Hay personas a las que la mecánica les es una cualidad innata. Saber dónde va cada cosa, para qué funciona cada elemento o cómo arreglar esto o aquello para algunos es sencillo. Luego están los que saben hacer lo justo y en último lugar aquellos a los que les da exactamente igual para qué es esto o aquello.
Todas las opciones son aceptables y respetables, lo peligroso viene cuando alguien que no tiene ni la más remota idea de lo que está haciendo se las da de entendido en mecánica y el resultado puede ser tan terrible y asqueroso como el que te mostramos a continuación, resultado de llenar el bloque del motor de un MINI con líquido de los limpia-parabrisas.
Aleja eso de la boca de llenado del aceite
Se ve que el compacto alemán con ascendencia británica ha tenido una digestión algo pesada y ni siquiera un palet de Almax sería capaz de arreglar lo que se estaba preparando en su interior. Las imágenes provienen de un club de BMW francés y ya han removido los estómagos de medio mundo.
Así que, efectivamente, esto es lo que ocurre cuando echas hasta cinco litros del líquido incorrecto donde no toca (bueno, en realidad en el motor como que sólo cabe echar aceite y nada más), y es lo más parecido a lo que vomitaría Rayo McQueen después de una noche muy loca al otro lado de la frontera con México.
Lo mejor de todo es que después el propietario del MINI compró el líquido en un establecimiento, lo echó en el mismo aparcamiento y 10 minutos después volvió en su coche al sitio donde lo compró para quejarse de un excesivo humo azul saliendo de su escape. Claro que sí, guapi.
Pero claro, a esas alturas del despiste aún no se había dado cuenta de lo que había pasado bajo el capó. El líquido limpiador se había mezclado con el aceite a alta temperatura y el cigüeñal hizo las veces de una batidora que montó a punto de nieve esta especie de reflujo gástrico mecánico de color verde por la parte baja y amarronado por arriba (dependiendo de la diferente densidad de los líquidos pues la receta saldría de una manera o de otra).
Si la historia concluyó ahí, el motor seguiría en funcionamiento y quizá se haya podido salvar, aunque después de una limpieza a conciencia que seguro le hizo mucha gracia al taller de turno y, por supuesto, al bolsillo del cliente que ahora tendrá que ser más cuidadoso que nunca con la periodicidad de los cambios de aceite. Uno cada 2 kilómetros o así (supongo), para garantizar la integridad del bloque hasta que todo vuelva a estar en orden.
Así que recuerda la moraleja, amigo: donde veas el símbolo del aceite no se te ocurra echar nada que no sea... aceite. No, la Coca-Cola tampoco sirve. Y dejar el motor más seco que un bocata de pan rallado, tampoco.