, lo lanzaron desde una rampa y voló 8 metros antes de aterrizar violentamente en el asfalto. Aunque la prueba más impactante fue un atropello simulado de un jabalí de 176 libras (unos 80 kg), representado por una bolsa de lona rellena de goma triturada: el golpe fue tan fuerte que perforó uno de los radiadores delanteros del coche.
No obstante, la prueba que más daños causó fue un impacto contra un bordillo a solo 12 km/h, suficiente para destruir un montante de rueda y un disco de freno.
Según explica Gil Martins, ingeniero de desarrollo de GMA, “el coche está equipado con una serie de acelerómetros que detectan cambios bruscos de velocidad, activando los airbags si es necesario”. Pero para evitar que se desplieguen por errores, el equipo somete al coche a “diferentes situaciones de mal uso” para recopilar datos y ajustar la unidad de control.
Un superviviente con un V12 de otro mundo
Afortunadamente, el T.33XB1 sobrevivió a todas estas torturas y fue reparado para seguir con su desarrollo. Su próximo destino será el banco de pruebas de su motor V12 Cosworth de 4.0 litros. Este propulsor atmosférico es una auténtica joya de la ingeniería, capaz de subir hasta las 11.000 rpm y entregar 615 CV.
Su diseño ultraligero contribuye a que el coche pese solo 1.100 kg, una cifra similar a la de un Mazda MX-5, pero con una relación peso-potencia de 564 CV por tonelada, superior incluso a la de un Ferrari 296 GTB. Escucharlo rugir pone la piel de gallina.
El GMA T.33 es un superdeportivo con carácter clásico y tecnología punta. Su chasis monocasco de fibra de carbono, combinación de cambios manual o secuencial y una aerodinámica optimizada hacen que sea un digno sucesor del legendario McLaren F1, diseñado también por Gordon Murray.
Aunque su enfoque es más civilizado que el radical T.50, sigue siendo un coche pensado para puristas, con un interior sin pantallas táctiles y detalles inspirados en los deportivos de los años 60.
No es la primera vez que GMA hace algo así
Esta no es la primera vez que Gordon Murray Automotive somete a sus coches a pruebas tan duras. El T.50, el primer superdeportivo de la marca, también tuvo que enfrentarse a test similares en el pasado. La filosofía de GMA es clara: fabricar coches ultraligeros y puristas, pero sin descuidar la seguridad.
Tras sobrevivir a estos test extremos, el ‘James’ seguirá trabajando en el desarrollo del motor V12. Su sacrificio no ha sido en vano: pronto, 100 afortunados propietarios podrán disfrutar de un T.33 sin miedo a que sus airbags se disparen en el momento equivocado.
Imágenes | Gordon Murray Automotive (GMA)